Luis Gerardo Mármol: “El Caribe me marca como matemático y poeta”
“Tercer libro de los entusiasmos”, su más reciente poemario, acaba de ver la luz con el sello OT
MARITZA JIMÉNEZ
Matemático y poeta nacido en Caracas (1966), Luis Gerardo Mármol (CORTESÍA)
EL UNIVERSAL
“No me interesa la poesía sino como arte y oficio tradicional. Como conocimiento tradicional, vale decir, ciencia sagrada. Como el camino de la interioridad, que es el significado primigenio de la palabra esoterismo”.
Matemático y poeta, Luis Gerardo Mármol (Caracas, 1966) el antiguo vínculo con lo sagrado que ambas disciplinas compartieron, en una obra poética que ya lleva cuatro títulos. El más reciente de los cuales, Tercer libro de los entusiasmos, acaba de ver la luz con el sello Oscar Todtmann editores.
Siguiendo la tradición de poetas como Baudelaire, Whitman, Pound, Guillén o Juarroz, confiesa el poeta al autor del prólogo, Alejandro Sebastiani Verlezza, ha decidido darle un solo nombre: Entusiasmo.
“El término ‘entusiasmo’ –dice- no debiera tomarse por una suerte de manía o euforia más o menos incontrolada o banal, monocromática y monocorde. Esta palabra griega podría traducirse más o menos literalmente como «estar en Dios». Es inconmensurable la cifra de estados o movimientos del alma y del espíritu que el rapto anima o desencadena. ¿Cómo podría entenderse una palabra como ‘entusiasmo’ de manera unívoca?”.
PhD en Matemáticas por la Universidad Central de Venezuela y profesor de pregrado y postgrado en el Departamento de Matemáticas Puras y Aplicadas de la Universidad Simón Bolívar, Mármol Bosch pensó inicialmente en cursar Filosofía y Matemática, pero fue la música del Serrat de los versos de Machado y Hernández lo que tempranamente lo decidiría por la poesía.
“Me causaban admiración las figuras de varios pensadores griegos, con Pitágoras , Zenón de Elea y Platón a la cabeza, y un poco más recientemente la figura de René Descartes, cuyo modelo quería inocentemente imitar. Pero ya en mí fermentaba el poeta. La primera revelación seria de la poesía la tuve entre los quince y dieciséis años escuchando en mi casa los discos que Joan Manuel Serrat dedicó a Antonio Machado y Miguel Hernández. Serrat era objeto de devoción en mi casa y para mi familia, y lo sigue siendo. Escuchando esos discos me dije: he aquí algo que me gustaría ser. Por eso suelo decir: en el principio fue Serrat. A él debo la primera luz, en gran medida. Aún hoy considero a Antonio Machado como uno de mis maestros indiscutibles. Ese verso suyo de su poema Retrato: “quien habla solo espera hablar a Dios un día” (también puesto en música por Serrat en su disco) es para mí una de las más altas revelaciones a las que he tenido el privilegio de acceder. Como Dice Cadenas, en el fondo lo que buscan los lectores de poesía son revelaciones. De modo que triunfó el poeta y dejé de lado al filósofo.
“Otras lecturas me mostraron, por su parte, las limitaciones del paradigma cartesiano. De modo que me quedé con la matemática, que es de todo ese paradigma lo más sólido, y comprendí que para acceder a verdades de un más alto talante debía encaminarme hacia aquello que está por encima de la razón, que la supera. Cardenal diría que la poesía es la única manera de decir la verdad sobre la tierra. Es muy importante esto: me interesa lo suprarracional, no lo irracional. No es la misma cosa. Lo suprarracional no es irracional. No es contrario a la razón: está por encima de ella. ¿Cómo podría reivindicar lo irracional si soy matemático? Los matemáticos sabemos bien que la falta de demostración, empírica o formal, de un hecho dado no implica en lo absoluto su falsedad. Toma por ejemplo este axioma tan bien conocido de la geometría euclidiana: por dos puntos distintos pasa una única recta. Pues bien, ese hecho, tan absolutamente evidente, es también absolutamente indemostrable. Del mismo modo, es imposible demostrar empírica o formalmente la existencia de Dios, al menos hasta ahora. Pero ello de ninguna manera implica que Dios no existe. Quizás las más altas verdades son esas, las que no necesitan demostración. Quizás la necesidad de demostración es una señal de debilidad, algo que Dios, evidentemente, no puede tener”.
