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Carmelo Niño “Para mí pintar es como respirar”

El artista maracucho vuelve a la galería en la que se inició en 1970 con la exposición "Realidades oníricas", que inauguró este viernes 28 de abril en el Centro de Bellas Artes Ateneo de Maracaibo

  • JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

30/04/2023 01:00 am

Es muy difícil que alguien con una mínima sensibilidad por el arte no haya visto en alguna ocasión una pintura de Carmelo Niño, con sus arlequines venecianos, variopintos actos circenses, pero también con mundos surrealistas en los que todo es posible, con figuras humanas que parecen derivadas de algunos de los óleos de Diego Velázquez o inspiradas en Las meninas.

Realidades oníricas es el título de la exposición que devuelve al artista a la modesta sala en la que expuso su trabajo por primera vez en 1970, cuando tenía 17 años: el Centro de Bellas Artes Ateneo de Maracaibo, que desde este viernes 28 de abril y hasta el 16 de junio, muestra en la capital zuliana esas escenas, la mayoría soñadas, en las que protagonizan el color, la luz, las sombras y unas ganas enormes de llevar al espectador a otras realidades sin despegarse por completo de la realidad.

Los seres alados y los arlequines forman parte del imaginario de Niño (CORTESÍA GALERÍA ASCASO)

Carmelo Niño (Maracaibo, 1951) posee una prolífica obra, pero lo que se verá en Realidades oníricas, exposición que organiza la galería de arte Ascaso y que se presentó en Ascaso Gallery, de Miami, en agosto del año pasado, es parte de su trabajo más reciente, que incluye la escultura. La muestra coincide, además, con la presentación en el país del libro que sobre el artista escribió la crítico de arte, historiadora y curadora Bélgica Rodríguez. Luego de clausurar en Maracaibo, la exposición se presentará en la sede caraqueña de la galería Ascaso, en Las Mercedes.

Sobre las obras del artista escribe Rodríguez: “Cada pintura es un recuerdo de vida pasada y presente que sale a flote como universo personal y destino inmutable; son poderosas imágenes que enuncian la estética del imaginario simbólico de la carga emocional que animaba la creatividad del futuro pintor”.

Futuro pintor, sí, porque Carmelo Niño pinta desde que tenía cinco años. “La pintura es la manera con la que me puedo expresar” -dice el artista-. “Pinto y dibujo desde muy niño, por lo que para mí pintar es como respirar, ya es parte de mí. Me permite expresar todos mis sentimientos, poder describir el mundo bajo mi visión, poder decir lo que pienso. Es mi medio de expresión, y con los años lo he desarrollado, ha sido un proceso muy natural, aparte de la información formal que uno recibe en el colegio, en el liceo, en la escuela de Artes Plásticas. En un momento dado abandoné los estudios tradicionales porque el arte para mí se convirtió en una necesidad, la misma necesidad de expresarme y eso me lo proporcionaba el propio arte. Poder expresarme con mis manos cada día se hizo más importante en mí. Mi trayectoria ha sido muy coherente: comencé con el dibujo, manejando los lápices… fue un desarrollo muy natural, sin forzarlo, como si fuera un río. Pasé del dibujo con lápiz y carboncillo a la tinta china, a las tizas, a los pasteles, hasta llegar al color. Fui trazando una línea que se fue uniendo cada vez más a un hilo conductor hasta llegar a la pintura y así hasta llegar a la escultura… sigo en ese hilo conductor, quizás después pueda abordar con más intensidad el grabado, por ejemplo. Todos los días estoy aprendiendo”.

