Frank Quintero: “Hay un universo de música por descubrir”
El 21 de noviembre, el cantante, compositor y productor musical ofrecerá un show acompañado por cinco agrupaciones del Sistema
Con más de cinco décadas en el mundo de la música, Frank Quintero (Caracas, 1952) está a punto de marcar un hito en su trayectoria artística. El 21 de noviembre de 2024, el cantautor se unirá en el escenario de la Sala Simón Bolívar, del Centro Nacional de Acción Social por la Música (Casplm), a cinco agrupaciones del Sistema: la Coral Nacional Simón Bolívar; la Orquesta de Cámara Simón Bolívar; la Simón Bolívar Big Band Jazz; la Orquesta Alma Llanera Región Capital, y el Ensamble de Metales Metropolitano.
De esta forma, vocalista y más de 150 músicos deleitarán a los asistentes con un repertorio en el que prometen destacar con la misma contundencia: arpa, cuatro maracas, swing, jazz y música de cámara en Frank Quintero & El Sistema.
-¿Cómo se ha acoplado a una orquesta sinfónica?
-Bien, como son cinco, vamos un día a la vez, parte por parte, por el orden en el que nos hemos visto. Primero con los niños, luego con el coro, la Big Band y con la orquesta completa que ensayaremos mañana lunes. Ellos están ensayando por su parte, la banda nuestra por nuestra parte y esta semana estamos haciendo el primer ensamble de la banda para acoplarnos.
-¿Qué historias quiere compartir Frank Quintero con el público?
-Vamos a suponer que eres un buzo profesional y que estás acostumbrado a nadar en pequeños lagos, en el mar de tu país y, de repente, te tiran en el Pacifico. Tú sabes y presientes con que te va a encontrar, pero no estás seguro. Y una vez que estás en la profundidad te encuentras con peces que nunca habías visto, colores que nunca habías visto, entonces, es un aprendizaje, aunque no lo creas, porque uno cree que conoce todo y todavía hay mucho por conocer; y segundo, la interacción con músicos que se están gestando para ser profesionales. Para nosotros es una experiencia única poder compartir con todos esos niños y para ellos que solo tienen la experiencia de estar en el salón de clase, estar en un escenario, debe ser algo intimidante e impresionante.
-Más allá de sus temas de siempre, ¿qué otros temas quisiera transformar en música?
-Nosotros los que hacemos esto y tenemos la carrera, por decirlo así, tenemos la obligación con el público de tocar esas canciones porque eso es lo que ellos vienen a escuchar; sin embargo, nos salimos un poco de la línea y estrenamos cosas del disco que viene para 2025, canciones que han sido clásicos y rearregladas al mundo electrónico o pop. Y en este particular concierto, serán canciones arregladas por otros arreglistas que no soy yo. Entonces, se pone interesante la cosa.
-¿Cuándo sale su nuevo disco?
-Apenas estamos en el proceso de la preproducción. Seleccionar las canciones, ver en qué estudio las vamos a grabar, con qué músicos, pero yo asumo, hoy es muy rápido trabajar, que quizás, para abril el disco esté en la calle.
-¿Cómo percibe la industria musical en la actualidad?
-Bien, sabrás. Fíjate, hoy tenemos una industria netamente comercial y cerrada a promocionar algunas cosas, no aplica a lo urbano, el reguetón y lo bailable, pero a nivel mundial y gracias a lo que yo llamo la Enciclopedia Larousse de estos años, que es YouTube, hay una cantidad enorme de cosas que se están haciendo en el mundo entero, súper interesantes, con gente muy joven o que se está atreviendo a hacer colaboraciones, con las nuevas propuestas, hay un universo de música por descubrir y eso nos expande el horizonte y nos dan ganas de hacer unas cosas, de intercambiar ideas con otros grupos de la misma línea y relación, con gente más joven, con gente más adulta, con gente de otros estilos; o sea, estamos en un momento global y trascendental.
-Fue parte importante de la movida musical caraqueña y venezolana de los 80 y 90. ¿Qué quedó de eso? ¿Es posible que pueda volver a repetirse un fenómeno como aquel?
-Claro que sí. Yo vengo de un mundo donde todo era físicamente tangible, existía el LP, el vinilo, el casete, después vino el CD, pero eran cosas que podías tener en tus manos. Eso con la era digital se acabó. ¿por qué? Porque se dio la oportunidad no de que bajaras el disco completo sino la canción que te gustaba; importaba un pito quién la cantó, con quién la grabó ni nada. Para nosotros fue un golpe muy bajo porque pensábamos que íbamos a desaparecer del espectro. Antes mis canciones sonaban a rabiar en la radio durante 24 horas y después simplemente dejaron de sonar y yo pensé: “Se me acabó la carrera”. Antes que alguien, un amigo muy querido, me dijo: “Cuando tú vas a un concierto, de un artista que te gusta, ¿qué vas a escuchar? ¿Lo que ya conoces o lo nuevo?”. Y eso me abrió los ojos porque la gente cuando va a un concierto de un artista como yo va a escuchar lo que ya conoce, entonces, nosotros podemos darnos el lujo, aunque suene un poco pedante, de no grabar más nunca porque tenemos un portafolio de 50 canciones conocidas, eso nos dio la tranquilidad de que hay que seguirlo haciendo, pero mejor, de darle al público lo que quiere y conoce, y actualizarlo. Es como renovar la casa. Es lo mismo. Ha sido una enseñanza y ahora veo: “Me encanta tu música” y ahí respondo: “Todavía hay mucha tela que cortar”.