Dentro del área de las matemáticas, su obra, de reconocimiento internacional, aparece en publicaciones científicas especializadas en Italia, Suiza, Eslovaquia, Turquía, Egipto y Colombia. Ha sido árbitro de diversas revistas dentro de su especialidad, y en la actualidad se desempeña como reviewer para la American Mathematical Society.
Mientras tanto, de su poesía dan cuenta los títulos Sueño de un día y Purgatorio, (Editorial Eclepsidra, 1997, 2012) y Entusiasmos (Editorial Kalathos, 2016), además de aparecer en diversas antologías en México y Colombia.
“No me interesa la poesía sino como arte y oficio tradicional. Como conocimiento tradicional, vale decir, ciencia sagrada. Como el camino de la interioridad, que es el significado primigenio de la palabra esoterismo”.
Matemático y poeta, Luis Gerardo Mármol (Caracas, 1966) el antiguo vínculo con lo sagrado que ambas disciplinas compartieron, en una obra poética que ya lleva cuatro títulos. El más reciente de los cuales, Tercer libro de los entusiasmos, acaba de ver la luz con el sello Oscar Todtmann editores.
Siguiendo la tradición de poetas como Baudelaire, Whitman, Pound, Guillén o Juarroz, confiesa el poeta al autor del prólogo, Alejandro Sebastiani Verlezza, ha decidido darle un solo nombre: Entusiasmo.
“El término ‘entusiasmo’ –dice- no debiera tomarse por una suerte de manía o euforia más o menos incontrolada o banal, monocromática y monocorde. Esta palabra griega podría traducirse más o menos literalmente como «estar en Dios». Es inconmensurable la cifra de estados o movimientos del alma y del espíritu que el rapto anima o desencadena. ¿Cómo podría entenderse una palabra como ‘entusiasmo’ de manera unívoca?”.
PhD en Matemáticas por la Universidad Central de Venezuela y profesor de pregrado y postgrado en el Departamento de Matemáticas Puras y Aplicadas de la Universidad Simón Bolívar, Mármol Bosch pensó inicialmente en cursar Filosofía y Matemática, pero fue la música del Serrat de los versos de Machado y Hernández lo que tempranamente lo decidiría por la poesía.
“Me causaban admiración las figuras de varios pensadores griegos, con Pitágoras , Zenón de Elea y Platón a la cabeza, y un poco más recientemente la figura de René Descartes, cuyo modelo quería inocentemente imitar. Pero ya en mí fermentaba el poeta. La primera revelación seria de la poesía la tuve entre los quince y dieciséis años escuchando en mi casa los discos que Joan Manuel Serrat dedicó a Antonio Machado y Miguel Hernández. Serrat era objeto de devoción en mi casa y para mi familia, y lo sigue siendo. Escuchando esos discos me dije: he aquí algo que me gustaría ser. Por eso suelo decir: en el principio fue Serrat. A él debo la primera luz, en gran medida. Aún hoy considero a Antonio Machado como uno de mis maestros indiscutibles. Ese verso suyo de su poema Retrato: “quien habla solo espera hablar a Dios un día” (también puesto en música por Serrat en su disco) es para mí una de las más altas revelaciones a las que he tenido el privilegio de acceder. Como Dice Cadenas, en el fondo lo que buscan los lectores de poesía son revelaciones. De modo que triunfó el poeta y dejé de lado al filósofo.
“Otras lecturas me mostraron, por su parte, las limitaciones del paradigma cartesiano. De modo que me quedé con la matemática, que es de todo ese paradigma lo más sólido, y comprendí que para acceder a verdades de un más alto talante debía encaminarme hacia aquello que está por encima de la razón, que la supera. Cardenal diría que la poesía es la única manera de decir la verdad sobre la tierra. Es muy importante esto: me interesa lo suprarracional, no lo irracional. No es la misma cosa. Lo suprarracional no es irracional. No es contrario a la razón: está por encima de ella. ¿Cómo podría reivindicar lo irracional si soy matemático? Los matemáticos sabemos bien que la falta de demostración, empírica o formal, de un hecho dado no implica en lo absoluto su falsedad. Toma por ejemplo este axioma tan bien conocido de la geometría euclidiana: por dos puntos distintos pasa una única recta. Pues bien, ese hecho, tan absolutamente evidente, es también absolutamente indemostrable. Del mismo modo, es imposible demostrar empírica o formalmente la existencia de Dios, al menos hasta ahora. Pero ello de ninguna manera implica que Dios no existe. Quizás las más altas verdades son esas, las que no necesitan demostración. Quizás la necesidad de demostración es una señal de debilidad, algo que Dios, evidentemente, no puede tener”.
