Shakira, el reencuentro de La Loba con su manada
Después de un receso de siete años, la artista inició su tour "Las mujeres ya no lloran". Quiere recuperar el tiempo perdido
En los años noventa nació una camada de artistas femeninas que se convirtió en referente de niñas y adolescentes; décadas después, su legado ha inspirado a las nuevas estrellas pop de este siglo: Selena Gómez, Olivia Rodrigo o Sabrina Carpenter. Hablamos de Beyoncé, Britney Spears y dentro de ese universo una latina: Shakira, la colombiana más famosa de su país, incluso por encima del Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, que alguna vez escribió: “Nada que se diga o no se diga de Shakira podrá ya cambiar su rumbo de artista grande e imparable”.
Shakira regresa a los escenarios con una nueva producción discográfica Las mujeres ya no lloran y un tour mundial bajo el mismo nombre tras largos años de ausencia para dedicarse a su familia. Una de las figuras más importantes del pop dejó de lado su carrera, la fama, el éxito y el cariño de una fanaticada, por apostar al amor del controversial futbolista español Gerald Piqué.
Tras una sonada separación, la vida amorosa de Shakira opacó su carrera musical, la obsesión de la prensa y el morbo social redujeron todo a lo más frívolo, provocando una especie de repulsión o hastío con solo escuchar su nombre, cuando en realidad Shakira siempre ha escrito en sus canciones sobre el amor y el desamor.
Un aullido que nadie puede callar
En una entrevista para la revista GQ España, la artista declaró que Las mujeres ya no lloran es el tour más ambicioso de su carrera; es cierto si se compara con sus otras giras donde predominan la sencillez y destaca más la figura de la cantautora y, por sus raíces libanesas, la bailarina de danza árabe que nació con Ojos así. Eso sí, ha sido una gira accidentada -su inició era en Estados Unidos, luego pasó a Brasil y ha tenido cancelaciones en Perú, Colombia y Chile por problemas de salud de la cantante y fallas en el montaje del escenario-, pero lo cierto es que los conciertos de Shakira casi siempre están llenos de contratiempos, de hecho el más significativo ocurrió durante El Dorado World Tour, suspendido por la afectación en las cuerdas vocales de la cantautora.
El Universal asistió al concierto realizado en Bogotá el pasado 27 de febrero en el Estadio Nemesio Camacho “El Campín”, que cerró, por el momento, su paso por su país natal Colombia. La producción, que tiene su génesis en el medio tiempo del Super Bowl 2020, evidencia la influencia de The Eras Tour de Taylor Swift y Celebration Tour de Madonna, espectáculos que recorren la carrera de las intérpretes estadounidenses. En el caso de Shakira, esta aparece acompañada por su leal banda y un cuerpo de bailarines que hacen posible afirmar hoy que la barranquillera es un monstruo sobre el escenario, una auténtica show woman que en nada se compara con la tímida chica que salía con su guitarra a cantar las agridulces experiencias de su corazón.


Shakira regresa a los escenarios con una nueva producción discográfica Las mujeres ya no lloran y un tour mundial bajo el mismo nombre tras largos años de ausencia para dedicarse a su familia. Una de las figuras más importantes del pop dejó de lado su carrera, la fama, el éxito y el cariño de una fanaticada, por apostar al amor del controversial futbolista español Gerald Piqué.
Tras una sonada separación, la vida amorosa de Shakira opacó su carrera musical, la obsesión de la prensa y el morbo social redujeron todo a lo más frívolo, provocando una especie de repulsión o hastío con solo escuchar su nombre, cuando en realidad Shakira siempre ha escrito en sus canciones sobre el amor y el desamor.
