En el cuento Un hombre muy viejo con unas alas enormes, Gabriel García Márquez dejaba ver, ya en 1955, por qué un día sería reconocido como el máximo representante del realismo mágico latinoamericano, movimiento que, pocos saben, tuvo su origen en las artes plásticas de principios del siglo XX, como lo evidencian los textos del alemán Franz Roh en 1925.
Disputas aparte, el artista Karim Borjas viene a recordar esa antigua relación en L’Envol (La Elevación), obra dedicada al Nobel colombiano, en la que le confiere otra dimensión visual y filosófica a la historia del ángel caído en un gallinero.
Compuesta por catorce imágenes fotográficas sobre papel de acuarela, “más que un libro de artista, es una instalación, que ahora será parte de la colección de la universidad”, afirma Borjas, quien hizo un alto en sus 40 años de residencia en Francia para venir a Caracas a donarla a la Universidad Católica "Andrés Bello", en un acto que contó con la presencia de las máximas autoridades de la institución.
La obra donada a la UCAB reúne catorce imágenes fotográficas sobre papel de acuarela (CORTESÍA KARIM BORJAS)
“Gran parte de mi trabajo plástico podría decirse que es una fusión de las obras de Mark Rothko, Rembrandt y Turner. Esta fusión fue lo que dio paso a mis primeras series, las Peincritures en los años 80. Luego viene Reflexión y ruptura, en la que todo deviene monocromático, casi minimalista, predominando grandes espacios planos en contraposición, espacios inacabados, en varias tonalidades de pigmento negro y ocres cortados por una línea”.
En un trabajo que se desarrolla “como una gran línea de continuidad”, esta serie abre paso en los 90 a las Tridas insiformes, obras en gran formato donde “la pintura está realizada única y exclusivamente con colores pigmentarios, cubiertos con veladuras de pintura al óleo en la que el color monocromo, denso y profundo, intensifica el carácter espiritual de la obra”.
La serie surge en Bensaçon, de un poemario de Rafael Rodríguez Calcaño, del que cada obra toma el título y hasta un extracto de poemas. “Yo le hice también la portada a su cuento La grandilocuente historia del gigante Noctámbul, así como la de la nueva edición de Los viajeros de Indias de Francisco Herrera Luque”.
Una relación con la literatura que se remonta a sus años infantiles, con los poemarios de poeta Rafael Cadenas como libros de cabecera, y que se ha intensificado a lo largo de su trayectoria, tomando la forma de esa grafía patente en sus trabajos como manuscritos o textos de la guía telefónica.
“La caligrafía es una representación del gesto. Una escritura cargada de vivencias, que construyen y dan dirección a un paisaje onírico cuasi abstracto, un palimpsesto que se reconstruye, se reescribe una y otra vez”, señala.
Con más de 200 exposiciones –individuales y colectivas– presentadas en el mundo entero, Karim Borjas forma parte, al mismo tiempo, de un colectivo de artistas internacionales, en el que se desempeña como curador.
“Mi pasión por el arte me lleva a concebir proyectos colectivos, respetando la individualidad de cada quien. Somos un grupo de artistas que llevamos años exponiendo por toda Europa, creando instalaciones en diversos países. Y eso es algo que me gustaría poder hacer aquí, presentar artistas internacionales. No es una tarea fácil, pero hay que creer. En el arte se trata de creer y persistir”.
Menciona su deseo de recuperar el espacio público en Venezuela, con nuevas propuestas que alegren o cambien el cotidiano al espectador. “La gente se desplaza cada vez menos a los centros culturales”, observa. “Por eso, la alternativa de ocupar el espacio público de forma efímera o no, con manifestaciones vinculantes, es una excelente oportunidad. Eso no es nada nuevo, lo que hace falta es la voluntad”.
-¿Como Las Meninas?
-Hablo de arte, no de un plagio decorativo.
@weykapu
Disputas aparte, el artista Karim Borjas viene a recordar esa antigua relación en L’Envol (La Elevación), obra dedicada al Nobel colombiano, en la que le confiere otra dimensión visual y filosófica a la historia del ángel caído en un gallinero.
Compuesta por catorce imágenes fotográficas sobre papel de acuarela, “más que un libro de artista, es una instalación, que ahora será parte de la colección de la universidad”, afirma Borjas, quien hizo un alto en sus 40 años de residencia en Francia para venir a Caracas a donarla a la Universidad Católica "Andrés Bello", en un acto que contó con la presencia de las máximas autoridades de la institución.
Borjas define L'Envol, como una instalación, más que un libro de artista (CORTESÍA KARIM BORJAS)
“Esa serie siempre me recordó el cuento de García Márquez. Por eso se la dediqué”, afirma. “Pero más allá de lo que dice literalmente la crítica, el cuento para mí es la imagen de cómo uno puede recuperarse y volver a levantarse de toda vicisitud. Uno siempre puede volver a emprender el vuelo, volver a empezar”.
Y es que para este multifacético artista y curador, cuyo trabajo es una permanente indagación e interacción entre diversos medios, el arte es energía. Más allá de las técnicas y materiales, sin ella, dice, no hay nada. Guiado por esa fuerza, en su trabajo plástico conjuga la fotografía, la grafía, el color o la textura, con el resultado de una narrativa visual impactante que convoca realidades más allá de la mirada.
Nació en Caracas en 1959 y se desempeñaba en el área de Seguro y Riesgos, con estudios en el IESA y el Colegio Universitario de Caracas, hasta que, relata, “no sé si fue en un sueño, o viéndome en el espejo, que me di cuenta que el hombre que estaba siendo no era lo que yo quería para mí”.
