ELIZABETH SCHUMMER
MIRADA EXPUESTA | “Micropaisaje y Pareidolia”
Esta serie fotográfica fue expuesta recientemente por su autora en Beatriz Gil Galería y es una invitación más que a ver, a contemplar
La naturaleza, todo aquello que nos rodea, está llena de sugerencias, de imágenes que tan pronto son vistas pueden conectarse con el mundo interior de quien las mira. Nada, entonces, tiene un único significado, una sola lectura. Todo se insinúa, se muestra a partir del acomodo referencial del observador. Todo, porque las imágenes siempre terminan de hacerse nítidas cuando traspasan la membrana de la sensibilidad de aquel que mira. Insinuar, eso es que lo propone con su trabajo la fotógrafa y directora de Espacio Anna Frank, Elizabeth Schummer (Caracas, 1968).

Esta serie, que la autora tituló Micropaisaje y Pareidolia y motivó su primera exposición individual en Beatriz Gil Galería entre octubre y noviembre pasado, con la curaduría de Ruth Auerbach, forma parte de un cuerpo de trabajo que Schummer viene desarrollando desde 2016. Ella misma lo define: “(…) representa un registro de lo que denomino el paisaje dentro del paisaje dentro del paisaje a partir de un ejercicio de lenta contemplación de formas y texturas naturales, y aborda la percepción errónea de una forma reconocible en la naturaleza”.

La periodista, docente, investigador y curadora Johanna Pérez Daza traduce el sentido de esta propuesta con claridad: “Los micropaisajes aquí reunidos permiten hallar donde, tal vez, no hay, o simplemente hay otra cosa. Pareciera, en este sentido, un error o una confusión. Es, sin embargo, una aproximación intencionada. Sensibilidad y disposición nos permiten relacionarnos e interactuar con el mundo externo, acercarnos a lo incierto y constatar que encontrar al otro es encontrarnos a nosotros. Todo esto, mientras se extiende la generosa posibilidad de que cada mirada haga sus propios hallazgos”.


Las fotografías de Micropaisaje y Pareidolia no son, precisamente, paisajes, pero los detalles retratados por Schummer, las formas y las texturas, configuran especies de paisajes interiores que cada quien ordena, identifica y reconoce.

“Si observamos largamente, se generan impulsos que conectan más profundamente y crean nuevos significados. Es una invitación a vernos y a confrontar al otro. A reflexionar sobre la interpelación que nos imponen las imágenes. La vida nos lleva de una manera vertiginosa y para mí el proceso de enlentecer la mirada, de entregarme a la contemplación, me conduce a un encuentro en aquello que merodea y me da la sensación de primordial. De cierta manera mantiene ese anclaje que me asegura estar presente y valorar lo esencial”, concluye la artista.
@juanchi62

Esta serie, que la autora tituló Micropaisaje y Pareidolia y motivó su primera exposición individual en Beatriz Gil Galería entre octubre y noviembre pasado, con la curaduría de Ruth Auerbach, forma parte de un cuerpo de trabajo que Schummer viene desarrollando desde 2016. Ella misma lo define: “(…) representa un registro de lo que denomino el paisaje dentro del paisaje dentro del paisaje a partir de un ejercicio de lenta contemplación de formas y texturas naturales, y aborda la percepción errónea de una forma reconocible en la naturaleza”.

La periodista, docente, investigador y curadora Johanna Pérez Daza traduce el sentido de esta propuesta con claridad: “Los micropaisajes aquí reunidos permiten hallar donde, tal vez, no hay, o simplemente hay otra cosa. Pareciera, en este sentido, un error o una confusión. Es, sin embargo, una aproximación intencionada. Sensibilidad y disposición nos permiten relacionarnos e interactuar con el mundo externo, acercarnos a lo incierto y constatar que encontrar al otro es encontrarnos a nosotros. Todo esto, mientras se extiende la generosa posibilidad de que cada mirada haga sus propios hallazgos”.


Las fotografías de Micropaisaje y Pareidolia no son, precisamente, paisajes, pero los detalles retratados por Schummer, las formas y las texturas, configuran especies de paisajes interiores que cada quien ordena, identifica y reconoce.

“Si observamos largamente, se generan impulsos que conectan más profundamente y crean nuevos significados. Es una invitación a vernos y a confrontar al otro. A reflexionar sobre la interpelación que nos imponen las imágenes. La vida nos lleva de una manera vertiginosa y para mí el proceso de enlentecer la mirada, de entregarme a la contemplación, me conduce a un encuentro en aquello que merodea y me da la sensación de primordial. De cierta manera mantiene ese anclaje que me asegura estar presente y valorar lo esencial”, concluye la artista.
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