Gerardo Soto: “¿Cómo podría existir un país sin gente que se encargue de hacer arte?”
El actor venezolano, formado en las filas del grupo Theja, recibirá el 2 de marzo el premio Marco Antonio Ettedgui de Honor, en reconocimiento a su carrera de más de treinta años
Entre 1987 y 1988, Gerardo Soto participó en el IV Taller de Jóvenes Actores del Grupo Theja. En ese entonces estudiaba en el Instituto Superior de Danza que compartía su sede, el Teatro Alberto de Paz y Mateos, con la agrupación teatral fundada por José Simón Escalona.
Allí se quedó por 18 años en los que actuó en montajes como El largo viaje del día hacia la noche, de Eugene O’Neill con puesta en escena de Javier Vidal; Hipólito velado, textos de Eurípides, Seneca y Racine llevados al teatro por Escalona; La casa de Bernarda Alba, interpretada por actores y con la puesta en escena por Vidal; Autorretrato de artista con barba y pumpá, de José Ignacio Cabrujas, con la dirección de José Simón Escalona… y muchos otros más que han cimentado una trayectoria que se ha expresado con la misma vehemencia y calidad fuera de las fronteras del Theja y que hoy hacen merecedor a Gerardo Soto del Premio Marco Antonio Ettedgui de Honor, cuya XXIII edición se realizará el jueves 2 de marzo de 2023 en la Sala Rajatabla.
Soto se describe en su perfil de IG (@soygerardosoto2) como “Actor y cantante venezolano. Teatro, TV, Cine, Radio. Aficionado a la ecología y al futbol”. Para cualquier espectador que haya seguido su carrera es un “todo terreno” al que se le ha visto en telenovelas como Voltea pa’ que te enamores o Trapos íntimos; en radionovelas como La fiera o El retrato de Dorian Gray; en musicales como Jesucristo Superestrella, El hombre de la mancha o El violinista sobre el tejado, o en películas como Sucre o Miranda regresa…
-¿Cómo fue su encuentro con el teatro, con la actuación, a qué edad? ¿Su ambiente familiar tuvo alguna influencia en esa atracción por el teatro?
-Mi encuentro con el teatro fue un experimento. Desde niño tenía una gran afición por el cine, la televisión, la música, pero en mi familia no había nadie que hubiese actuado alguna vez. Mi familia era más bien musical, tanto por el lado de mamá, como de papá, había cantantes; tíos, primos dedicados al canto, con voces bellísimas. Un día, un compañero de bachillerato me habló de una academia de teatro a la que él recién había entrado. Me convenció de acompañarlo y lo hice. Fue una prueba para mí, porque era sumamente tímido, me costaba un mundo relacionarme y hablar en público. Sin embargo, me atreví a inscribirme, participar en las clases y en varias obras para niños. Tenía 19 años en ese entonces.
-¿Qué le ofrecía el teatro que no le ofrecían otras actividades?
-Me permitía usar la imaginación de manera útil, y eso fue fascinante. Por otra parte, los compañeros eran personas poco comunes, con una manera de pensar y de vivir muy atrayente. Así que comencé a sentirme muy a gusto en el medio y el escenario se convirtió en mi lugar preferido, mi refugio, donde podía ser yo mismo y a la vez muchos otros. Jugar a ser otro de manera consciente, usando la imaginación para construir una vida, me pareció tan bello, tan intenso y tan importante a la vez, que me quedé.
-¿Qué le quedó de su paso por el Theja?
-Estar en el Theja me formó totalmente como artista del escenario y como hombre, el grupo me dio muchísimo y al ser un grupo de teatro experimental pude mezclar el trabajo físico con la actuación como tal y el canto. En él viví experiencias maravillosas, inolvidables, en grandes montajes de José Simón, Javier y Angélica (Escalona), con grandes compañeros, enfrentándonos a la dramaturgia tan particular de ambos y a unas puestas en escena increíbles. José Simón Escalona y Javier Vidal son mis padres teatrales. Ética, amor, compromiso, responsabilidad y rigor forman parte de todo lo que he vivido en el grupo Theja.
-¿Tiene algún método para componer los personajes que se le encomiendan?
-Mi método, si es que se puede llamar así, consiste en leer mucho el texto, comprenderlo muy bien y entender al personaje en el sentido de saber las razones por las cuales dice lo que dice y hace lo que hace. Esto es un proceso largo, mientras tanto lo imagino físicamente: su manera de caminar, sus gestos, algún tic… A veces es excesivo y durante los ensayos voy eliminando cosas, es un proceso que no acaba, aunque estemos en función. Es muy divertido en verdad.
