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Marialejandra Martín: “Casi no nos queda otra cosa que ejercer la autocensura”

La actriz, guionista, productora y directora habla de las dimensiones de unos personajes atrapados en los prejuicios en la pieza "El Principio de Arquímedes", que se presenta hasta el 28 de abril en el Teatro Trasnocho

  • JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

14/04/2024 01:00 am

Tal parece -bueno, así lo confirma la realidad- que en estos momentos en Venezuela nadie está libre de ser culpable. Por cualquier cosa: una opinión publicada en las redes sociales que no gusta a alguien o defender los derechos contraviniendo al poder imperante que no tarda en tildar al “señalado” de fascista.

Pero no hablamos de un fenómeno local. Es el signo de estos tiempos en los que un movimiento como el #MeToo, por ejemplo, trascendió de la denuncia necesaria a una cacería de brujas casi tan aberrante como el macartismo. Tiempos en los que X o Instagram fungen, más veces de lo que se desearía, de tribunales donde se juzga y hasta se condena.

Hacia ese planteamiento apunta la obra del autor catalán Josep María Miró (Prats de Lluçanès, Barcelona, 1977) El Principio de Arquímedes: una niña cuenta a sus padres que vio a uno de los monitores de natación de la piscina municipal donde hace sus prácticas, besar en la boca a uno de sus compañeros. Pudo haber sido en la mejilla. Es lo que dice el entrenador, pero no. Pudo ser un gesto para calmar las ansias de un niño temeroso de lanzarse a la pileta, explica el acusado, pero tampoco… No hay nada que investigar. La sociedad ha dado su veredicto: ¡Culpable!

Como el Josep K de El proceso, de Franz Kafka, o el Lucas de la película La caza (Thomas Vinterberg, 2012), Jordi, así se llama el personaje de la pieza de Miró que se presenta hasta el 28 de abril en el Teatro Trasnocho, cae en el pozo sin fondo de las suposiciones, la desconfianza, las sospechas y el odio.

El montaje que trae a Caracas la pieza de Miró es dirigido por Rafael Barazarte; producido por Queiroz Publicidad, con el patrocinio de la Embajada de España, y protagonizado por Luis Palmero (Jordi), Marialejandra Martín (Ana, la directora del centro deportivo), Henry Soto (David) y Egon Ilka (Héctor). Se puede ver los días viernes, a las 8:00 pm, y sábados y domingos, a las 7:00 pm.

"A la libre aquí se ha llamado fascista a demasiada gente”, dice la actriz (KIKE ACUÑA)

Marialejandra Martín explica que lo que más le llamó la atención de la pieza de Josep María Miró fue su estructura. “Me hizo recordar una obra de Harold Pinter que me encanta y por mucho tiempo quise hacer. Esa no linealidad me ha resultado desafiante. También me encanta cómo el autor muestra esa parte horrenda de la corrección política y todo lo que hemos dejado de hacer para no meternos en problemas. Es un tema con el que hay que lidiar, por más incómodo que nos resulte”.

-¿Cómo fue el proceso de componer al personaje de Ana, la directora del Club de Natación, que representa a la institucionalidad y también a una sociedad llena de prejuicios?
-Nunca he visto a Ana como la representante de la institucionalidad. Ella intenta mediar, encontrar el balance, descubrir la verdad. Y por supuesto, tiene un rol que cumplir, tiene que proteger a esos niños de la natación, tanto a los alumnos como a los jóvenes entrenadores, y en todos ve reflejado a su propio hijo.

-¿Cómo extrapola la intención del autor de la obra a nuestra sociedad?
-Bien sabemos que aquí hasta preso puedes terminar. La obra me sacude porque me deja con la sensación de que casi no nos queda otra cosa que ejercer la autocensura. Me fascina que el autor le deje al espectador la tarea de sacar sus propias conclusiones.

-El texto muestra las difusas fronteras entre la inocencia y la culpabilidad. ¿Cuál es su visión de este aspecto, sobre todo en una sociedad donde ya es costumbre “condenar” sin juicio a alguien sospechoso de un acto inmoral?
-Me encanta Ana porque, como yo, tuvo la oportunidad de relacionarse de otra manera con los demás y de hacer un montón de cosas que ahora resultaría impensable hacer. Eso ocurrió y fuimos libres. Bueno o malo, fuimos todo lo políticamente incorrectos que se podía ser. Ahora pareciera más aconsejable decir lo menos posible, no solo por el riesgo de que se devuelva en tu contra, sino también porque, con tanta “opinadera” de todo el que tiene un medio para hacerlo, se tiene la sensación de que realmente no puedes estar seguro de nada. Y lo peor es la violencia. Cada vez me cuesta más entrarle a X, por ejemplo, que es de una virulencia que me sobrepasa.

-¿Cree que en la actualidad nadie está libre de ser sospechoso de cualquier cosa? Como ciudadana, ¿se ha sentido en alguna ocasión culpabilizada?
-La verdad es que no lo he sentido, o tal vez no lo recuerdo. Muy pocas veces me he visto en la necesidad de parar en seco a algún infeliz que insulta en mis redes a alguien que aparece conmigo en la foto. Me gusta el respeto, me gusta lo que entiendo por política, la política que conocí en mi casa. Creo que siempre se puede encontrar el modo de disentir sin ofender ni dar golpes bajos.

-Desde el poder se propone en el país una “ley contra el fascismo”, ¿qué opina al respecto?
-Que es inaceptable. A la libre aquí se ha llamado fascista a demasiada gente. Abriría puertas para disolver organizaciones políticas, inhabilitar e impugnar todavía más.

-Ya no como actriz, sino como creadora (escritora, directora), le pregunto: ¿Qué temas le preocupan más?, ¿cuáles son a su juicio lo más urgentes de analizar?
-Las relaciones humanas. Vuelvo a lo que te decía de la política. Encontrar la puerta, el verdadero punto de encuentro, lo que se puede rescatar, la parte amable, algo de donde agarrarnos, lo que sí se puede hacer para que no se pierda el tiempo y la vida. Me importa lo íntimo, lo pequeño, lo que una persona, o una pequeña comunidad, y su voluntad pueden lograr.
@juanchi62




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