-¿Y cómo descubrió el circo?
-Desde muy niño estoy escuchando historias fantásticas, del circo. Mi madre tuvo una compañía circense. Yo no había nacido, no viví esa etapa, nací cuando mis padres se radicaron definitivamente, cansados de la vida del circo, en Maracaibo. Me habría encantado vivirla, ser testigo presencial de aquello. Pero escuché sus historias. En mi casa había objetos, símbolos de esa vida. Había un cuarto donde se guardaban objetos del circo. Por las tardes, me encerraba en aquella habitación, solo, a descubrir todos esos baúles, a hurgar todos esos objetos que comenzaron a nutrir mi visión como artista. Había cosas increíbles como unas mesas con las patas muy largas... Abordé esto de una manera fluida, ¿por qué pinté arlequines? No fue por capricho, sino porque me identifiqué con ellos de una manera muy natural. Para mí el arte es obsesión, y cuando estás inmerso en un mundo, pues reflejas ese mundo. Nadie te lo impone. Mis padres fueron protagonistas de esa visión mía.

Personajes circenses, pero también mitológicos pueblan las obras del artista (CORTESÍA GALERÍA ASCASO)

El artista asegura que con Realidades oníricas cierra un ciclo y abre una nueva etapa, “con la que le doy continuidad a mi trabajo, pero volcado ahora hacia el expresionismo. Mi obra siempre ha sido expresionista, pero cada vez lo es más. El expresionismo se aleja de las tradiciones, que son mi soporte, los viejos maestros: el renacimiento, la pintura holandesa, los flamencos. Ahora se está apartando de esos clasicismos, aunque siempre parto del hombre como elemento esencial de mi trabajo. La figuración nunca va a desaparecer, mi nueva propuesta está basada en la figuración, pero hay una evolución en ella”.

-Usted, en esencia, es un pintor figurativo.
-Soy un pintor figurativo, basado en el hombre como ente transmisor de vivencias y experiencias. Mi pintura gira en torno a la figura humana. Me encantan el cinetismo, el expresionismo, todos los ismos son importantes. Para mí la pintura es atmósfera, es aire, como decía Velázquez. Mi esencia es la figuración. Es mi lenguaje. Seguiré siendo figurativo hasta el final.

La escultura toma forma en el cuerpo de trabajo del artista (CORTESÍA GALERÍA ASCASO)

-¿Y cómo llega a la escultura?
-Ha sido un proceso de años. Comencé a pensar en la escultura desde el momento en que empecé a meter collages a mis obras, de una manera muy simple comencé a integrar materiales diversos a mis piezas bidimensionales, a la pintura. Comencé a utilizar los volúmenes de una manera muy simple en forma de collage. Trabajaba con telas, pigmentos y texturas que integraba a mi pintura. Eso me fue creando un volumen que iba hacia la escultura, me llevaba a otra dimensión y ahí surgió el trabajo escultórico. Luego me planteé hacer escultura en sí como una expresión más de mi trabajo, no pensando en que me iba a convertir en escultor, no lo veo así, sino que tenía la necesidad de abordar la materia en mi obra. La integración de la escultura a mi obra me ha llevado a tener una visión más libre de la forma. Ya no son tan académicas, ahora las obras son más expresión, más soltura. Es como soltar amarras.

-¿Qué influencia ha tenido Maracaibo en su obra?
-Soy un pintor muy íntimo, muy espiritual, que refleja muy poco del entorno. Maracaibo ha influido en mi trabajo de una manera lumínica. La luz de Maracaibo es increíble. Comencé a desarrollarme con atmósferas, sombras y luces. Las luces vienen de mi entorno, de Maracaibo, la única influencia que he tenido de mi ciudad. Yo me inicié bajo la influencia de Goya, y utilizando atmósferas oscuras con mucha luz. Los contrastes de la oscuridad a la luz. Si hay un pintor que no haya tenido una influencia de su entorno, he sido yo. No niego que haya tenido referencias de la ciudad.

Realidades oníricas se presentará pronto en Caracas (CORTESÍA GALERÍA ASCASO)

-¿Qué es para Carmelo Niño el arte?
-Para mí el arte es un bien escaso y en estos tiempos de crisis, de pandemia, es un alimento que nos nutre, nos enriquece y nos permite ubicarnos en un mundo distinto, en un mundo espiritual. Ese es el aporte que hace el arte en estos tiempos: llevar el hombre hacia un estado más espiritual. En estos días convulsos, el arte es una válvula de escape muy importante.
@juanchi62




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