Un aullido que nadie puede callar
En una entrevista para la revista GQ España, la artista declaró que Las mujeres ya no lloran es el tour más ambicioso de su carrera; es cierto si se compara con sus otras giras donde predominan la sencillez y destaca más la figura de la cantautora y, por sus raíces libanesas, la bailarina de danza árabe que nació con Ojos así. Eso sí, ha sido una gira accidentada -su inició era en Estados Unidos, luego pasó a Brasil y ha tenido cancelaciones en Perú, Colombia y Chile por problemas de salud de la cantante y fallas en el montaje del escenario-, pero lo cierto es que los conciertos de Shakira casi siempre están llenos de contratiempos, de hecho el más significativo ocurrió durante El Dorado World Tour, suspendido por la afectación en las cuerdas vocales de la cantautora.
El Universal asistió al concierto realizado en Bogotá el pasado 27 de febrero en el Estadio Nemesio Camacho “El Campín”, que cerró, por el momento, su paso por su país natal Colombia. La producción, que tiene su génesis en el medio tiempo del Super Bowl 2020, evidencia la influencia de The Eras Tour de Taylor Swift y Celebration Tour de Madonna, espectáculos que recorren la carrera de las intérpretes estadounidenses. En el caso de Shakira, esta aparece acompañada por su leal banda y un cuerpo de bailarines que hacen posible afirmar hoy que la barranquillera es un monstruo sobre el escenario, una auténtica show woman que en nada se compara con la tímida chica que salía con su guitarra a cantar las agridulces experiencias de su corazón.

"Definidamente no hay mejor encuentro que el de una loba con su manada”, dijo Shakira desde el escenario (NICOLÁS GERARDÍN)
Las mujeres ya no lloran resume todas las facetas de Shakira en un viaje de dos horas conformado por más de treinta canciones y trece cambios de vestuario, todo de grandes diseñados, que ayudan a complementar la narrativa de la mujer cuyas caderas no mienten: la roquera, la merenguera, la pop o la reguetonera… Al final del show todas las Shakiras se abrazan. El momento más emotivo de este abrazo refiere a sus orígenes en la música: aparece en las grandes pantallas una Shakira adolescente expresando sus sueños: “Quiero conquistar a toda la colonia latina” y recordando luego su tercer álbum Pies descalzos, un hito en su meteórico ascenso al estrellato.
Los cambios, algo controversiales, han permitido a Shakira permanecer en la industria por más de tres décadas. Las criticas no han afectado su popularidad: su blanqueamiento, venderse a tendencias comerciales, su peso, la ausencia de lírica de sus últimos sencillos y el famoso crossover gracias a Gloria Estefan.
La fuerte
El concierto abre con Shakira caminando por el estadio, con un chándal blanco de Versace, acompañada por un grupo de fans ataviados con chaquetas plateadas y lentes oscuros, desatando una histeria colectiva que durara hasta el final. El primer tema que interpreta es La fuerte, su segunda colaboración con Bizarrap, así el ambiente festivo se mantiene ya sea de forma más intensa con los riff roqueros de Inevitable y Don’t Bother, que con el ritmo contagioso de Chantaje, Loca, Soltera, Monotonía y Waka Waka. Aunque hay momentos de pausa cuando suenan los acordes de Acróstico y del clásico Antología, aquí la artista destacó que estos fueron los títulos más votados cuando le preguntó a sus fans que qué querían escuchar en el setlist.
El éxtasis anuncia su final con la aparición en el escenario de un gran lobo blanco, mientras en las pantallas se proyectan los diez mandamientos de las Lobas. Cabe recordar que el epíteto “La Loba”, que asume Shakira hace un par de meses, tiene su génesis en el sencillo que escribió en 2009 y que permite crear su nuevo imaginario como mujer: la que tiene amor propio, la rebelde, la que busca una identidad, la que no deja a un lado sus metas y la que practica la sororidad. Se podría decir que Shakira ha creado una especie de religión, aunque no vende un ideal feminista. Es una mujer de su generación, contradictoria, nacida a finales de los años setenta, que creció en un país muy conservador y violento por los embates del narcotráfico, que vivió los cambios de la era analógica a la digital y está marcada por la caída del mundo de Berlín.
