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John Petrizzelli: “El cine a veces cataliza cambios, pero no puede cambiar el mundo”

El cineasta venezolano, afincado entre Madrid y Cádiz, en España, visitó Caracas para acompañar las incidencias del XII Ciclo de Cine de la Diversidad, que termina este 2 de julio

  • JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

02/07/2023 01:00 am

Desde hacía cinco años no venía al país. En la actualidad vive entre Madrid y Cádiz, “la gran capital y la hermosa ciudad del siglo XVIII que mira al Atlántico”, dice quien se define a sí mismo como un “nómada por naturaleza” al que la profesión de cineasta también empuja a esos lugares donde es posible encontrar historias fascinantes que conecten con él.

John Petrizzelli vino para seguir de cerca de la décimo segunda edición del Ciclo de Cine de la Diversidad que, junto con el productor Ricardo Hung, de Alianza Lambda de Venezuela, y un equipo de activistas LGBTI+, fundó hace 15 años, luego se interrumpió cuando se marchó del país, tuvo dos ediciones en España y ahora, hasta este 2 de julio, se retoma porque, dice, “Venezuela lo necesita”.

“Era un evento pionero y lo sigue siendo, y realmente surge desde la necesidad comunitaria y no como un producto que se quiere comercializar, cosa que estoy viendo parece va a empezar a suceder con franquicias que lo están explotando. Nuestro ciclo siempre ha nacido de la comunidad y para la comunidad y lo más importante para mí es que lo continúan haciendo más allá de mi permanencia en Venezuela o inclusive mi ausencia física. Es ley de vida porque ya tengo 67 años”, dice el cineasta y escritor nacido en Caracas en 1956, con estudios de Comunicación Social en la UCAB y de cine y televisión en la Universidad de Nueva York.


El cortometraje El pozo (2022) se realizó con actores no profesionales con trastornos psiquiátricos (CORTESÍA)

-Aunque usted es un migrante inusual, porque regularmente viene al país, ¿cuál es su percepción sobre el hecho de ser migrante?, ¿Y cómo se ha permeado esta condición su obra?
-Realmente no me siento migrante. He vivido tantos años en diferentes lugares que ya considero el mundo mi casa, y no es con pedantería que lo digo. Creo que me he adaptado bien, incluso en el cine porque decidí olvidar los concursos oficiales en España y hacer cine de la diáspora con otros venezolanos y otros migrantes, también integrando equipos españoles y nos ha ido muy bien con dos o tres cortos que hemos realizado como Inmaculada (2021) y El pozo (2022). Costos muy económicos para poder realizar de manera independiente y contar historias de donde estamos viviendo, pero con una visión universal”.

Ya que los menciona, en Inmaculada, Petrizzelli narra la historia de una inmigrante encargada de la limpieza de un baño ubicado dentro de un parque que, pese a la indiferencia y al irrespeto hacia su trabajo de los usuarios del servicio, conoce allí a un hombre amable del que se enamora y que orina de color azul, como los príncipes de los cuentos de hadas. En El pozo, el cineasta recurre a actores no profesionales con trastornos psiquiátricos para adentrarse en la casa de Carmela y Paco, de cuyo pozo de agua surge una criatura que desata la codicia y el egoísmo en un asfixiante microcosmos andaluz.

Alberto Alifa en Bárbara, de 2017 (CORTESÍA)

-Su obra, tanto la literaria como la cinematográfica, es diversa en formato y temas. Desde su perspectiva, ¿qué elementos comparten sus libros y sus películas?, ¿De qué quiere hablarnos John Petrizzelli?
-Siempre hablo del desarraigo y aunque lo que escribo es más prosa poética, siempre se puede reconocer allí el Eros y el Tánatos, la vida y la muerte y sobre todo la decadencia de los lugares físicos, tema que también está presente sobre todo en la ficción: la decadencia de un lugar como la cervecería Caracas de uno de mis primeros cortos llamado El embrujo; la decadencia de un travesti perdido en el llano en Bárbara; la decadencia de un país en El relajo der loro

“También está el tema de los excluidos: el travesti de Bárbara (2017), los personajes del documental Tí@s, viejos sexo diversos, y de mis recientes trabajos de ficción: Inmaculada y El pozo. En este último caso, son los actores y no los personajes los que son excluidos”, agrega Petrizzelli, quien recuerda la trilogía que dedicó a cantantes llaneros “en una época en que nadie apostaba nada por la cultura de esa región”.