-Hace unos años, lo vimos en escena con Pedro Castillo y Elisa Rego. ¿Se volverá a repetir esa unión?
-El único problema con eso son las agendas. Cada uno de nosotros tiene sus planes. Sería ideal que pudiésemos hacerlo de nuevo porque además de colegas y compañeros, somos amigos. Y la experiencia fue buenísima y encantadora.
-Quizás en sus inicios, su intención era comunicar, compartir sus letras. Hoy, 50 años después, ¿qué persigue Frank Quintero?
-Exactamente lo mismo. Lo que pasa es que uno escribe canciones para comunicar y porque le nace. Después entras en el negocio de la música, que ya es un compromiso con la gente que está apostando por ti. Pero una vez que pasas ese túnel, puedes regresar a tu deseo de comunicar y complacer a quienes siguen tu trabajo.
-¿Se arrepiente de algo?
-Sí y no.
-¿De qué sí y de qué no?
-Cuando nació mi primer hijo, decidí parar para estar con él, por la experiencia de ser papá. Claro si tú paras cinco años, un joven que tiene 15 años, dentro de cinco, tendrá 20 y ya su horizonte será otro, ya no le interesan tantos los conciertos, comprar discos, tiene novia, se casó, trabaja en una empresa, ese público se va o se convierte en otro. En vez de chamos eufóricos brincando en una concha acústica, por ejemplo, van a un teatro a sentarse, a escuchar, con las piernas cruzadas y no se paran a aplaudir ni nada. Aplauden, pero ya no con la euforia de otros años. Eso para nosotros es un shock. ¿Qué pasó con toda la gente que gritaba? Se convirtieron en otras personas y eso cada año va pasando y resulta que hay que adaptarse a la gente que va llegando y que es distinta a la que se fue. Son cosas que hay que analizar, uno mismo cambia también. Antes enfrentaba cualquier gira, pero ahora tenemos otro cuerpecito y decimos: “Un día sí, un día no”. No te puedes dar el lujo de cantar tres horas. Ya el semáforo empieza a encender más rápido las luces rojas. Debemos prepararnos para lo que viene, tengo que dormir bien, tengo que hacer ejercicios. No puedo andar como un loco.
@yolilu
De esta forma, vocalista y más de 150 músicos deleitarán a los asistentes con un repertorio en el que prometen destacar con la misma contundencia: arpa, cuatro maracas, swing, jazz y música de cámara en Frank Quintero & El Sistema.
-¿Cómo se ha acoplado a una orquesta sinfónica?
-Bien, como son cinco, vamos un día a la vez, parte por parte, por el orden en el que nos hemos visto. Primero con los niños, luego con el coro, la Big Band y con la orquesta completa que ensayaremos mañana lunes. Ellos están ensayando por su parte, la banda nuestra por nuestra parte y esta semana estamos haciendo el primer ensamble de la banda para acoplarnos.
-¿Qué historias quiere compartir Frank Quintero con el público?
-Vamos a suponer que eres un buzo profesional y que estás acostumbrado a nadar en pequeños lagos, en el mar de tu país y, de repente, te tiran en el Pacifico. Tú sabes y presientes con que te va a encontrar, pero no estás seguro. Y una vez que estás en la profundidad te encuentras con peces que nunca habías visto, colores que nunca habías visto, entonces, es un aprendizaje, aunque no lo creas, porque uno cree que conoce todo y todavía hay mucho por conocer; y segundo, la interacción con músicos que se están gestando para ser profesionales. Para nosotros es una experiencia única poder compartir con todos esos niños y para ellos que solo tienen la experiencia de estar en el salón de clase, estar en un escenario, debe ser algo intimidante e impresionante.
-Más allá de sus temas de siempre, ¿qué otros temas quisiera transformar en música?
-Nosotros los que hacemos esto y tenemos la carrera, por decirlo así, tenemos la obligación con el público de tocar esas canciones porque eso es lo que ellos vienen a escuchar; sin embargo, nos salimos un poco de la línea y estrenamos cosas del disco que viene para 2025, canciones que han sido clásicos y rearregladas al mundo electrónico o pop. Y en este particular concierto, serán canciones arregladas por otros arreglistas que no soy yo. Entonces, se pone interesante la cosa.
-¿Cuándo sale su nuevo disco?
