Carlos Castillo: “Aún no se ha reconocido la importancia del Super 8 en Venezuela”
Casi toda la obra artística del impulsor de ese formato se exhibe en la Sala TAC, en alianza con Carmen Araujo Arte
“Cámaras que caen abruptamente al vacío, televisiones que se suspenden en lo alto de un asta, recetas de sopa de pollo que se convierten en historias de suspenso y ráfagas de cuchillos que desgarran el aire, son tan solo algunas de las configuraciones tan insólitas como cotidianas que se reúnen en esta exposición”.
Con estas palabras, el investigador y docente Renato Bermúdez Dini describe la muestra del realizador Carlos Castillo (Caracas, 1942) que, en alianza con Carmen Araujo Arte, tiene lugar en la Sala TAC de Trasnocho Cultural: C.C.T.V: Casi todo 1963-2011, donde se ha reunido por primera vez casi toda la obra de uno de los principales representantes del movimiento de cine Super 8 que marcó pauta en la historia del arte en nuestro país.
“Esta es una muestra que yo llamo prospectiva -afirma Castillo-, porque en ella mi obra ha sido dosificada por razones de espacio. Anteriormente expuse algunas piezas, pero el contenido más o menos total no lo mostré sino hasta 2010, en el Centro Cultural Chacao y Henrique Faria Fine Art de Nueva York. Después de eso no había vuelto a tener una actividad tan importante como esta, que comienza en los años 50, con mis obras tempranas del informalismo, pasando por crónicas visuales, hasta trabajos recientes. Las siglas CCTV (Carlos Castillo Te Ve), son también las de Closed Circuit TV, o Circuito Cerrado de Televisión, que tiene que ver con mi trabajo”.
Cinco años después de que Eastman Kodak introdujera en el mercado la versión mejorada del formato 8 mm, a la que llamó Super 8, concebida con fines domésticos, creadores de todos los campos en Venezuela le dieron otro sentido con sus filmaciones totalmente libres e imaginativas, y un festival pionero en su género nos ubicaron a la cabeza de la vanguardia del momento.


Con estas palabras, el investigador y docente Renato Bermúdez Dini describe la muestra del realizador Carlos Castillo (Caracas, 1942) que, en alianza con Carmen Araujo Arte, tiene lugar en la Sala TAC de Trasnocho Cultural: C.C.T.V: Casi todo 1963-2011, donde se ha reunido por primera vez casi toda la obra de uno de los principales representantes del movimiento de cine Super 8 que marcó pauta en la historia del arte en nuestro país.

T.V.O. Retrato. 1979 (CORTESÍA CARMEN ARAUJO ARTE)
“Esta es una muestra que yo llamo prospectiva -afirma Castillo-, porque en ella mi obra ha sido dosificada por razones de espacio. Anteriormente expuse algunas piezas, pero el contenido más o menos total no lo mostré sino hasta 2010, en el Centro Cultural Chacao y Henrique Faria Fine Art de Nueva York. Después de eso no había vuelto a tener una actividad tan importante como esta, que comienza en los años 50, con mis obras tempranas del informalismo, pasando por crónicas visuales, hasta trabajos recientes. Las siglas CCTV (Carlos Castillo Te Ve), son también las de Closed Circuit TV, o Circuito Cerrado de Televisión, que tiene que ver con mi trabajo”.
Cinco años después de que Eastman Kodak introdujera en el mercado la versión mejorada del formato 8 mm, a la que llamó Super 8, concebida con fines domésticos, creadores de todos los campos en Venezuela le dieron otro sentido con sus filmaciones totalmente libres e imaginativas, y un festival pionero en su género nos ubicaron a la cabeza de la vanguardia del momento.