Inmaculada (2021), el cine de la diáspora (CORTESÍA)

-La discriminación y el rechazo a la comunidad LGBTI+ se han incrementado en los últimos años, más luego de la pandemia. ¿Cuál es su óptica de este fenómeno?, ¿Qué hace falta en un país como Venezuela para que las personas LGBTI+ sean aceptadas y reciban un trato igualitario?
-En todo el mundo la homofobia, lesbofobia y transfobia han crecido. Con el auge de los gobiernos populistas de derecha y de izquierda y de las teocracias y gobiernos de tendencia religiosa, todo lo diferente tiende a ser aplastado. Justamente en Uganda acaban de aprobar una ley que penaliza la homosexualidad en algunos casos con la muerte. Parece que vamos hacia atrás y aquí en nuestro país que aunque tenemos una expectativa de cambio alta, desde hace años no termina de materializarse y ni siquiera tenemos una unión de parejas civiles aprobada. Creo, según me ha contado gente que está muy cercana al tema legislativo, que el lobby de algunos grupos evangélicos fundamentalistas ha sido muy negativo para la causa de las libertades del colectivo LGBTQI+.

-Mucha de la responsabilidad de la situación de la comunidad LGBTI+ se debe a la poca atención que recibe del Estado. ¿Qué le diría al respecto a la clase política?
-La clase política venezolana debe sincerarse: o sirve a grupos y a lobbies para ganar votos o responde a una conciencia moral que lo obliga a garantizar derechos para todos los ciudadanos, porque también tenemos otras minorías que siguen excluidas a pesar de que me consta que se han hecho esfuerzos en algunos momentos, pero han flaqueado, por ejemplo, en relación a la comunidad indígena.

Y va más allá: “También la comunidad LGBTQI+ nacional, y me siento un poco incómodo al juzgarla, le falta músculo para demostrar el poder que tiene. Siempre vemos a los mismos activistas dando la lucha, exponiéndose, pero una gran mayoría de las personas LGBTQI+ que hay en este país vive de una visión hedonista de su condición, y así sin organización y lucha es imposible lograr nada”.

-¿Bastan películas como Bárbara o Tí@s para comenzar a cambiar mentalidades?
-No soy un militante exclusivo de la causa LGBTQI+, yo trabajo el tema de la exclusión en general, aunque este asunto me toca de cerca en lo personal y por eso he dedicado dos películas como Bárbara y Tí@s a tratar de dejar un mensaje de inclusión. El cine mueve conciencias como cualquier expresión artística pero no es suficiente, a veces cataliza cambios pero no puede lograr cambiar el mundo. Los cambios políticos y sociales los hacen los individuos.

John Petrizzelli aprovechó su visita a Caracas para consignar en el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía su nuevo proyecto, el documental intitulado Cosas de casa, en el que “los fantasmas de criadas choferes jardineros y patronos se apoderan de viejas casas abandonadas o en ruinas para contar las historias de un pasado reciente”; en julio, codirigirá con un colega vasco, un documental sobre los sanfermines, “esas fiestas de adrenalina machista donde la gente corre enfrente de unos toros asustados que luego terminan en la plaza de toros asesinados indignamente”, dice, y en puertas también está el rodaje en septiembre de un cortometraje escrito por él sobre un profesor de inglés, migrante de piel oscura y origen latino, con el que nadie quiere recibir clases porque no parece anglosajón. En el ámbito literario, termina su cuarto libro.
@juanchi62






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