"Niños de Las Brisas": documental venezolano resoplando en el mundo
Tardó 12 años en completarse y ahora esta producción sobre los vaivenes sinfónicos de tres humildes jóvenes venezolanos no para de recibir invitaciones y aplausos
Nueva York.- Batutas, cuerdas, anhelos y frustraciones. Desde su premiere en el verano en el Sheffield International Documentary Festival (Inglaterra), la obra Niños de Las Brisas de la directora Marianela Maldonado y producida por Luisa De La Ville, no ha parado de recibir invitaciones a festivales y generar titulares, reflexiones, preguntas y aplausos, mientras espera su estreno en enero en la serie Independent Lens de PBS, la televisión pública de EEUU.
La producción, que tomó más de diez años de rodaje y edición, cuenta la historia épica de tres niños talentosos de origen humilde que estaban encaminados a un futuro prometedor gracias a El Sistema, modelo público de educación musical fundado en Venezuela en 1975 y reconocido como ejemplo a nivel mundial.
Anunciado como “una historia de resistencia, resiliencia y perseverancia, que explora el poder de la disciplina y la música clásica como herramientas de sobrevivencia”, en agosto se proyectó en el Bertha Doc House, sala cinematográfica dedicada exclusivamente a los documentales en Reino Unido. De allí fue invitado al 14th DMZ DOCS International Documentary Film Festival, en Corea del Sur, y al 34th Etats Generaux du film Documentaire Festival, en Lussas, donde recibió el Premio SACEM (Sociedad de Autores, Compositores y Editores de Francia).
“El 27 de Octubre tuvo la premiere en París en las instalaciones de France Télévisions con invitados especiales. Hubo un público numeroso y conmovido esa noche y recibimos muchos mensajes de felicitaciones y comentarios”, relata De La Ville.
En el Amazonia and Caribbean International Documentary Film Festival (Guyana Francesa), Maldonado se alzó con el premio del jurado como Mejor Director. Después estuvo en el 32do Festival Iberoamericano Cine Ceará (Fortaleza, Brasil).
Ahora llega a Nueva York, donde se proyecta esta semana en el festival de documentales más grande de Estados Unidos (DOCNYC Fest), que este año recibió 2.030 propuestas y tan sólo seleccionaron 122 largos. Luego va a Irlanda, Washington DC (Universidad George Washington), Boston, Miami y lo que se siga concretando, antes del estreno en Caracas en 2023.
La producción, que tomó más de diez años de rodaje y edición, cuenta la historia épica de tres niños talentosos de origen humilde que estaban encaminados a un futuro prometedor gracias a El Sistema, modelo público de educación musical fundado en Venezuela en 1975 y reconocido como ejemplo a nivel mundial.
Anunciado como “una historia de resistencia, resiliencia y perseverancia, que explora el poder de la disciplina y la música clásica como herramientas de sobrevivencia”, en agosto se proyectó en el Bertha Doc House, sala cinematográfica dedicada exclusivamente a los documentales en Reino Unido. De allí fue invitado al 14th DMZ DOCS International Documentary Film Festival, en Corea del Sur, y al 34th Etats Generaux du film Documentaire Festival, en Lussas, donde recibió el Premio SACEM (Sociedad de Autores, Compositores y Editores de Francia).
“El 27 de Octubre tuvo la premiere en París en las instalaciones de France Télévisions con invitados especiales. Hubo un público numeroso y conmovido esa noche y recibimos muchos mensajes de felicitaciones y comentarios”, relata De La Ville.
En el Amazonia and Caribbean International Documentary Film Festival (Guyana Francesa), Maldonado se alzó con el premio del jurado como Mejor Director. Después estuvo en el 32do Festival Iberoamericano Cine Ceará (Fortaleza, Brasil).
Ahora llega a Nueva York, donde se proyecta esta semana en el festival de documentales más grande de Estados Unidos (DOCNYC Fest), que este año recibió 2.030 propuestas y tan sólo seleccionaron 122 largos. Luego va a Irlanda, Washington DC (Universidad George Washington), Boston, Miami y lo que se siga concretando, antes del estreno en Caracas en 2023.
