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Todo exilio es una fotografía desteñida, borrosa

"Flores arrancadas a la niebla", obra teatral de Arístides Vargas, se estrena en la sala 1 del Celarg.

  • CATHERINE MEDINA MARYS

07/07/2018 01:00 am

La desidia de las instituciones gubernamentales permitieron, el día de ayer, que el ensayo de prensa del más reciente estreno del Celarg se pospusiera dos horas porque, aunque el encuentro estaba previsto para las 10:30 am, el personal técnico y operativo del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos fue enviado a recoger sus respectivas cajas CLAP. 

Se trata de un país donde la cultura se ha visto cercada, vilipendiada, secuestrada. Es, quizás, la misma realidad aplastante con la que se topó el dramaturgo Arístides Vargas en 1975 cuando, a sus escasos 20 años, tuvo que exiliarse en Ecuador debido a las persecuciones de La Alianza Anticomunista Argentina. Recientemente se presentó una de sus obras, La edad de la ciruela, dirigida por el novel director Jean Helmuth en el marco del IV Festival de Jóvenes Directores de Trasnocho Cultural. 

En esta oportunidad, es Daniel Dannery (Rojo, I.D.I.O.T.A., Rebelión en la granja) quien asume la dirección de uno de los textos que mejor reflejan el hondo traumatismo que el exilio ha dejado en la dramaturgia de Vargas. Se trata de Flores arrancadas a la niebla, que recién estrena su temporada en la sala 1 del Celarg. Se presenta los viernes a las 7:00 pm y los sábados y domingos a las 6:00 pm. 

El elenco es conformado por Mary García y Ani Lozada. Ellas interpretan a Aída y a Raquel, dos mujeres que esperan un tren, marcadas por el exilio obligado y la crisis política latinoamericana de la década de 1950. La dirección de arte, a cargo de Vladimir Sánchez, dictamina que ambas mujeres sean maquilladas a la usanza de la época, con maquillaje en escala de grises, blanco y negro. 

El discurso estético recuerda la secuencia inicial de El espinazo del Diablo (Guillermo del Toro, 2001), donde uno de sus personajes principales se pregunta a sí mismo qué es un fantasma y, después de algunos minutos, llega a la conclusión de que es "un sentimiento, suspendido en el tiempo, como una fotografía borrosa, como un insecto atrapado en ámbar". Flores arrancadas a la niebla es un alegato poético que gira en torno a la memoria, al desarraigo y a la pérdida de identidad. Una obra que explora la condición del inmigrante que se marcha por obligación y no por hastío. 

Los inmigrantes son flores, explica uno de sus personajes. Son "flores arrancadas a la niebla que mueren el el preciso instante de ser arrancadas del lugar en que nacieron". Se dice que partir es morir un poco. Así lo afirma Vargas: "El teatro se parece mucho a la vida y, por ende, se parece mucho a la muerte"
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