-¿Qué representa para usted recibir el Premio Marco Antonio Ettedgui de Honor?
-Yo estuve nominado al Marco Antonio cuando tenía la edad necesaria para estar nominado. Es un premio para jóvenes artistas y recuerdo la emoción de los jóvenes de la época al estar nominados, no solo por lo que significaba Marco Antonio, sino porque era y es un premio para los jóvenes, solamente para los jóvenes. Recibirlo ahora, como premio honorifico, después de tantos años en el escenario, es algo que valoro inmensamente. No he parado de trabajar en 38 años de carrera, que cumplo, por cierto, tres días después de la entrega del premio. Creo que es un reconocimiento a una juventud prolongada, porque seremos jóvenes mientras nos mantengamos activos.
-Ha participado en montajes teatrales, en musicales, en óperas, en telenovelas, en películas. ¿De dónde proviene esa versatilidad?
-Eso es algo que no he planificado; las cosas aparecen y me lanzo de lleno a vivir la experiencia. Todo ha sido difícil, exigente, pero me he entregado aprendiendo a veces sobre la marcha, descubriendo talentos que no sabía que tenía. Y entendiendo también que la preparación da sus frutos y que nunca se deja de aprender. He cumplido sueños escénicos y se han cumplido otros que no han sido ni siquiera sueños, porque los creía imposibles. Soy un hombre que siempre tuvo los pies bien puestos en la tierra y solo anhelaba lo que consideraba posible. La vida me dio una lección: no hay imposibles. ¿Cantar con orquestas sinfónicas? Nunca lo imaginé y resulta que lo he hecho varias veces, por supuesto, con la ayuda de gente imprescindible para mí en mi trabajo y en mi vida como Federico Pacanins.
-¿Qué desea transmitir con su oficio?, ¿existe una ética del actor?, ¿cuál sería?
-Claro que existe una ética para el actor, cómo para todo en la vida. Nosotros somos responsables ante una sociedad, del entretenimiento; ofrecemos una ventana al público que lo lleva a distintas maneras de pensar y de sentir, información de todo tipo que puede transformar su cotidianidad. Siempre pensamos que el espectador debe salir transformado de una función, debe pasarle algo intelectualmente o emocionalmente para que tenga algún sentido nuestro trabajo. Para esto el actor debe tener una gran disciplina y una gran preparación corporal, vocal y mental. Para mí es muy importante el compromiso con el público, con aquellas personas que pagan una entrada, a veces con esfuerzo, solo para verlo a uno, para disfrutar de un espectáculo. Es muy importante ofrecerles lo mejor que uno puede dar. Ese ha sido mi norte en todos estos años.
-¿Qué papel ha jugado el teatro en la actual coyuntura política, social y económica venezolana?
-Afortunadamente, el teatro permanece a lo largo del tiempo, a pesar de todo. No ha sido fácil seguir adelante, seguir entreteniendo al público en todos estos años. Recuerdo, en la época de las protestas civiles, haber estado en una función en un teatro y en la calle inmediata se oían disparos y bombas lacrimógenas. Eso pasó varias veces y es que el compromiso por ser una vía de escape, por ser esa ventana hacia otros temas, es muy fuerte. Yo trabajo para cualquier tipo de público sin importar su tendencia política. Por supuesto que tengo mis ideas también y las manifiesto sin ningún problema pero, aparte de la diatriba política, hay una situación económica terrible que nos afecta inevitablemente, la pandemia también nos afectó. Ahora competimos con plataformas, con el temor al Covid-19, con la falta de dinero, pero sigo y seguimos adelante por compromiso, por vocación y porque es la decisión de vida que tomé. Puede sonar a lugar común pero, ¿cómo podría existir un país sin gente que se encargue de hacer arte? ¿Un país sin espacios para la cultura? Para mí es inconcebible. Así que hay que seguir adelante.
-¿En qué proyectos está trabajando actualmente?
-Este año empezó con algunos proyectos caídos por la situación económica, pero han surgido otros. Este mes estreno Canciones de piano bar, con composiciones de Pacanins; tengo el reestreno del teatro-foro Señorita Katharina de Ángel Pelay; estreno en mayo La rosa del principito de Elizabeth Yrausquin; El villano en su rincón de Lope de Vega; el cumpleaños número 50 del grupo Theja, y Coriolano de William Shakespeare hacía finales de año. Proyectos todos que me tienen muy contento.