La productora Luisa De La Ville y la directora Marianela Maldonado (CORTESÍA)
El documental, cuyo título remite al barrio Las Brisas, en la capital carabobeña, siguió con mucha paciencia y esfuerzo a sus tres protagonistas durante diez años en su país y también Perú, Nueva York y Austria, viendo cómo la realidad iba empañando sus sueños sinfónicos.
El trío representa la realidad de millones, incluyendo a la directora Maldonado –coescritora del corto animado Peter and The Wolf, ganador de Óscar en 2008– y la productora De La Ville –asistente de dirección en películas de Hollywood como Arachnophobia y Dragonfly–, quienes hace rato forman parte de ese exilio venezolano que hoy lidera en el hemisferio occidental.
“Cuando comencé a filmar este proyecto en 2009 vivía en Londres. Un productor de Inglaterra se acercó a mí para escribir una película de ficción sobre El Sistema y ese verano fui a Venezuela con una cámara para investigar. Empecé en Caracas, pero pronto sentí que no encontraba una historia emocional. Me fui a Valencia, la ciudad en la que crecí, y allí encontré a los niños de Las Brisas, en una pequeña orquesta recién formada. Me conmovió cómo estaban tan inspirados para ser parte del mundo del arte. Fue en ese momento que pensé que escribir ficción era menos interesante y que la mejor manera de mostrar este mundo era hacer un documental. Así comenzó el proyecto. No tenía idea de que esto me llevaría en un viaje de 12 años: 10 años filmando y dos editando”, recuerda Maldonado.
“En 2011 me mudé de regreso a Venezuela. Con la productora (De La Ville), la coguionista Jessica Wenzelmann y el director de fotografía –mi esposo Robin Todd– inicialmente seguimos a seis jóvenes y un profesor (Luis Silva) que al final tuvo que vender su propio instrumento para poder emigrar a pie. Eventualmente las historias de Edixon, Dissandra y Wuilly se fueron perfilando como las más completas. Estos tres personajes resumen los destinos de una generación”.
-¿Qué fue lo más difícil de hacer en este documental?
De La Ville: -Cuando iniciamos el rodaje las dos vivíamos en Venezuela y éramos un equipo mínimo. Obtuvimos fondos del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) y del IDFA de Holanda en esa primera etapa. El primer viaje que hicimos fue a Austria, para seguir a uno de los tres personajes. Estos gastos los cubrimos con nuestras tarjetas de crédito personales. Más tarde, con la ayuda de Luc Martin Gousset de Point du Jour, logramos fondos adicionales en Francia. La producción tuvo un momento significativo cuando obtuvimos el respaldo del muy competitivo fondo Independent Television Services (ITVS) de PBS. A continuación vino el apoyo del Latino Public Broadcasting (LPB). Han sido 12 años muy intensos, incluyendo esta etapa de festivales, mercadeo y distribución. Aún requiere una gran dedicación. Estamos a la expectativa de que continúen las buenas noticias. Además de los festivales y presentación en televisoras, deseamos organizar proyecciones de manera independiente en ciudades de Estados Unidos y Europa.
Maldonado: -Todo en este documental ha sido difícil. Nos llevó por lo menos cuatro años de trabajo sin remuneración y costeando los gastos antes de que recibiéramos el primer apoyo financiero. Aunque el acceso a las familias siempre fue muy bueno, muchas veces filmar en el barrio era muy difícil, pues esos sectores están tomados por bandas rivales que se enfrentan diariamente. Filmar en medio de una crisis política, económica y social también fue extremadamente difícil. Algunas veces no había gasolina para trasladar el equipo. También fue complicada la relación con El Sistema: después de 2016 ya no nos dejaron filmar en sus instalaciones. Editar también fue una odisea: ¡filmamos por 10 años y contábamos con 500 horas de material! Se hizo una primera edición y se construyó una maqueta de unas cinco/seis horas. Luego sacamos el material de Venezuela, lo cual también requirió mucha organización. La edición final fue compleja, pues ocurrió durante el Covid-19 y trabajamos por diez meses a distancia con Ricardo Acosta por Zoom. La parte final de la edición y postproducción de sonido se llevó a cabo en Francia, a donde viajé. Es decir, no ha habido un momento en la película que no haya sido sumamente difícil.
