A CONTROL REMOTO
La pequeña historia de Tranquilino y Esmeralda
La pareja de cómicos argentinos llegó a Caracas, procedente de España, a finales de 1953 y muy pronto tuvieron su propio show en Radio Caracas Televisión
Este 2022, cuando se cumplen 70 años de la instauración de la televisión en nuestro país, seguimos contando las pequeñas historias de este medio, que hablan por sí mismas de su antigua grandeza y del esplendor perdido. He aquí una de ellas, la de Tranquilino y Esmeralda, una famosa pareja de cómicos argentinos -matrimonio en la vida real- que llegó a Caracas a fines de 1953, después de haber pasado largos años en España, recorriendo los teatros de aquel país presentando espectáculos musicales que ellos mismos producían.
El éxito siempre los acompañó, hasta que decidieron volver a Latinoamérica en 1954, concretamente a Venezuela, para debutar en la incipiente TV. Los contrató Radio Caracas Televisión para estelarizar un programa diario de comedias, que se emitía en la tarde, llamado Tranquilino y Esmeralda. Mi papá, como locutor comercial del programa, debía ir todos los días a hacer las cuñas en vivo, pues aún no existía el videotape. Tranquilino era muy emprendedor y apenas llegar decidió invertir parte del capital que se trajo de España, que no era poco, en una pequeña pizzería situada en la Candelaria. Pero tenía mayor amplitud de miras y fue así como decidió apostar luego por un proyecto gastronómico más ambicioso: un restaurante de carnes, más específicamente de parrillada argentina, uno de los primeros en surgir en Caracas. Lo bautizó con el nombre de Rancho Tranquilino y estaba ubicado en la avenida Leonardo Da Vinci de Colinas de Bello Monte, donde aún se encuentra.
Tranquilino se jactaba de que su restaurante fue el primero en utilizar los anafes para parrilla, en los cuales trasladaban las carnes a cada mesa mientras se asaban en brasas de carbón. Estos implementos generaban mucho humo, por lo que ir a comer parrilla argentina en esos años (muchos restaurantes de carne adoptarían después esta modalidad) era un pasaporte seguro para salir oloroso a carne en brasa y no pocas veces con los ojos llorosos por el humo. Sin embargo, esta fórmula funcionó. También introdujo el cómico en su comedero las planchas rectangulares de madera donde los comensales se servían sus raciones y las picaban con cuchillos de sierra, otra innovación del Rancho Tranquilino.
Tranquilino y Esmeralda aprovechaban su popularidad televisiva para agasajar a clientes y relacionados en su restaurante -mi papá entre ellos-, además de alquilar uno de sus salones dispuestos para eventos, algo que tampoco era muy común. Era la época de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y los más connotados personeros del régimen se tornaron en habitués del lugar, “atendidos por su propio dueño”; es decir, Tranquilino, ferviente y rendido admirador del hombre fuerte del país. Lo malo fue que poco antes de caer la dictadura, y oliéndose lo que se avecinaba, Tranquilino y Esmeralda picaron los cabos y se regresaron a su natal Argentina, donde continuaron haciendo radio y algo de TV, hasta que no se volvió a saber más de ellos.
@aquilinojmata
El éxito siempre los acompañó, hasta que decidieron volver a Latinoamérica en 1954, concretamente a Venezuela, para debutar en la incipiente TV. Los contrató Radio Caracas Televisión para estelarizar un programa diario de comedias, que se emitía en la tarde, llamado Tranquilino y Esmeralda. Mi papá, como locutor comercial del programa, debía ir todos los días a hacer las cuñas en vivo, pues aún no existía el videotape. Tranquilino era muy emprendedor y apenas llegar decidió invertir parte del capital que se trajo de España, que no era poco, en una pequeña pizzería situada en la Candelaria. Pero tenía mayor amplitud de miras y fue así como decidió apostar luego por un proyecto gastronómico más ambicioso: un restaurante de carnes, más específicamente de parrillada argentina, uno de los primeros en surgir en Caracas. Lo bautizó con el nombre de Rancho Tranquilino y estaba ubicado en la avenida Leonardo Da Vinci de Colinas de Bello Monte, donde aún se encuentra.
Tranquilino se jactaba de que su restaurante fue el primero en utilizar los anafes para parrilla, en los cuales trasladaban las carnes a cada mesa mientras se asaban en brasas de carbón. Estos implementos generaban mucho humo, por lo que ir a comer parrilla argentina en esos años (muchos restaurantes de carne adoptarían después esta modalidad) era un pasaporte seguro para salir oloroso a carne en brasa y no pocas veces con los ojos llorosos por el humo. Sin embargo, esta fórmula funcionó. También introdujo el cómico en su comedero las planchas rectangulares de madera donde los comensales se servían sus raciones y las picaban con cuchillos de sierra, otra innovación del Rancho Tranquilino.
Tranquilino y Esmeralda aprovechaban su popularidad televisiva para agasajar a clientes y relacionados en su restaurante -mi papá entre ellos-, además de alquilar uno de sus salones dispuestos para eventos, algo que tampoco era muy común. Era la época de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y los más connotados personeros del régimen se tornaron en habitués del lugar, “atendidos por su propio dueño”; es decir, Tranquilino, ferviente y rendido admirador del hombre fuerte del país. Lo malo fue que poco antes de caer la dictadura, y oliéndose lo que se avecinaba, Tranquilino y Esmeralda picaron los cabos y se regresaron a su natal Argentina, donde continuaron haciendo radio y algo de TV, hasta que no se volvió a saber más de ellos.
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