@juanchi62
Allí se quedó por 18 años en los que actuó en montajes como El largo viaje del día hacia la noche, de Eugene O’Neill con puesta en escena de Javier Vidal; Hipólito velado, textos de Eurípides, Seneca y Racine llevados al teatro por Escalona; La casa de Bernarda Alba, interpretada por actores y con la puesta en escena por Vidal; Autorretrato de artista con barba y pumpá, de José Ignacio Cabrujas, con la dirección de José Simón Escalona… y muchos otros más que han cimentado una trayectoria que se ha expresado con la misma vehemencia y calidad fuera de las fronteras del Theja y que hoy hacen merecedor a Gerardo Soto del Premio Marco Antonio Ettedgui de Honor, cuya XXIII edición se realizará el jueves 2 de marzo de 2023 en la Sala Rajatabla.
Soto se describe en su perfil de IG (@soygerardosoto2) como “Actor y cantante venezolano. Teatro, TV, Cine, Radio. Aficionado a la ecología y al futbol”. Para cualquier espectador que haya seguido su carrera es un “todo terreno” al que se le ha visto en telenovelas como Voltea pa’ que te enamores o Trapos íntimos; en radionovelas como La fiera o El retrato de Dorian Gray; en musicales como Jesucristo Superestrella, El hombre de la mancha o El violinista sobre el tejado, o en películas como Sucre o Miranda regresa…
-¿Cómo fue su encuentro con el teatro, con la actuación, a qué edad? ¿Su ambiente familiar tuvo alguna influencia en esa atracción por el teatro?
-Mi encuentro con el teatro fue un experimento. Desde niño tenía una gran afición por el cine, la televisión, la música, pero en mi familia no había nadie que hubiese actuado alguna vez. Mi familia era más bien musical, tanto por el lado de mamá, como de papá, había cantantes; tíos, primos dedicados al canto, con voces bellísimas. Un día, un compañero de bachillerato me habló de una academia de teatro a la que él recién había entrado. Me convenció de acompañarlo y lo hice. Fue una prueba para mí, porque era sumamente tímido, me costaba un mundo relacionarme y hablar en público. Sin embargo, me atreví a inscribirme, participar en las clases y en varias obras para niños. Tenía 19 años en ese entonces.
-¿Qué le ofrecía el teatro que no le ofrecían otras actividades?
-Me permitía usar la imaginación de manera útil, y eso fue fascinante. Por otra parte, los compañeros eran personas poco comunes, con una manera de pensar y de vivir muy atrayente. Así que comencé a sentirme muy a gusto en el medio y el escenario se convirtió en mi lugar preferido, mi refugio, donde podía ser yo mismo y a la vez muchos otros. Jugar a ser otro de manera consciente, usando la imaginación para construir una vida, me pareció tan bello, tan intenso y tan importante a la vez, que me quedé.
-¿Qué le quedó de su paso por el Theja?
-Estar en el Theja me formó totalmente como artista del escenario y como hombre, el grupo me dio muchísimo y al ser un grupo de teatro experimental pude mezclar el trabajo físico con la actuación como tal y el canto. En él viví experiencias maravillosas, inolvidables, en grandes montajes de José Simón, Javier y Angélica (Escalona), con grandes compañeros, enfrentándonos a la dramaturgia tan particular de ambos y a unas puestas en escena increíbles. José Simón Escalona y Javier Vidal son mis padres teatrales. Ética, amor, compromiso, responsabilidad y rigor forman parte de todo lo que he vivido en el grupo Theja.
-¿Tiene algún método para componer los personajes que se le encomiendan?
-Mi método, si es que se puede llamar así, consiste en leer mucho el texto, comprenderlo muy bien y entender al personaje en el sentido de saber las razones por las cuales dice lo que dice y hace lo que hace. Esto es un proceso largo, mientras tanto lo imagino físicamente: su manera de caminar, sus gestos, algún tic… A veces es excesivo y durante los ensayos voy eliminando cosas, es un proceso que no acaba, aunque estemos en función. Es muy divertido en verdad.
-¿Qué representa para usted recibir el Premio Marco Antonio Ettedgui de Honor?
