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Lucía Pizzani: “Las fracturas de las migraciones han sido un suelo fértil para la creación”

La artista venezolana, residenciada en Londres, expone en Hacienda La Trinidad Parque Cultural su primera retrospectiva en el país: "Tiempo membrana", una revisión de 14 años de trabajo

  • JUAN ANTONIO GONZÁLEZ

31/07/2022 05:00 am

Surcos, pliegues, hendiduras, larvas, capullos. Acuosas, escamosas, traslúcidas, membranosas, marinas, orgánicas. Así son las obras de Lucía Pizzani, siempre ligadas a lo corpóreo, a la piel y a la naturaleza en su estado más virginal o alterada por el tiempo/hombre. A punto de emerger/nacer. Acorazadas. Vulneradas. En plena descomposición. Ya desbastadas y transformadas en memoria. Metamorfoseadas.

Si se tratara de hallar un hilo conductor en la obra de esta artista, nacida en Caracas en 1975 y residenciada en Londres desde 2007, este no podría englobarse en un solo elemento sino en la combinación de dos: o bien, el cuerpo sometido a las leyes de la naturaleza -con sus implicaciones históricas, sociológicas y psicológicas-, o bien, la naturaleza enfrentada a ese cuerpo que inútilmente se le resiste y que en el forcejeo termina lacerado.

Hoy, en este domingo caraqueño, en las antípodas del casi perenne cielo nublado de Londres, Lucía Pizzani despierta con la visión concreta del Ávila, esa montaña sagrada que ha sabido acomodarse en las maletas de los millones de venezolanos que han decidido irse del país. Luego de seis años de ausencia, la artista se encuentra en la ciudad en la que percibió por primera vez la luz. Anda emocionada como en sus días de niña rodeada de la maravilla del arte… el de su mamá, Nela Ochoa, y el de su papá, Jorge Pizzani. Regresa a manera de reencuentro, de reafirmación, de reconocimiento, de revisión.

 
En la serie fotográfica Híbridas (2021), "cortezas de árboles, hojas y vainas de semillas se funden conmigo" (CORTESÍA) 

Y lo hace con su primera exposición retrospectiva en Venezuela: Tiempo membrana, que inaugura este 31 de julio, a las 11:00 am, en la Casa de Hacienda de Hacienda La Trinidad Parque Cultural. La muestra lleva un subtítulo: “Revisión de la obra de Lucía Pizzani (2008/2022)”, que resume la propuesta de la investigadora y curadora Lorena González Inneco, quien concibió el proyecto expositivo en el que han colaborado la galería ABRA Caracas, que representa a la artista en el país, y Cecilia Brunson Projects, que hace lo propio en Reino Unido.

La selección de obras -alrededor de 40- resume en 5 salas el trabajo de 14 años de Pizzani; algunas provienen de préstamos de colecciones privadas, otras las ha traído especialmente la artista; un mural de arcilla realizado in situ, y una obra de barro crudo también hecha para la exposición. Horas antes de su llegada a Caracas, la artista respondió a las preguntas de El Universal.

-Tiempo membrana revisa 14 años de trabajo. ¿Qué lectura hace de lo hecho por usted en el terreno del arte en este tiempo?, ¿se reconoce?, ¿descubre cosas de usted de las que antes no había tenido consciencia?, ¿nota su propia metamorfosis?
-El proceso va en ambas direcciones casi en un tiempo no lineal, porque hay obras que se conectan claramente con el pasado mientras que otras abren nuevos caminos hacia el futuro, pero igual siento que se alimentan de ideas e intereses que he tenido desde siempre. Me reconozco en las pieles y cuerpos en autorretratos fotográficos y foto-performances que llevo haciendo desde mis inicios, en los temas ambientales ahora integrados no solo en lo visual sino también en la materialidad de la obra y en la investigación que la inspira.

"La metamorfosis es constante en el arte y en la vida en general, creo que tiene que ver con la creatividad que va desde lo cotidiano hasta los procesos de producción de la obra, esa capacidad de improvisación, renovación y cambio que nos hace crecer", agrega la artista.

De la serie fotográfica Cuencas, 2013 (CORTESÍA)

-¿Cómo se estableció la comunicación entre la curadora Lorena González Inneco y usted? Digamos, ¿coincidieron las lecturas de la obra que hace la curadora y las que hace la artista?
-Hemos tenido una sinergia increíble, venimos trabajando juntas desde 2006 con la exposición Retratos ausentes y más recientemente con La trayectoria inédita, por lo que el proceso de esta muestra ha fluido de forma muy natural. El diálogo que hemos venido constituyendo a través de los años lo hemos plasmado en una entrevista que publicamos en el catálogo que acompaña esta exposición. Hemos coincidido en la selección de obras y hasta en la distribución de las mismas en las salas y esto ocurre cuando un curador conoce a fondo la práctica de un artista.

