Mercedes Elena González: “La forma ovalada femenina ha sido siempre una constante en mi obra”
En la exposición "Agujeros negros", que se presenta en la Sala TAC de Trasnocho hasta el 11 de febrero, la artista hace una revisión de sus 50 años de trayectoria
“Siempre relacioné la ciencia con el arte. Desde mis primeros trabajos aparecía lo micro y lo macro. El enfoque microscópico sobre una célula o el cosmos desde la mirada telescópica. A través de la biología, astronomía, geografía, botánica y otras ciencias he conseguido el camino visual para resolver mi obra”.
Así lo evidencia Mercedes Elena González (Caracas, 1952), artista venezolana con un lenguaje único y personal, en Agujeros negros, que se exhibe en la Sala TAC conjuntamente con Henrique Faría Gallery de Nueva York, y con la que esta reconocida artista regresa al ámbito expositivo tras una década de silencio, para dejarnos ver una revisión de 50 años de trayectoria creativa.
Formada en la School of the Museum of Fine Arts de Boston, Massachusetts, Mercedes Elena González destaca en el ámbito expositivo nacional en los años 70, cuando participa como la más joven de la exposición Once tipos de la Sala Mendoza, en la que se distingue con un lenguaje decididamente femenino, “pionero para la época en nuestro país”, al margen de las tendencias abstractas o vanguardistas dominantes en las dos décadas anteriores.
“Nunca me ha gustado etiquetarme”, dice. “Pero creo que todo artista debe tener un concepto. Sin eso no se sustenta una obra”.
Agujeros negros reúne más de 40 obras, en diversas técnicas. “Acrílico, témpera, acuarela, grafito y tinta china son algunas de los materiales que utilizo. Depende de lo que me pida la obra”, indica la artista, reconociendo que en cada obra se considera dibujante “Desde lápices hasta acrílicos, los trabajo como dibujo. El dibujo es la columna vertebral de mi obra”.



Así lo evidencia Mercedes Elena González (Caracas, 1952), artista venezolana con un lenguaje único y personal, en Agujeros negros, que se exhibe en la Sala TAC conjuntamente con Henrique Faría Gallery de Nueva York, y con la que esta reconocida artista regresa al ámbito expositivo tras una década de silencio, para dejarnos ver una revisión de 50 años de trayectoria creativa.
Formada en la School of the Museum of Fine Arts de Boston, Massachusetts, Mercedes Elena González destaca en el ámbito expositivo nacional en los años 70, cuando participa como la más joven de la exposición Once tipos de la Sala Mendoza, en la que se distingue con un lenguaje decididamente femenino, “pionero para la época en nuestro país”, al margen de las tendencias abstractas o vanguardistas dominantes en las dos décadas anteriores.
“Nunca me ha gustado etiquetarme”, dice. “Pero creo que todo artista debe tener un concepto. Sin eso no se sustenta una obra”.
Agujeros negros reúne más de 40 obras, en diversas técnicas. “Acrílico, témpera, acuarela, grafito y tinta china son algunas de los materiales que utilizo. Depende de lo que me pida la obra”, indica la artista, reconociendo que en cada obra se considera dibujante “Desde lápices hasta acrílicos, los trabajo como dibujo. El dibujo es la columna vertebral de mi obra”.

Vulvas, flores, neuronas, células y orificios diversos dominan en el trabajo de la artista (COSTANZA DE ROGATIS)
En su obra, la artista subraya la presencia de un hilo conductor que la lleva del pasado al presente, en un permanente descubrimiento de elementos que fueron quedando en la simbología de obras anteriores, los cuales retoma sacando a la luz de nuevas lecturas.
“Esta exposición es el producto de varios años de trabajo”, explica. “Mi obra siempre se va nutriendo de sí misma, y renace con propuestas nuevas. En ella, todo está conectado siempre, como puede apreciarse en la curaduría de Ruth Auberbach y la museografía de Miguel Ángel Sucre, mi esposo, quien es arquitecto paisajista y toda la vida ha estado relacionado con el arte”.
De ese ir y venir sobre trabajos previos, nace precisamente esta muestra dominada por la figura ovalada, u ojivas, como las llama:
“La forma ovalada femenina ha sido una constante en mi trayectoria desde los 70”, sostiene. “En el año 2000 compré unos papeles artesanales en Guatemala sobre los cuales hice mis primeros Agujeros negros, que son la génesis de esta exposición. En ellos encuentras ya el óvalo, la vulva-cosmos y las conexiones que los entrelazan”.
“Vulvas, flores, neuronas, células y orificios diversos, examinados bajo su curiosa mirada microscópica, corresponden a una iconografía biológica sugerente y esencial que alude a sí misma, a su condición de mujer”, señala Auerbach en el texto de presentación.
Esas conexiones remiten al cuerpo y al cosmos, o el cuerpo como cosmos, pero también a una relación en la que arte y ciencia dialogan y se sintetizan.
En su obra, la artista subraya la presencia de un hilo conductor que la lleva del pasado al presente, en un permanente descubrimiento de elementos que fueron quedando en la simbología de obras anteriores, los cuales retoma sacando a la luz de nuevas lecturas.
“Esta exposición es el producto de varios años de trabajo”, explica. “Mi obra siempre se va nutriendo de sí misma, y renace con propuestas nuevas. En ella, todo está conectado siempre, como puede apreciarse en la curaduría de Ruth Auberbach y la museografía de Miguel Ángel Sucre, mi esposo, quien es arquitecto paisajista y toda la vida ha estado relacionado con el arte”.
De ese ir y venir sobre trabajos previos, nace precisamente esta muestra dominada por la figura ovalada, u ojivas, como las llama:
“La forma ovalada femenina ha sido una constante en mi trayectoria desde los 70”, sostiene. “En el año 2000 compré unos papeles artesanales en Guatemala sobre los cuales hice mis primeros Agujeros negros, que son la génesis de esta exposición. En ellos encuentras ya el óvalo, la vulva-cosmos y las conexiones que los entrelazan”.
“Vulvas, flores, neuronas, células y orificios diversos, examinados bajo su curiosa mirada microscópica, corresponden a una iconografía biológica sugerente y esencial que alude a sí misma, a su condición de mujer”, señala Auerbach en el texto de presentación.
Esas conexiones remiten al cuerpo y al cosmos, o el cuerpo como cosmos, pero también a una relación en la que arte y ciencia dialogan y se sintetizan.