-Yo estuve nominado al Marco Antonio cuando tenía la edad necesaria para estar nominado. Es un premio para jóvenes artistas y recuerdo la emoción de los jóvenes de la época al estar nominados, no solo por lo que significaba Marco Antonio, sino porque era y es un premio para los jóvenes, solamente para los jóvenes. Recibirlo ahora, como premio honorifico, después de tantos años en el escenario, es algo que valoro inmensamente. No he parado de trabajar en 38 años de carrera, que cumplo, por cierto, tres días después de la entrega del premio. Creo que es un reconocimiento a una juventud prolongada, porque seremos jóvenes mientras nos mantengamos activos.
-Ha participado en montajes teatrales, en musicales, en óperas, en telenovelas, en películas. ¿De dónde proviene esa versatilidad?
-Eso es algo que no he planificado; las cosas aparecen y me lanzo de lleno a vivir la experiencia. Todo ha sido difícil, exigente, pero me he entregado aprendiendo a veces sobre la marcha, descubriendo talentos que no sabía que tenía. Y entendiendo también que la preparación da sus frutos y que nunca se deja de aprender. He cumplido sueños escénicos y se han cumplido otros que no han sido ni siquiera sueños, porque los creía imposibles. Soy un hombre que siempre tuvo los pies bien puestos en la tierra y solo anhelaba lo que consideraba posible. La vida me dio una lección: no hay imposibles. ¿Cantar con orquestas sinfónicas? Nunca lo imaginé y resulta que lo he hecho varias veces, por supuesto, con la ayuda de gente imprescindible para mí en mi trabajo y en mi vida como Federico Pacanins.
-¿Qué desea transmitir con su oficio?, ¿existe una ética del actor?, ¿cuál sería?
-Claro que existe una ética para el actor, cómo para todo en la vida. Nosotros somos responsables ante una sociedad, del entretenimiento; ofrecemos una ventana al público que lo lleva a distintas maneras de pensar y de sentir, información de todo tipo que puede transformar su cotidianidad. Siempre pensamos que el espectador debe salir transformado de una función, debe pasarle algo intelectualmente o emocionalmente para que tenga algún sentido nuestro trabajo. Para esto el actor debe tener una gran disciplina y una gran preparación corporal, vocal y mental. Para mí es muy importante el compromiso con el público, con aquellas personas que pagan una entrada, a veces con esfuerzo, solo para verlo a uno, para disfrutar de un espectáculo. Es muy importante ofrecerles lo mejor que uno puede dar. Ese ha sido mi norte en todos estos años.
-¿Qué papel ha jugado el teatro en la actual coyuntura política, social y económica venezolana?
-Afortunadamente, el teatro permanece a lo largo del tiempo, a pesar de todo. No ha sido fácil seguir adelante, seguir entreteniendo al público en todos estos años. Recuerdo, en la época de las protestas civiles, haber estado en una función en un teatro y en la calle inmediata se oían disparos y bombas lacrimógenas. Eso pasó varias veces y es que el compromiso por ser una vía de escape, por ser esa ventana hacia otros temas, es muy fuerte. Yo trabajo para cualquier tipo de público sin importar su tendencia política. Por supuesto que tengo mis ideas también y las manifiesto sin ningún problema pero, aparte de la diatriba política, hay una situación económica terrible que nos afecta inevitablemente, la pandemia también nos afectó. Ahora competimos con plataformas, con el temor al Covid-19, con la falta de dinero, pero sigo y seguimos adelante por compromiso, por vocación y porque es la decisión de vida que tomé. Puede sonar a lugar común pero, ¿cómo podría existir un país sin gente que se encargue de hacer arte? ¿Un país sin espacios para la cultura? Para mí es inconcebible. Así que hay que seguir adelante.
-¿En qué proyectos está trabajando actualmente?
-Este año empezó con algunos proyectos caídos por la situación económica, pero han surgido otros. Este mes estreno Canciones de piano bar, con composiciones de Pacanins; tengo el reestreno del teatro-foro Señorita Katharina de Ángel Pelay; estreno en mayo La rosa del principito de Elizabeth Yrausquin; El villano en su rincón de Lope de Vega; el cumpleaños número 50 del grupo Theja, y Coriolano de William Shakespeare hacía finales de año. Proyectos todos que me tienen muy contento.
@juanchi62
Siguenos en
Telegram,
Instagram,
Facebook y
Twitter
para recibir en directo todas nuestras actualizaciones