-¿Y lo más satisfactorio?
Maldonado: -Haberlo terminado no es sólo una satisfacción, se siente casi como un milagro. El tono narrativo del documental es íntimo, pues estaba interesada en la historia humana para poder hacer un retrato de lo que significa crecer durante este momento tan convulso en Venezuela. No me interesaban las voces de expertos, porque en realidad lo que quería era registrar la vida cotidiana y cómo vive la gente estos procesos. El gran hilo conductor fue el deseo de los muchachos, la aspiración de convertirse en músicos académicos. La vida misma nos da muchas lecciones a todos, que a veces uno no puede ni entender ni percibir sino después de mucho tiempo. El gran valor de estos procesos de filmación tan largos es lo mucho que todos aprendemos sobre la vida y cómo reacciona la gente en determinadas situaciones.
De La Ville: -Ha sido un evento muy especial en mi trayectoria profesional. Hacer cine es una actividad muy intensa; muchas veces los amores y los odios se exacerban y las relaciones adquieren un carácter casi íntimo.
El documental, cuyo título remite al barrio Las Brisas, en la capital carabobeña, siguió con mucha paciencia y esfuerzo a sus tres protagonistas durante diez años en su país y también Perú, Nueva York y Austria, viendo cómo la realidad iba empañando sus sueños sinfónicos.
El trío representa la realidad de millones, incluyendo a la directora Maldonado –coescritora del corto animado Peter and The Wolf, ganador de Óscar en 2008– y la productora De La Ville –asistente de dirección en películas de Hollywood como Arachnophobia y Dragonfly–, quienes hace rato forman parte de ese exilio venezolano que hoy lidera en el hemisferio occidental.
“Cuando comencé a filmar este proyecto en 2009 vivía en Londres. Un productor de Inglaterra se acercó a mí para escribir una película de ficción sobre El Sistema y ese verano fui a Venezuela con una cámara para investigar. Empecé en Caracas, pero pronto sentí que no encontraba una historia emocional. Me fui a Valencia, la ciudad en la que crecí, y allí encontré a los niños de Las Brisas, en una pequeña orquesta recién formada. Me conmovió cómo estaban tan inspirados para ser parte del mundo del arte. Fue en ese momento que pensé que escribir ficción era menos interesante y que la mejor manera de mostrar este mundo era hacer un documental. Así comenzó el proyecto. No tenía idea de que esto me llevaría en un viaje de 12 años: 10 años filmando y dos editando”, recuerda Maldonado.
“En 2011 me mudé de regreso a Venezuela. Con la productora (De La Ville), la coguionista Jessica Wenzelmann y el director de fotografía –mi esposo Robin Todd– inicialmente seguimos a seis jóvenes y un profesor (Luis Silva) que al final tuvo que vender su propio instrumento para poder emigrar a pie. Eventualmente las historias de Edixon, Dissandra y Wuilly se fueron perfilando como las más completas. Estos tres personajes resumen los destinos de una generación”.
-¿Qué fue lo más difícil de hacer en este documental?
De La Ville: -Cuando iniciamos el rodaje las dos vivíamos en Venezuela y éramos un equipo mínimo. Obtuvimos fondos del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) y del IDFA de Holanda en esa primera etapa. El primer viaje que hicimos fue a Austria, para seguir a uno de los tres personajes. Estos gastos los cubrimos con nuestras tarjetas de crédito personales. Más tarde, con la ayuda de Luc Martin Gousset de Point du Jour, logramos fondos adicionales en Francia. La producción tuvo un momento significativo cuando obtuvimos el respaldo del muy competitivo fondo Independent Television Services (ITVS) de PBS. A continuación vino el apoyo del Latino Public Broadcasting (LPB). Han sido 12 años muy intensos, incluyendo esta etapa de festivales, mercadeo y distribución. Aún requiere una gran dedicación. Estamos a la expectativa de que continúen las buenas noticias. Además de los festivales y presentación en televisoras, deseamos organizar proyecciones de manera independiente en ciudades de Estados Unidos y Europa.