Cuando la artista sale al escenario, con un enterizo morado con transparencias del brasileño Dario Mittmann, aúlla y su manada de fans la secunda. Con Loba y la Sesión 53 con Bizarrap, cierra el círculo de su recorrido artístico, el estadio, cuyo público es mayoritariamente femenino, se cae coreando “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”; de repente caen billetes de cien dólares, pero no con el retrato de Benjamin Franklin, sino con el de Shakira. Si bien aún no se ha logrado romper el techo de cristal, las mujeres toman los billetes caídos del cielo como símbolo de empoderamiento, de buena suerte. Si Shakira pudo, ellas también pueden.
@DulceMRamosR
Las mujeres ya no lloran resume todas las facetas de Shakira en un viaje de dos horas conformado por más de treinta canciones y trece cambios de vestuario, todo de grandes diseñados, que ayudan a complementar la narrativa de la mujer cuyas caderas no mienten: la roquera, la merenguera, la pop o la reguetonera… Al final del show todas las Shakiras se abrazan. El momento más emotivo de este abrazo refiere a sus orígenes en la música: aparece en las grandes pantallas una Shakira adolescente expresando sus sueños: “Quiero conquistar a toda la colonia latina” y recordando luego su tercer álbum Pies descalzos, un hito en su meteórico ascenso al estrellato.
Los cambios, algo controversiales, han permitido a Shakira permanecer en la industria por más de tres décadas. Las criticas no han afectado su popularidad: su blanqueamiento, venderse a tendencias comerciales, su peso, la ausencia de lírica de sus últimos sencillos y el famoso crossover gracias a Gloria Estefan.
La fuerte
El concierto abre con Shakira caminando por el estadio, con un chándal blanco de Versace, acompañada por un grupo de fans ataviados con chaquetas plateadas y lentes oscuros, desatando una histeria colectiva que durara hasta el final. El primer tema que interpreta es La fuerte, su segunda colaboración con Bizarrap, así el ambiente festivo se mantiene ya sea de forma más intensa con los riff roqueros de Inevitable y Don’t Bother, que con el ritmo contagioso de Chantaje, Loca, Soltera, Monotonía y Waka Waka. Aunque hay momentos de pausa cuando suenan los acordes de Acróstico y del clásico Antología, aquí la artista destacó que estos fueron los títulos más votados cuando le preguntó a sus fans que qué querían escuchar en el setlist.
El éxtasis anuncia su final con la aparición en el escenario de un gran lobo blanco, mientras en las pantallas se proyectan los diez mandamientos de las Lobas. Cabe recordar que el epíteto “La Loba”, que asume Shakira hace un par de meses, tiene su génesis en el sencillo que escribió en 2009 y que permite crear su nuevo imaginario como mujer: la que tiene amor propio, la rebelde, la que busca una identidad, la que no deja a un lado sus metas y la que practica la sororidad. Se podría decir que Shakira ha creado una especie de religión, aunque no vende un ideal feminista. Es una mujer de su generación, contradictoria, nacida a finales de los años setenta, que creció en un país muy conservador y violento por los embates del narcotráfico, que vivió los cambios de la era analógica a la digital y está marcada por la caída del mundo de Berlín.
Cuando la artista sale al escenario, con un enterizo morado con transparencias del brasileño Dario Mittmann, aúlla y su manada de fans la secunda. Con Loba y la Sesión 53 con Bizarrap, cierra el círculo de su recorrido artístico, el estadio, cuyo público es mayoritariamente femenino, se cae coreando “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”; de repente caen billetes de cien dólares, pero no con el retrato de Benjamin Franklin, sino con el de Shakira. Si bien aún no se ha logrado romper el techo de cristal, las mujeres toman los billetes caídos del cielo como símbolo de empoderamiento, de buena suerte. Si Shakira pudo, ellas también pueden.
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