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Alfredo Chacón: “Todos mis poemarios me han marcado tanto como yo a ellos”

Más de seis décadas de creación reúne su libro “Salomario. Poesía reunida 1956-2021”, edición reciente de OT editores

  • MARITZA JIMÉNEZ

28/04/2024 01:00 am

Casi siete décadas han transcurrido desde que Alfredo Chacón (San Fernando de Apure, 1938) dio a conocer Saloma, poemario con el que el joven filósofo y antropólogo ucevista doctorado en París debutó en la poesía venezolana en esa turbulenta década a la que luego dedicaría “La izquierda cultural venezolana”, texto imprescindible para analizar aquella “era de la iracundia”.

Del mismo modo, su tesis doctoral en París, Curiepe: ensayo sobre la realización del sentido en la actividad mágico-religiosa de un pueblo venezolano (1979), Premio de Ensayo de la Bienal José Rafael Pocaterra en 1980; Cultura y dependencia (1975), Ensayos de crítica cultural 1964-1981, La pasión literaria 1959-1985, La voz y la palabra: lecturas de la poesía venezolana (1999), Se solicita pensamiento para esta realidad (2005), Ser al decir: el pensamiento de la poesía en siete poetas latinoamericanos (2014), y su compilación Poesía y poética del Grupo Orígenes, publicada en 1994 por Biblioteca Ayacucho, de la que fuera director, dieron cuenta de una trayectoria empeñada en el análisis y la reflexión crítica.

Poeta, por encima de todo, Chacón se ha mantenido fiel al ejercicio de una poesía que se adentra en las profundidades de la relación entre el lenguaje y la palabra, como podemos apreciarlo en Salomario. Poesía reunida 1956-2021, edición de OT editores que nos invita a acompañarlo en ese recorrido a través del esplendor.

 
"Un texto es poesía, en primer lugar cuando no incurre en el trato mortecino con las palabras", dice el autor (Foto: EDGAR RENDÓN)

“Durante el larguísimo tiempo en que escribí los poemas de mis libros reunidos en el segundo Salomario, la relación con el lenguaje se me ha cumplido en los siguientes planos de la experiencia vital: primero, el de la sensibilidad abierta a las peculiaridades del habla sintonizada con el vivir cotidiano; luego, el del contacto reflexivo con las proposiciones de ciertas disciplinas científicas o filosóficas consagradas a la conceptualización del lenguaje como dimensión esencial de la existencia humana; y, por sobre todo, el del desafío intuitivo que se ha de responder si uno intenta acceder, con el mínimo de sinceridad indispensable, a la escritura del poema.

“En este último plano, que por supuesto es el correspondiente a la vigencia de la poesía como dimensión esencial de la experiencia humana, las ineludibles exigencias de la realización poética se pueden sintetizar diciendo que en la escritura del poema el lenguaje tiene que ser asumido como una dimensión virtual y englobante, y no a partir de sus manifestaciones ya cumplidas. Es decir, no como un factor pasivamente instrumental, sino en cuanto materia prima de la peculiar experiencia lingüística en que consiste la verbalidad poemática".

-Lo poético pasa por el lenguaje para convertirse en poema, pero ¿cuándo podemos decir que un poema u objeto verbal deviene poesía?
-Un texto es poesía, en primer lugar cuando no incurre en el trato mortecino con las palabras, quiere decir: cuando la trama de sus frases es capaz de responder al privilegio humano que es el lenguaje con el reconocimiento de las potencialidades significativas y expresivas tanto de las palabras en sí mismas como de las frases, los conjuntos de frases y las lenguas o idiomas, o sea, del aire que las palabras de la imaginación respiran. Y, por supuesto, tan importante como eso es que un texto poético sólo puede ser reconocido como tal por una lectura capaz de diferenciar entre el ejercicio infértil y el ejercicio vivaz de la escritura.

 

-En estos casi 70 años, ¿cómo ha sido su relación con cada libro? ¿Alguno en especial que lo haya marcado más que otro?
-Siento que todos mis libros de poemas me han marcado tanto como yo los he marcado a ellos. En cuanto tales poemarios se componen de todos los poemas que he escrito y en orden en que los fui escribiendo, con la excepción de dos casos correspondientes al libro Sin mover los labios, el más recientemente publicado.

"Lo que sí creo que ha variado a lo largo del tiempo -sigue- es el sentido de esta marca recíproca del poema por el escritor y del escritor por el poema. Con el primer libro, Saloma, se trató de un intento reciamente arquitecturado de verbalizar la constitución del mundo desde su comienzo absoluto; con el libro Entre afueras y centros, escrito en segundo lugar pero publicado treinta años después, intenté situarme en el extremo opuesto, el de la elementalización o materialización sonora y visual de la palabra; y a partir de allí, mis poemas han transcurrido en el espacio abierto entre dichos extremos, y oscilando discretamente entre ellos".

-Una de sus grandes virtudes fue leer la poesía de otros como su fuera propia. ¿Es ese quizás el papel de la crítica?
-Leer la poesía de antes o de ahora, significa entregarse a algo y apropiarse de algo mucho más complejo, mucho más trascendente y mucho más universal que el derecho de autor. Al ser la poesía uno de esos incalculables conjuntos de textos creados con los cuales cuenta la humanidad, la responsabilidad humana frente a ellos es nada menos que la disposición a medirse con su grandeza, a ser medidos por esa grandeza que constituye una de las evidencias más verídicas de la relación humana entre lo real y lo posible. De allí que la crítica no puede reducirse al ejercicio de aplicarle a una obra los criterios de alguien cuyo pensar y cuyos pensamientos no sean capaces de tomar en cuenta el problema entero de la creación. En este terreno, creo que mi vocación no ha sido juzgar doctrinariamente los textos en cuestión, sino leerlos, quiero decir, estimarlos en el curso de una lectura que me permita mirar a su trasluz el problema de la creación, sopesar su particular situación con respecto a las exigencias creadoras de la escritura.

-No hay cambio o transformación social que no pase por el lenguaje. ¿Qué síntomas de este tiempo, de esta realidad nuestra, advierte en el lenguaje y en la poesía contemporánea?
-No hay situación humana, individual o colectiva, que no pase por el lenguaje, y por la cual no pase el lenguaje. Este es uno de los acontecimientos decisivos de la experiencia humana y uno de los indicios más consistentes del grado de conciencia, y de responsabilidad, que los seres humanos vamos teniendo del devenir de nuestra condición.

-En este tiempo, como en todas las épocas de la modernidad, ha ocurrido y sigue ocurriendo más o menos lo mismo: la fecundidad marginal de los que escriben desde la conciencia, la responsabilidad y la aptitud para la creación escrita, y la proliferación tan apabullante como exitosa de los que usan las palabras y los recursos expresivos más comunes y reiterados con la intención de hacer ver su condición de autores “verdaderamente” contemporáneos.

-El último episodio de semejante epopeya es el recién comenzado operativo transnacional de la Inteligencia Artificial: por un lado, portadora de unas asombrosas novedades tecnológicas que implican fuerzas realizadoras sin precedentes en el campo mixto del pensamiento, la imaginación, la significación y la expresión; por otro lado, un instrumento desmedido en manos de poderes dispuestos a ejercerse directa e inmediatamente sobre el mundo entero. Gracias a la Inteligencia Artificial las fuerzas decisorias del destino del mundo podrán, no solamente condicionar la subjetividad humana, como hasta ahora, sino ir sustituyéndola por los procedimientos más rentables para sus correspondientes intereses.
@weykapu




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