Corona Roll (2020-2021) (COSTANZA DE ROGATIS)
-Usted ha trabajado al margen de tendencias, pero llama la atención su aproximación al arte abstracto de los 50 en Septiembre 1955.
-Septiembre 1955 fue un cuerpo de trabajo que hice en el año 2014, basado en Integral, una revista de arquitectura y arte de los años 50 que teníamos en mi casa. Sus portadas siempre me intrigaron, y las tomé como base para desarrollar este proyecto en ese momento específico. Me apropié del diseño y las reinterpreté con mi trazo característico. Fue un interesante ejercicio que me permitió revisar la modernidad desde el presente.
-Vivimos tiempos muy difíciles que no excluyen al arte. ¿Cómo ve la situación del arte contemporáneo en Venezuela y el mundo?
-Cómo sabemos, Venezuela está viviendo una crisis política, social y económica hace mucho tiempo. Esto se revela también en la actividad artística de distintas formas. Yo considero que el arte es un vehículo para hablar, cuestionar y expresarse en todas las circunstancias y tenemos creadores maravillosos que siguen produciendo a pesar de las limitaciones. El mundo está también revuelto, plagado de guerras y conflictos.
“El arte –continúa- refleja los tiempos que vivimos, se sigue trabajando en las artes visuales así como en la música, literatura y otros campos creativos. Durante el confinamiento de la pandemia, por ejemplo, hice una obra a la que llamé Corona Roll: un dibujo de once metros de largo, una suerte de guion cinematográfico de un film noir, cuyos protagonistas son el virus y los pulmones. Una danza oscura y cósmica de ese mal acechando al cuerpo”.
-Usted ha trabajado al margen de tendencias, pero llama la atención su aproximación al arte abstracto de los 50 en Septiembre 1955.
-Septiembre 1955 fue un cuerpo de trabajo que hice en el año 2014, basado en Integral, una revista de arquitectura y arte de los años 50 que teníamos en mi casa. Sus portadas siempre me intrigaron, y las tomé como base para desarrollar este proyecto en ese momento específico. Me apropié del diseño y las reinterpreté con mi trazo característico. Fue un interesante ejercicio que me permitió revisar la modernidad desde el presente.
-Vivimos tiempos muy difíciles que no excluyen al arte. ¿Cómo ve la situación del arte contemporáneo en Venezuela y el mundo?
-Cómo sabemos, Venezuela está viviendo una crisis política, social y económica hace mucho tiempo. Esto se revela también en la actividad artística de distintas formas. Yo considero que el arte es un vehículo para hablar, cuestionar y expresarse en todas las circunstancias y tenemos creadores maravillosos que siguen produciendo a pesar de las limitaciones. El mundo está también revuelto, plagado de guerras y conflictos.
“El arte –continúa- refleja los tiempos que vivimos, se sigue trabajando en las artes visuales así como en la música, literatura y otros campos creativos. Durante el confinamiento de la pandemia, por ejemplo, hice una obra a la que llamé Corona Roll: un dibujo de once metros de largo, una suerte de guion cinematográfico de un film noir, cuyos protagonistas son el virus y los pulmones. Una danza oscura y cósmica de ese mal acechando al cuerpo”.

"Nunca me ha gustado etiquetarme", dice la artista (COSTANZA DE ROGATIS)
Agujeros negros se mantendrá en la sala TAC hasta el 11 de febrero, para pasar, en mayo, a la galería Henrique Farías de Nueva York.
@weykapu
Agujeros negros se mantendrá en la sala TAC hasta el 11 de febrero, para pasar, en mayo, a la galería Henrique Farías de Nueva York.
@weykapu
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