-Apenas estamos en el proceso de la preproducción. Seleccionar las canciones, ver en qué estudio las vamos a grabar, con qué músicos, pero yo asumo, hoy es muy rápido trabajar, que quizás, para abril el disco esté en la calle.
-¿Cómo percibe la industria musical en la actualidad?
-Bien, sabrás. Fíjate, hoy tenemos una industria netamente comercial y cerrada a promocionar algunas cosas, no aplica a lo urbano, el reguetón y lo bailable, pero a nivel mundial y gracias a lo que yo llamo la Enciclopedia Larousse de estos años, que es YouTube, hay una cantidad enorme de cosas que se están haciendo en el mundo entero, súper interesantes, con gente muy joven o que se está atreviendo a hacer colaboraciones, con las nuevas propuestas, hay un universo de música por descubrir y eso nos expande el horizonte y nos dan ganas de hacer unas cosas, de intercambiar ideas con otros grupos de la misma línea y relación, con gente más joven, con gente más adulta, con gente de otros estilos; o sea, estamos en un momento global y trascendental.
-Fue parte importante de la movida musical caraqueña y venezolana de los 80 y 90. ¿Qué quedó de eso? ¿Es posible que pueda volver a repetirse un fenómeno como aquel?
-Claro que sí. Yo vengo de un mundo donde todo era físicamente tangible, existía el LP, el vinilo, el casete, después vino el CD, pero eran cosas que podías tener en tus manos. Eso con la era digital se acabó. ¿por qué? Porque se dio la oportunidad no de que bajaras el disco completo sino la canción que te gustaba; importaba un pito quién la cantó, con quién la grabó ni nada. Para nosotros fue un golpe muy bajo porque pensábamos que íbamos a desaparecer del espectro. Antes mis canciones sonaban a rabiar en la radio durante 24 horas y después simplemente dejaron de sonar y yo pensé: “Se me acabó la carrera”. Antes que alguien, un amigo muy querido, me dijo: “Cuando tú vas a un concierto, de un artista que te gusta, ¿qué vas a escuchar? ¿Lo que ya conoces o lo nuevo?”. Y eso me abrió los ojos porque la gente cuando va a un concierto de un artista como yo va a escuchar lo que ya conoce, entonces, nosotros podemos darnos el lujo, aunque suene un poco pedante, de no grabar más nunca porque tenemos un portafolio de 50 canciones conocidas, eso nos dio la tranquilidad de que hay que seguirlo haciendo, pero mejor, de darle al público lo que quiere y conoce, y actualizarlo. Es como renovar la casa. Es lo mismo. Ha sido una enseñanza y ahora veo: “Me encanta tu música” y ahí respondo: “Todavía hay mucha tela que cortar”.
-Hace unos años, lo vimos en escena con Pedro Castillo y Elisa Rego. ¿Se volverá a repetir esa unión?
-El único problema con eso son las agendas. Cada uno de nosotros tiene sus planes. Sería ideal que pudiésemos hacerlo de nuevo porque además de colegas y compañeros, somos amigos. Y la experiencia fue buenísima y encantadora.
-Quizás en sus inicios, su intención era comunicar, compartir sus letras. Hoy, 50 años después, ¿qué persigue Frank Quintero?
-Exactamente lo mismo. Lo que pasa es que uno escribe canciones para comunicar y porque le nace. Después entras en el negocio de la música, que ya es un compromiso con la gente que está apostando por ti. Pero una vez que pasas ese túnel, puedes regresar a tu deseo de comunicar y complacer a quienes siguen tu trabajo.
-¿Se arrepiente de algo?
-Sí y no.
-¿De qué sí y de qué no?
-Cuando nació mi primer hijo, decidí parar para estar con él, por la experiencia de ser papá. Claro si tú paras cinco años, un joven que tiene 15 años, dentro de cinco, tendrá 20 y ya su horizonte será otro, ya no le interesan tantos los conciertos, comprar discos, tiene novia, se casó, trabaja en una empresa, ese público se va o se convierte en otro. En vez de chamos eufóricos brincando en una concha acústica, por ejemplo, van a un teatro a sentarse, a escuchar, con las piernas cruzadas y no se paran a aplaudir ni nada. Aplauden, pero ya no con la euforia de otros años. Eso para nosotros es un shock. ¿Qué pasó con toda la gente que gritaba? Se convirtieron en otras personas y eso cada año va pasando y resulta que hay que adaptarse a la gente que va llegando y que es distinta a la que se fue. Son cosas que hay que analizar, uno mismo cambia también. Antes enfrentaba cualquier gira, pero ahora tenemos otro cuerpecito y decimos: “Un día sí, un día no”. No te puedes dar el lujo de cantar tres horas. Ya el semáforo empieza a encender más rápido las luces rojas. Debemos prepararnos para lo que viene, tengo que dormir bien, tengo que hacer ejercicios. No puedo andar como un loco.
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