De C. Castillete a Reverón. Registro de performance. 1989 (CORTESÍA CARMEN ARAUJO ARTE)
Escultor y artista de medios múltiples, Castillo es uno de los voceros más destacados de ese movimiento, tanto por el número de sus originales realizaciones, como por el impulso que le brindara como director en la segunda etapa del Festival Internacional de Cine Super 8 creado por Julio Neri, que, en circuito con los de Montreal, Ottawa, Barcelona, Bruselas y Teherán, mostró a nuestros creadores en el mundo.
Fueron numerosos. El primero, Diego Rísquez y su Bolívar, sinfonía tropikal, con quien en 1981 Castillo llevó por primera vez el Super 8 al Festival de Cannes, con T.V.O. y Uno para todos, todos para todos. También Julio Neri, Ricardo Jabardo, Gianni Dal Maso, y artistas conceptuales como Rolando Peña, Carlos Zerpa, Nela Ochoa, Antonieta Sosa, lo incorporaron a sus propuestas.
Escultor y artista de medios múltiples, Castillo es uno de los voceros más destacados de ese movimiento, tanto por el número de sus originales realizaciones, como por el impulso que le brindara como director en la segunda etapa del Festival Internacional de Cine Super 8 creado por Julio Neri, que, en circuito con los de Montreal, Ottawa, Barcelona, Bruselas y Teherán, mostró a nuestros creadores en el mundo.
Fueron numerosos. El primero, Diego Rísquez y su Bolívar, sinfonía tropikal, con quien en 1981 Castillo llevó por primera vez el Super 8 al Festival de Cannes, con T.V.O. y Uno para todos, todos para todos. También Julio Neri, Ricardo Jabardo, Gianni Dal Maso, y artistas conceptuales como Rolando Peña, Carlos Zerpa, Nela Ochoa, Antonieta Sosa, lo incorporaron a sus propuestas.

Apropiación Indebida. Retrato. 1978 (CORTESÍA CARMEN ARAUJO ARTE)
“Sin que hubiera ningún propósito grupal, el Super 8 fue la desembocadura de artistas de todas las ramas: plásticos, poetas pintores, bailarines, escultores, que agarraron la cámara en su mano y descubrieron que era una herramienta maravillosa, una forma nueva que te permitía ir a la farmacia, comprar un rollo, pedir una cámara prestada y a los dos días tener un resultado, aunque fueras poeta, bailarín, filósofo o actor. Que el resultado fuera bueno o malo, no importaba. Era una obra, una pieza, una nueva expresión”, afirma Castillo.
Formado en el Instituto Neumann, Carlos Castillo inicia su trayectoria a fines de los años 50 en las artes plásticas con ensamblajes y esculturas que lo acercan al informalismo de la época. La llegada de los 60 lo inclina a la eclosión mundial del body art, el happening, el arte povera, el videoarte y la performance, que sintetizará en sus realizaciones visuales con absoluta libertad.
Entre los “superocheros” fue el que se dedicó con mayor ahínco al formato. Matinée 3:15 (1976), segundo lugar en el Festival Internacional de Videoarte Hecho en Venezuela (1977), Premio Especial del Jurado en el Festival de Irán; El film más espectacular del siglo (1978), con Liv Ullman como invitada especial; Esta película está que quema (1980); Sopa de pollo de mamá, con la que regresa a Cannes en 1982; Manos arriba, esto es un asalto (1980); Intento fallido de vuelo (1982), o 50-90 era jugando (1990), figuran en una extensa lista de realizaciones llevadas a cabo con la producción de su esposa, recientemente fallecida, Lissette Ravard, a quien dedica esta muestra.
“Sin que hubiera ningún propósito grupal, el Super 8 fue la desembocadura de artistas de todas las ramas: plásticos, poetas pintores, bailarines, escultores, que agarraron la cámara en su mano y descubrieron que era una herramienta maravillosa, una forma nueva que te permitía ir a la farmacia, comprar un rollo, pedir una cámara prestada y a los dos días tener un resultado, aunque fueras poeta, bailarín, filósofo o actor. Que el resultado fuera bueno o malo, no importaba. Era una obra, una pieza, una nueva expresión”, afirma Castillo.
Formado en el Instituto Neumann, Carlos Castillo inicia su trayectoria a fines de los años 50 en las artes plásticas con ensamblajes y esculturas que lo acercan al informalismo de la época. La llegada de los 60 lo inclina a la eclosión mundial del body art, el happening, el arte povera, el videoarte y la performance, que sintetizará en sus realizaciones visuales con absoluta libertad.
Entre los “superocheros” fue el que se dedicó con mayor ahínco al formato. Matinée 3:15 (1976), segundo lugar en el Festival Internacional de Videoarte Hecho en Venezuela (1977), Premio Especial del Jurado en el Festival de Irán; El film más espectacular del siglo (1978), con Liv Ullman como invitada especial; Esta película está que quema (1980); Sopa de pollo de mamá, con la que regresa a Cannes en 1982; Manos arriba, esto es un asalto (1980); Intento fallido de vuelo (1982), o 50-90 era jugando (1990), figuran en una extensa lista de realizaciones llevadas a cabo con la producción de su esposa, recientemente fallecida, Lissette Ravard, a quien dedica esta muestra.