Maldonado: -Todo en este documental ha sido difícil. Nos llevó por lo menos cuatro años de trabajo sin remuneración y costeando los gastos antes de que recibiéramos el primer apoyo financiero. Aunque el acceso a las familias siempre fue muy bueno, muchas veces filmar en el barrio era muy difícil, pues esos sectores están tomados por bandas rivales que se enfrentan diariamente. Filmar en medio de una crisis política, económica y social también fue extremadamente difícil. Algunas veces no había gasolina para trasladar el equipo. También fue complicada la relación con El Sistema: después de 2016 ya no nos dejaron filmar en sus instalaciones. Editar también fue una odisea: ¡filmamos por 10 años y contábamos con 500 horas de material! Se hizo una primera edición y se construyó una maqueta de unas cinco/seis horas. Luego sacamos el material de Venezuela, lo cual también requirió mucha organización. La edición final fue compleja, pues ocurrió durante el Covid-19 y trabajamos por diez meses a distancia con Ricardo Acosta por Zoom. La parte final de la edición y postproducción de sonido se llevó a cabo en Francia, a donde viajé. Es decir, no ha habido un momento en la película que no haya sido sumamente difícil.
-¿Y lo más satisfactorio?
Maldonado: -Haberlo terminado no es sólo una satisfacción, se siente casi como un milagro. El tono narrativo del documental es íntimo, pues estaba interesada en la historia humana para poder hacer un retrato de lo que significa crecer durante este momento tan convulso en Venezuela. No me interesaban las voces de expertos, porque en realidad lo que quería era registrar la vida cotidiana y cómo vive la gente estos procesos. El gran hilo conductor fue el deseo de los muchachos, la aspiración de convertirse en músicos académicos. La vida misma nos da muchas lecciones a todos, que a veces uno no puede ni entender ni percibir sino después de mucho tiempo. El gran valor de estos procesos de filmación tan largos es lo mucho que todos aprendemos sobre la vida y cómo reacciona la gente en determinadas situaciones.
De La Ville: -Ha sido un evento muy especial en mi trayectoria profesional. Hacer cine es una actividad muy intensa; muchas veces los amores y los odios se exacerban y las relaciones adquieren un carácter casi íntimo.
El joven Edixon y su abuela. Dos generaciones enfrentadas por la realidad (CORTESÍA)
-¿Estos jóvenes han visto el documental? ¿Qué les ha parecido?
De La Ville: -Los tres están muy al tanto de lo que está sucediendo con el documental. Nos siguen en las redes y a lo largo de estos años hemos seguido en contacto. Aún no han visto la película y nos emociona la idea de mostrársela tan pronto tengamos la oportunidad. Hemos tenido una respuesta muy emotiva de los espectadores, nos han escrito para ofrecernos su apoyo. Estamos felices de esta cálida recepción.
-Luego de un proceso tan largo, ¿cómo compara el resultado con el plan original?
Maldonado: -La idea inicial era contar cómo los niños y las familias eran transformados por la música, pero se convirtió en el retrato de una generación. La película final es un pálido reflejo de todo lo que vivimos y filmamos durante estos años. Era muy duro tener que sacar muchas cosas de la historia. En lo personal siento que la última parte de la película va muy rápido; me hubiese gustado hacerla con más detalles, pero a veces había tantas cosas pasando al mismo tiempo que disminuían el ritmo necesario para cerrar. Hay un aprendizaje sobre qué debemos dejar afuera para que la historia se comprenda y se siga con claridad. A veces menos es más.
-La cámara recorrió momentos muy privados en estas tres familias, incluso peleas y llanto. ¿Cómo fue el balance entre naturalidad y respeto a la privacidad al documentar esos hogares?