Además de una visita guiada con la artista, el 2 de agosto, a las 3:00 pm, y un taller de arcilla sobre papel dirigido al público en general, ese mismo día, a las 4:00 pm, Tiempo membrana abrirá con una performance de Pizzani. “Es esta metamorfosis de la que hablábamos, ya que siento que mi práctica se ha expandido y que procesos que antes pasaban en un foto-performance, en video o en la intimidad del taller, están en un momento como para ser presentados en vivo frente al público, o así lo siento”, dice la artista al respecto.

Acorazada (2022), Instalación conformada por 4 collages, papel tapiz y 6 esculturas de arcilla negra (CORTESÍA CECILIA BRUNSON PROJECTS)

-¿Qué le dicta que una propuesta se realice en fotografía, escultura, video, papel o performance?
-Aunque comencé haciendo fotografía, ahora me siento muy cómoda con la cerámica, medio con el que trabajo desde hace 14 años. Me pasa que a veces abordo la misma idea con diversos medios y cada uno le agrega algo al cuerpo de trabajo. Un buen ejemplo fue el proyecto Seres vegetales que hice en Casa Wabi, una residencia artística en Oaxaca, el año pasado. La pieza principal fue una instalación de 8 esculturas de terracota cada una texturizada con una especie de planta local, y luego usé las mismas especies para hacer obras con tintas fotosensibles sobre papel. En ambas formas intento registrar la forma y textura de las plantas y en ambas busqué hacerlas antropomórficas, pero los resultados son diferentes. Para adentrarme más en esa relación del cuerpo humano y lo vegetal, luego hice la serie fotográfica Hibridas, donde cortezas de árboles, hojas y vainas de semillas se funden conmigo.

 
Cortezas (2021)  

-Antes de ser artista, trabajó en la ONG Provita. ¿Sigue siendo el medio ambiente parte fundamental de sus preocupaciones?
-Totalmente, es una pulsión primaria para mí, que ha estado presente a lo largo de los años. Justamente ahora estoy participando en una muestra titulada Planeta B: Cambio Clima y el nuevo sublime, curada por el filósofo francés Nicolás Bourriaud para la cual desarrollé un mural con collages y cerámica sobre papel tapiz acerca del tema de la pandemia como un síntoma de la crisis ambiental. También colaboré en un proyecto editorial de la artista venezolana Ana Alenso, que saldrá pronto y plantea la problemática del extractivismo en el Amazonas. Pero sobre todo, la obra misma siempre está llena de señas y contenidos relacionados a la naturaleza y sus procesos. Los ciclos, las metamorfosis, las migraciones y traslados de especies de un continente a otro, y más recientemente la salud humana en relación a la salud misma de los ecosistemas.

Las cáscaras, video de 2013 (CORTESÍA)

-Sus obras, a mi juicio, son bastante orgánicas, a veces me recuerdan las películas de David Cronenberg. ¿Cuál es su visión e interés en el cuerpo humano?, ¿qué le interesa de procesos naturales como la metamorfosis?, ¿qué le pasa con las membranas?
-He tratado de observar a través de la obra momentos normalmente invisibles como, por ejemplo el cambio de piel en los humanos, que dejamos nuestra epidermis en el aire y se convierte en partículas de polvo. En las serpientes es más evidente y por eso es un símbolo tan poderoso de la regeneración y sanación en muchas culturas de diversas geografías y momentos históricos. La idea de una segunda piel la vengo trabajando desde hace algunos años, no solo integrando corazas animales, sino también revisando rituales mesoamericanos como en el caso del dios Azteca Xipe Totec, quien vestía la piel del guerreo vencido para marcar el inicio del cultivo de maíz.

-¿Qué resonancias ha tenido en Lucía Pizzani y en su obra el hecho de ser migrante?
-Estar lejos de mi país de origen ha sido duro, por eso esta exposición es muy importante también a nivel emocional porque vuelvo a Venezuela después de 6 años. Ha sido un tiempo de añorar a mi país, sus paisajes y su gente, sobre todo mi familia, mis hermanos y mi padre que viven y trabajan en Venezuela. Sin embargo, Londres es ahora mi casa y las fracturas de las migraciones, ya que también pase unos años en Nueva York, han sido un suelo fértil para la creación. Ha sido un no lugar desde donde trabajar e investigar de forma transversal una variedad de culturas y momentos históricos buscando lo que las une, los símbolos universales, las preguntas sin respuestas…
@juanchi62



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