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Suwon Lee: “He aprendido a sentirme cómoda en mi piel”

Obras de la artista visual nacida en Caracas serán expuestas en abril de 2023 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA)

  • JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

02/10/2022 01:00 am

Del 30 de abril al 9 de septiembre de 2023, el Museo de Arte Contemporáneo de Nueva York (MoMA) expondrá 65 obras de 40 artistas latinoamericanos, donadas a esa institución en 2018 por la Colección Patricia Phelps de Cisneros. Piezas que la curadora de la muestra, Inés Katzenstein, pondrá a dialogar con la colección latinoamericana del MoMA y sus adquisiciones recientes, y que recurren a la historia como medio para analizar el fenómeno de la violencia, para reconectar con legados culturales poco valorados y fortalecer relaciones de parentesco y pertenencia, según reza el comunicado del museo neoyorquino.

Así, lo que se verá en las galerías Robert B. Menschel, ubicadas en el tercer piso del MoMA, será una muestra variopinta de videos, fotografías, pinturas y esculturas divididas en tres secciones: la primera reúne obras que revisan el colonialismo en la región; la segunda se detendrá en la visión que tienen los artistas de los patrimonios culturales, y la tercera “analizará parentescos heredados y elegidos, así como los procesos en torno al duelo y la remembranza”.

En esa exposición, que agrupará a creadores de Argentina, Brasil, Colombia, Guatemala, México, Perú y Uruguay, entre otros, Venezuela estará presente con la artista Suwon Lee (Caracas, 1977) y las obras que integran la serie fotográfica Crepuscular, realiza por la artista en 2011 en distintas ciudades dentro y fuera del país y a la hora en que la tarde se convierte en noche, en ese umbral en que la luz del día cede a la oscuridad, cuando todo, aparentemente todo, deja de ser visible para ser invisible, para ser simplemente una atmósfera.

Desde Madrid, Suwon Lee habla de su interés por el paisaje, del medioambiente y de una condición que la ha acompañado desde siempre: la de sentirse extranjera.

De la serie CrepuscularLa ciudad más peligrosa del mundo (2011). Inyección de tinta sobre papel de algodón (CORTESÍA SUWON LEE)

-A la luz de los últimos años, ¿sigue mirando el paisaje de la misma manera?, ¿ha hallado otras (nuevas) formas de representarlo a través de la fotografía?
-Desde aquella serie han pasado ya 11 años y mi interés por el paisaje continúa, aunque desde otros lugares; he seguido realizando fotos nocturnas de Seúl, en la zona de Euljiro, que fue clave en el desarrollo económico de Corea en la posguerra y está siendo actualmente demolida y reemplazada por nuevos rascacielos y centros comerciales. Me interesa registrar los procesos de transformación, fijar la realidad de un momento en específico que nunca más será exactamente igual. Pero aunque sigo tomando fotos de paisajes naturales y urbanos, actualmente me intereso más en el paisaje interior, en retratar mis procesos mentales y el paisaje que dibujo a través del mirar hacia adentro, al tiempo en que resalto más el elemento principal de las fotos: la luz.

-En las imágenes de Crepuscular hay dos elementos definitorios: la distancia y la luz. ¿Qué representan para usted?, ¿son un punto de partida para crear?, ¿cómo se conectan ambos con lo que es Suwon Lee, el ser humano?
-Mirar todo desde la distancia ha sido un ejercicio que me ha ayudado a comprender mi entorno y la vida ya que me da perspectiva y contexto. La luz no solo hace las cosas visibles y crea atmósferas, también es fuente de vida, significado y belleza. La luz es energía y, según la física, no puede ser creada ni destruida. De igual manera, nosotros somos más que la materia que conforma nuestro cuerpo: células, fluidos, carne y huesos. Creemos erróneamente que al morir se acaba todo y es el fin, pero esto no es así. Nuestra mente continúa, la conciencia nunca desparece, aunque mucha gente cree que sí. Con el pasar de los años voy comprendiendo más esta verdad y buscando nuevas maneras de incorporarla a mi obra.

-¿Ha encontrado en los paisajes de Madrid puntos de convergencia con los de Caracas, Sao Paulo, Lima o Panamá?
-Apenas tengo dos años y medio viviendo aquí y me falta mucho por descubrir. Lo común a simple vista son lo que tienen todas las ciudades grandes: la contaminación lumínica y la polución, pero más interesante que esto es la intensidad de la luz en Madrid, la luz que hay aquí no la vez en ninguna otra ciudad.