Maldonado: -Este balance fue algo que fuimos aprendiendo y construyendo juntos. Tomó unos años que ellos confiaran totalmente en nuestro equipo, aunque siempre hubo una gran empatía y cariño entre nosotros. Comenzamos filmando situaciones cotidianas y con el tiempo pues ya comenzamos a estar presentes en muchas situaciones más privadas. Algunas peleas o confrontaciones ocurrían mientras estábamos filmando otra cosa, y bueno seguíamos filmando, algunas veces con timidez, pero otras con mucha más seguridad. Luego lo conversamos con ellos y estuvieron de acuerdo en que estuviera en la película. La abuela de Edixon fue y sigue siendo chavista y el nieto comenzó a cuestionarla como en 2014 debido a la situación del país. Ellos estuvieron de acuerdo en que eso saliera, porque es una escena típica en muchos hogares donde los miembros de una misma familia están en total desacuerdo político y se enfrentan. Yo siento que muchos de los participantes de la película se identificaron completamente con este proceso. Se dieron cuenta de que al contar la propia historia también se estaba contando una historia mucho más grande que uno mismo. Eso les emocionaba especialmente.
-¿Cuándo podrá ser visto en Venezuela?
De La Ville: -Se estrenará en Venezuela en 2023, posiblemente a partir de mayo, pero no tenemos fecha aún. Deseamos pautarla cuando la directora y yo podamos ir a acompañar el estreno y verlo con los protagonistas.
-¿Estos jóvenes han visto el documental? ¿Qué les ha parecido?
De La Ville: -Los tres están muy al tanto de lo que está sucediendo con el documental. Nos siguen en las redes y a lo largo de estos años hemos seguido en contacto. Aún no han visto la película y nos emociona la idea de mostrársela tan pronto tengamos la oportunidad. Hemos tenido una respuesta muy emotiva de los espectadores, nos han escrito para ofrecernos su apoyo. Estamos felices de esta cálida recepción.
-Luego de un proceso tan largo, ¿cómo compara el resultado con el plan original?
Maldonado: -La idea inicial era contar cómo los niños y las familias eran transformados por la música, pero se convirtió en el retrato de una generación. La película final es un pálido reflejo de todo lo que vivimos y filmamos durante estos años. Era muy duro tener que sacar muchas cosas de la historia. En lo personal siento que la última parte de la película va muy rápido; me hubiese gustado hacerla con más detalles, pero a veces había tantas cosas pasando al mismo tiempo que disminuían el ritmo necesario para cerrar. Hay un aprendizaje sobre qué debemos dejar afuera para que la historia se comprenda y se siga con claridad. A veces menos es más.
-La cámara recorrió momentos muy privados en estas tres familias, incluso peleas y llanto. ¿Cómo fue el balance entre naturalidad y respeto a la privacidad al documentar esos hogares?
Maldonado: -Este balance fue algo que fuimos aprendiendo y construyendo juntos. Tomó unos años que ellos confiaran totalmente en nuestro equipo, aunque siempre hubo una gran empatía y cariño entre nosotros. Comenzamos filmando situaciones cotidianas y con el tiempo pues ya comenzamos a estar presentes en muchas situaciones más privadas. Algunas peleas o confrontaciones ocurrían mientras estábamos filmando otra cosa, y bueno seguíamos filmando, algunas veces con timidez, pero otras con mucha más seguridad. Luego lo conversamos con ellos y estuvieron de acuerdo en que estuviera en la película. La abuela de Edixon fue y sigue siendo chavista y el nieto comenzó a cuestionarla como en 2014 debido a la situación del país. Ellos estuvieron de acuerdo en que eso saliera, porque es una escena típica en muchos hogares donde los miembros de una misma familia están en total desacuerdo político y se enfrentan. Yo siento que muchos de los participantes de la película se identificaron completamente con este proceso. Se dieron cuenta de que al contar la propia historia también se estaba contando una historia mucho más grande que uno mismo. Eso les emocionaba especialmente.
-¿Cuándo podrá ser visto en Venezuela?
De La Ville: -Se estrenará en Venezuela en 2023, posiblemente a partir de mayo, pero no tenemos fecha aún. Deseamos pautarla cuando la directora y yo podamos ir a acompañar el estreno y verlo con los protagonistas.
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