El artista dedica la exposición C.C.T.V: Casi todo 1963-2011 a su esposa y productora Lissette Ravard de Castillo, recientemente fallecida (VASCO SZINETAR)
-¿Cuáles fueron los aportes del Super 8?
-Todavía no ha terminado de darse a conocer la importancia del trabajo que hicimos. Yo creo que nuestras realizaciones influyeron en la cinematografía de los países donde se presentaron por su mensaje de ruptura de la estética tradicional, y la dinámica de hacer una película en ocho días. Eso no existía antes.
-Hay un regreso al formato en ciertos países. ¿Cómo ve su futuro?
-Al Super 8 actualmente le veo dos caras. Una, que acaba de salir una cámara que tiene todos los juguetes digitales del cine, la grabación se hace con una filmación en un rollito de película física, que tú mandas a revelar, y la misma casa la digitaliza a una altísima resolución, te la envía por la nube, y tú la trabajas con los medios de postproducción que existen en el mundo digital. Eso existe y lo puede adquirir cualquier persona. Pero yo creo que van a aparecer equipos alternativos que permitirán otras formas de experimentar, correr un poco más de riesgo, ser más audaces, permitir que el azar sea un ingrediente clave.
“Ahora, entre los jóvenes, que son un poco más estudiosos, hay una fiebre de coquetear con el Super 8 de verdad, con las cámaras de nuestra época, con la película que todavía revelan en algunas partes en Europa y Estados Unidos, y que las regresan y hay que agarrarlas y cortarlas si quieres editar. Es esa cosa romántica, como en el caso de la fotografía y los formatos analógicos llegando hasta el pinhole (cámara estenopeica), que es el origen de la fotografía”, concluye.
@weykapu
-¿Cuáles fueron los aportes del Super 8?
-Todavía no ha terminado de darse a conocer la importancia del trabajo que hicimos. Yo creo que nuestras realizaciones influyeron en la cinematografía de los países donde se presentaron por su mensaje de ruptura de la estética tradicional, y la dinámica de hacer una película en ocho días. Eso no existía antes.
-Hay un regreso al formato en ciertos países. ¿Cómo ve su futuro?
-Al Super 8 actualmente le veo dos caras. Una, que acaba de salir una cámara que tiene todos los juguetes digitales del cine, la grabación se hace con una filmación en un rollito de película física, que tú mandas a revelar, y la misma casa la digitaliza a una altísima resolución, te la envía por la nube, y tú la trabajas con los medios de postproducción que existen en el mundo digital. Eso existe y lo puede adquirir cualquier persona. Pero yo creo que van a aparecer equipos alternativos que permitirán otras formas de experimentar, correr un poco más de riesgo, ser más audaces, permitir que el azar sea un ingrediente clave.
“Ahora, entre los jóvenes, que son un poco más estudiosos, hay una fiebre de coquetear con el Super 8 de verdad, con las cámaras de nuestra época, con la película que todavía revelan en algunas partes en Europa y Estados Unidos, y que las regresan y hay que agarrarlas y cortarlas si quieres editar. Es esa cosa romántica, como en el caso de la fotografía y los formatos analógicos llegando hasta el pinhole (cámara estenopeica), que es el origen de la fotografía”, concluye.
@weykapu
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