Purple Haze (2011). Inyección de tinta sobre papel de algodón (CORTESÍA SUWON LEE)

-¿Sigue siendo el medioambiente parte de sus preocupaciones y motivaciones artísticas?
-El medioambiente es indudablemente una de mis preocupaciones principales. Es fundamental que sea la preocupación de todos por igual, que la inteligencia ética nos lleve a todos a velar no solo por nuestro planeta, sino también por nuestro entorno social y personal. Todos somos participantes en esto que llamamos realidad y nuestra presencia aquí mientras inhalamos y exhalamos está influenciando el medioambiente, nuestros cuerpos y mentes, influenciando a otras personas, influenciando a todos los seres sintientes. Nuestras acciones tienen consecuencias para nosotros mismos y para los demás. De nada sirve alcanzar tus metas si maltratas al medioambiente o a otros seres, tanto humanos como no humanos. Por supuesto que no soy infalible, pero esta es la motivación para todo lo que hago, tanto a nivel personal como en mi obra artística.

-Más allá de la naturaleza, su trabajo, sin generalizar, sugiere una búsqueda incesante de sí misma, es como si en cada obra usted intentara responder a preguntas como “¿quién soy?”, “¿de dónde vengo?”. ¿Cuál es para Suwon Lee el fin último de hacer arte?
-Sin duda esas son preguntas que siempre nos hemos hecho los seres humanos, y yo me las he hecho desde pequeña por mi condición de hija de inmigrantes. El arte no es solo una manera de armonizarlo todo, es una forma de crear y comunicar conocimiento y significado, sobre todo con base en nuestra experiencia común como seres humanos y últimamente como seres espirituales. Doy gracias por poder crear: a mis padres, a cada uno de los seres con los que he interactuado en mi vida, a todos aquellos a quienes he amado y aquellos que no me han correspondido, porque me han hecho quien soy. El universo me abre el camino para realizar mi ser, para guiarme hacia la plenitud y para conectar con otras personas, a través de mi arte.

-Nació en Caracas, pertenece a una familia de origen coreano, se formó como fotógrafa en París y ahora está residenciada en Madrid. Su vida ha sido, digamos, un transitar permanente. ¿Cómo se refleja esa transitoriedad en usted y en su obra?
-Con cada viaje y mudanza siento que he vuelto a comenzar de cero, que he vuelto a nacer. Esto, a pesar de lo difícil, es un privilegio que no todos tienen, y me siento afortunada por poder comenzar en un nuevo lugar y reinventarme y evolucionar. Dicho esto, el único viaje importante es el viaje interior. Los viajes y mudanzas a otros lugares nos llenan de valiosos aprendizajes y aperturas sobre otras culturas y personas, pero si no aprendemos a mirar hacia adentro de nuestro propio ser, a conectar con lo más puro de nuestra esencia para conocernos a nosotros mismos y acercarnos a otros desde esa verdad, de nada sirve haber ido a los lugares más recónditos y tener el pasaporte lleno de sellos. Siento que cambio de piel constantemente, y aunque no soy exactamente la misma persona que antes tampoco soy totalmente diferente; así también van cambiando mi obra y la manera que tengo de trabajar.

Lights On (2011). Inyección de tinta sobre papel de algodón (CORTESÍA SUWON LEE)

-Lo que más atrae de su obra es la inmensa carga de nostalgia que transmite. ¿Qué fantasmas personales ha exorcizado a través del arte?
-Desde pequeña me sentí fuera de lugar y que no pertenecía a ningún grupo. El sentimiento de soledad era inmenso y creaba un vacío que no sabía cómo expresar ni manejar, era un lugar incómodo. Creo que lo más importante es haber aprendido a crear mi pequeño universo, un lugar en donde poder sentirme en casa, algo que he añorado desde pequeña. La obra me ha permitido no solo crearme a mí misma, sino también comunicar y conectar con otros y eliminar esa sensación de aislamiento. El arte no es solo una garantía de cordura, como dijo Louise Bourgeois, también es el bote que me lleva hacia tierra firme y a mar abierto simultáneamente.

-¿Por qué dejó Venezuela? ¿Ser migrante ha permeado su obra?
-Me fui de Venezuela por circunstancias personales. Mi familia se había ido ya hace varios años y al estar sin pareja, no tenía mucho sentido quedarme en medio de la crisis del país. Salir de Venezuela era un paso necesario aunque doloroso, ya que dejé toda una vida atrás y además me mudé tres veces de país y continente. Mi proceso artístico me ha ayudado a transformar ese dolor en algo tangible y comprensible que me ayuda a sanar y seguir creando. Tuve que meter mi equipo de trabajo y solo lo esencial en pocas maletas. Aprendí a crear solo cosas que pudiese empacar e hice mi primera obra efímera de land art cuando llegué a España, en un gesto de arraigo. Me tocó migrar al igual que mis padres migraron de Corea del Sur a Venezuela en los setenta, para buscar una vida mejor. Estos procesos te hacen cuestionarte constantemente tu propia identidad, algo con lo que ya estaba familiarizada desde pequeña. Sigo siendo una extranjera a donde vaya y siento que esa condición no solo predetermina mi trabajo y mi ser, sino que los enriquece. He aprendido a sentirme cómoda en mi piel.
@juanchi62



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