“Entré en una crisis –continúa- que en mi trabajo atribuyeron al estrés laboral y me enviaron de vacaciones. Hasta que un día, en el Hospital Militar, conocí a Carlos Cruz-Diez. ‘Ahí tienes tu respuesta’, sentí que me dijeron”.
Inicia entonces la formación que lo llevará de la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas a Francia, donde obtiene el Diploma Nacional Superior de Expresión Plástica de Bensaçon, y continúa en la Universidad París VIII, con una especialización en grabado y nuevas técnicas.
“Están muy bien, pero ¿esto es lo que tú quieres hacer?”. Las palabras del recordado crítico Gaston Diehl al ver sus dibujos le señalaron el camino de una investigación personal que lo llevará a recorrer Europa, Medio Oriente y parte de África del norte.
“Esa serie siempre me recordó el cuento de García Márquez. Por eso se la dediqué”, afirma. “Pero más allá de lo que dice literalmente la crítica, el cuento para mí es la imagen de cómo uno puede recuperarse y volver a levantarse de toda vicisitud. Uno siempre puede volver a emprender el vuelo, volver a empezar”.
Y es que para este multifacético artista y curador, cuyo trabajo es una permanente indagación e interacción entre diversos medios, el arte es energía. Más allá de las técnicas y materiales, sin ella, dice, no hay nada. Guiado por esa fuerza, en su trabajo plástico conjuga la fotografía, la grafía, el color o la textura, con el resultado de una narrativa visual impactante que convoca realidades más allá de la mirada.
Nació en Caracas en 1959 y se desempeñaba en el área de Seguro y Riesgos, con estudios en el IESA y el Colegio Universitario de Caracas, hasta que, relata, “no sé si fue en un sueño, o viéndome en el espejo, que me di cuenta que el hombre que estaba siendo no era lo que yo quería para mí”.
“Entré en una crisis –continúa- que en mi trabajo atribuyeron al estrés laboral y me enviaron de vacaciones. Hasta que un día, en el Hospital Militar, conocí a Carlos Cruz-Diez. ‘Ahí tienes tu respuesta’, sentí que me dijeron”.
Inicia entonces la formación que lo llevará de la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas a Francia, donde obtiene el Diploma Nacional Superior de Expresión Plástica de Bensaçon, y continúa en la Universidad París VIII, con una especialización en grabado y nuevas técnicas.
“Están muy bien, pero ¿esto es lo que tú quieres hacer?”. Las palabras del recordado crítico Gaston Diehl al ver sus dibujos le señalaron el camino de una investigación personal que lo llevará a recorrer Europa, Medio Oriente y parte de África del norte.
La obra donada a la UCAB reúne catorce imágenes fotográficas sobre papel de acuarela (CORTESÍA KARIM BORJAS)
“Gran parte de mi trabajo plástico podría decirse que es una fusión de las obras de Mark Rothko, Rembrandt y Turner. Esta fusión fue lo que dio paso a mis primeras series, las Peincritures en los años 80. Luego viene Reflexión y ruptura, en la que todo deviene monocromático, casi minimalista, predominando grandes espacios planos en contraposición, espacios inacabados, en varias tonalidades de pigmento negro y ocres cortados por una línea”.
En un trabajo que se desarrolla “como una gran línea de continuidad”, esta serie abre paso en los 90 a las Tridas insiformes, obras en gran formato donde “la pintura está realizada única y exclusivamente con colores pigmentarios, cubiertos con veladuras de pintura al óleo en la que el color monocromo, denso y profundo, intensifica el carácter espiritual de la obra”.
La serie surge en Bensaçon, de un poemario de Rafael Rodríguez Calcaño, del que cada obra toma el título y hasta un extracto de poemas. “Yo le hice también la portada a su cuento La grandilocuente historia del gigante Noctámbul, así como la de la nueva edición de Los viajeros de Indias de Francisco Herrera Luque”.
Una relación con la literatura que se remonta a sus años infantiles, con los poemarios de poeta Rafael Cadenas como libros de cabecera, y que se ha intensificado a lo largo de su trayectoria, tomando la forma de esa grafía patente en sus trabajos como manuscritos o textos de la guía telefónica.
“La caligrafía es una representación del gesto. Una escritura cargada de vivencias, que construyen y dan dirección a un paisaje onírico cuasi abstracto, un palimpsesto que se reconstruye, se reescribe una y otra vez”, señala.
Con más de 200 exposiciones –individuales y colectivas– presentadas en el mundo entero, Karim Borjas forma parte, al mismo tiempo, de un colectivo de artistas internacionales, en el que se desempeña como curador.
“Mi pasión por el arte me lleva a concebir proyectos colectivos, respetando la individualidad de cada quien. Somos un grupo de artistas que llevamos años exponiendo por toda Europa, creando instalaciones en diversos países. Y eso es algo que me gustaría poder hacer aquí, presentar artistas internacionales. No es una tarea fácil, pero hay que creer. En el arte se trata de creer y persistir”.
Menciona su deseo de recuperar el espacio público en Venezuela, con nuevas propuestas que alegren o cambien el cotidiano al espectador. “La gente se desplaza cada vez menos a los centros culturales”, observa. “Por eso, la alternativa de ocupar el espacio público de forma efímera o no, con manifestaciones vinculantes, es una excelente oportunidad. Eso no es nada nuevo, lo que hace falta es la voluntad”.
-¿Como Las Meninas?
-Hablo de arte, no de un plagio decorativo.
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