UNA ENTRADA A LA SEMANA | Crítica
La tierra, el país, de la diosa quebrada
El cortometraje documental "La diosa quebrada", de Ximena Pereira, es una metáfora de dos países y una estatua rota en dos
Hace una semana se presentaba en la sala del Museo de Bellas Artes donde se aloja la Cinemateca Nacional, un cortometraje firmado por Ximena Pereira titulado La diosa quebrada. El documental, que dura veinte minutos y tardó veinte años en ser culminado, aborda el desgarro de la estatua de María Lionza, original de Alejandro Colina, que reposaba desde 1951 en los carriles de la autopista Francisco Fajardo.
En un producto artístico, más cuando se trata de un proyecto audiovisual, el tema debería poder ser resumido en una palabra, lo suficientemente oculto para no ser obvio; lo suficientemente expuesto para no ser rebuscado. En el caso de La diosa quebrada, el verbo quebrar está presente en cada una de las historias que lo componen.
Un quiebre no significa solamente que algo está roto o dañado. Quebrar, en este contexto, revela también la existencia de dos partes de una misma cosa. Pero también es una herida y, posiblemente, una manera velada de declarar la ruina material.
María Lionza es la más celebre representación del sincretismo entre las creencias católicas, indígenas y africanas. La historia de su estatua quebrada habla sobre un gobierno que decidió usar la deteriorada estatua para hacer una réplica, y de una universidad que se empeñó en restaurar la original.
Pero, detrás de esos bandos, se escondían también dos proyectos de país distintos que se habían declarado adversarios. La réplica era el estandarte del gobierno, defensor de un proyecto nuevo para abolir lo viejo. La universidad, que había reclamado la propiedad sobre la escultura original, defendía una restitución de la imagen original.
¿Quién tenía la razón hace diez años? ¿Por qué es importante? ¿Qué es un país, si no es capaz de reparar una estatua?
El relato de La diosa quebrada se balancea entre la historia y los recortes hemerográficos, las imágenes de María Lionza con las entrañas metálicas expuestas, y la experiencia de Ximena Pereira como migrante.
En el exilio, la cineasta regresa a la diosa yaracuyana como una manera de volver a su país quebrado. Recurre a María Lionza ante la realidad de saberse ella misma quebrada, sin la capacidad de pertenecer a ningún sitio, sin un acento distintivo, sin un lugar común al cual volver.
Un quiebre también es el espacio que existe entre dos pedazos que antes estaban juntos.
Quizás el aporte más importante de este cortometraje es una toma realizada con dron donde se muestra la escultura de María Lionza original, resguardada bajo techo en un galpón de la Universidad Central de Venezuela, y la distancia que la separa de su lugar original, donde reposa la réplica.
La nueva María Lionza ya no descansa en un carril de la autopista Francisco Fajardo, pues su nombre cambió al de Avenida Gran Cacique Guaicaipuro jefe de jefes.
¿Se puede decir que la réplica usurpa el lugar que le correspondía a la original de Alejandro Colina? ¿Se puede usurpar un lugar que ya no es tal?
María Lionza desapareció un día del lugar que le fue asignado en el limbo. Las autoridades universitarias hablaban de “robo”. Todos se preguntaban cómo era posible robar una estatua de casi seis metros de altura. Hablaban de cómplices y conspiraciones para tratar de explicar la desaparición de la diosa, y una nueva página de su leyenda.
En 2022, la Federación Venezolana de Espiritismo se atribuyó la autoría del acontecimiento y, según sus voceros, la diosa ahora se encuentra en Chivacoa, Yaracuy, rodeada de los fieles que la admiran y adoran.
@enlazonac
En un producto artístico, más cuando se trata de un proyecto audiovisual, el tema debería poder ser resumido en una palabra, lo suficientemente oculto para no ser obvio; lo suficientemente expuesto para no ser rebuscado. En el caso de La diosa quebrada, el verbo quebrar está presente en cada una de las historias que lo componen.
Un quiebre no significa solamente que algo está roto o dañado. Quebrar, en este contexto, revela también la existencia de dos partes de una misma cosa. Pero también es una herida y, posiblemente, una manera velada de declarar la ruina material.
María Lionza es la más celebre representación del sincretismo entre las creencias católicas, indígenas y africanas. La historia de su estatua quebrada habla sobre un gobierno que decidió usar la deteriorada estatua para hacer una réplica, y de una universidad que se empeñó en restaurar la original.
Pero, detrás de esos bandos, se escondían también dos proyectos de país distintos que se habían declarado adversarios. La réplica era el estandarte del gobierno, defensor de un proyecto nuevo para abolir lo viejo. La universidad, que había reclamado la propiedad sobre la escultura original, defendía una restitución de la imagen original.
¿Quién tenía la razón hace diez años? ¿Por qué es importante? ¿Qué es un país, si no es capaz de reparar una estatua?
El relato de La diosa quebrada se balancea entre la historia y los recortes hemerográficos, las imágenes de María Lionza con las entrañas metálicas expuestas, y la experiencia de Ximena Pereira como migrante.
En el exilio, la cineasta regresa a la diosa yaracuyana como una manera de volver a su país quebrado. Recurre a María Lionza ante la realidad de saberse ella misma quebrada, sin la capacidad de pertenecer a ningún sitio, sin un acento distintivo, sin un lugar común al cual volver.
Un quiebre también es el espacio que existe entre dos pedazos que antes estaban juntos.
Quizás el aporte más importante de este cortometraje es una toma realizada con dron donde se muestra la escultura de María Lionza original, resguardada bajo techo en un galpón de la Universidad Central de Venezuela, y la distancia que la separa de su lugar original, donde reposa la réplica.
La nueva María Lionza ya no descansa en un carril de la autopista Francisco Fajardo, pues su nombre cambió al de Avenida Gran Cacique Guaicaipuro jefe de jefes.
¿Se puede decir que la réplica usurpa el lugar que le correspondía a la original de Alejandro Colina? ¿Se puede usurpar un lugar que ya no es tal?
María Lionza desapareció un día del lugar que le fue asignado en el limbo. Las autoridades universitarias hablaban de “robo”. Todos se preguntaban cómo era posible robar una estatua de casi seis metros de altura. Hablaban de cómplices y conspiraciones para tratar de explicar la desaparición de la diosa, y una nueva página de su leyenda.
En 2022, la Federación Venezolana de Espiritismo se atribuyó la autoría del acontecimiento y, según sus voceros, la diosa ahora se encuentra en Chivacoa, Yaracuy, rodeada de los fieles que la admiran y adoran.
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