Dentro del área de las matemáticas, su obra, de reconocimiento internacional, aparece en publicaciones científicas especializadas en Italia, Suiza, Eslovaquia, Turquía, Egipto y Colombia. Ha sido árbitro de diversas revistas dentro de su especialidad, y en la actualidad se desempeña como reviewer para la American Mathematical Society.
Mientras tanto, de su poesía dan cuenta los títulos Sueño de un día y Purgatorio, (Editorial Eclepsidra, 1997, 2012) y Entusiasmos (Editorial Kalathos, 2016), además de aparecer en diversas antologías en México y Colombia.
-Filósofos, matemáticos, hablaron inicialmente en lenguaje poético, que es, dice el sufí, la lengua de Dios.
-Cada vez que me hablan de mi doble condición, la de poeta y matemático, respondo invariablemente: no soy el primero”, ataja, añadiendo: “Nada menos que Omar Khayyam era matemático, uno de los más grandes de su tiempo, un hombre al que debemos notabilísimos aportes en geometría y álgebra, y un astrónomo excepcional. Fue también uno de los más grandes maestros sufíes, y ha sido, por desgracia, muy mal leído en Occidente, gracias a las versiones más que discutibles de Fitzgerald, empeñado en presentarlo como un paradigma del epicureísmo, un hedonista desencantado, un beodo, en suma. Pero su Vino es la gracia divina, es el mismo Vino de la interior bodega de San Juan de la Cruz. Y es el vino de Hafiz, el otro gran iniciado persa en el sufismo.
Añade los nombres de “otros notables escritores que así mismo fueron matemáticos, como Lewis Carrol, especialista en lógica y álgebra, que firmaba su obra matemática con su nombre de pila, Charles Dobson, y al que le debemos, junto a otros autores, el desarrollo de la teoría de los Determinantes, de tanto uso en la matemática moderna, en álgebra y en el cálculo infinitesimal. Y no me cabe duda de que hay más. Sin ir muy lejos, acabamos de editar en Eclepsidra un poemario de Jacinto Fombona Iribarren, nieto del poeta Fombona Pachano y sobrino de la ensayista y gran traductora Julieta Fombona, primera esposa de Guillermo Sucre. Pues bien, Jacinto es Licenciado en Matemáticas, aunque sus estudios de postgrado los ha hecho en Literatura”.
“Pero debo repetir que el modelo matemático me ha servido, básicamente, para conseguir ese rigor que mi hermano Armando Rojas Guardia decía que es el gran reto del temperamento lírico. Medida, prosodia, ritmo, melodía. Si soy honesto, debo decir así mismo que tengo reservas ante la idea de escribir una poesía o incluso un solo poema que imite o quiera traducir el lenguaje matemático. Me explico: hay que volver a la División tripartita del hombre: Cuerpo, Alma y Espíritu. He allí lo genuinamente tradicional, e incluso San Pablo lo repite en Tesalonicenses, de modo que esto es también palabra de Dios. Una poesía escrita únicamente a partir del paradigma matemático, o queriendo imitar su lenguaje y procedimientos, sería sólo Espíritu, y es imposible escribir poesía dejando de lado el Cuerpo y el Alma. Volvamos a la vieja divisa: Deus, Homo, Natura. Estamos entre el Cielo y la Naturaleza, justo a la mitad. Si sólo nos ocupamos del Espíritu corremos el peligro de quedarnos con el mero intelecto que es, de todas las partes que conforman el Espíritu, la menos sutil, la más inmadura y limitada. Una poesía espiritual, si terminamos por identificar espíritu con intelecto, sería una poesía meramente intelectual. Algo así como una poesía hegeliana. Y alguien como Kierkegaard con sobrada razón diría: asco.
-Cada vez que me hablan de mi doble condición, la de poeta y matemático, respondo invariablemente: no soy el primero”, ataja, añadiendo: “Nada menos que Omar Khayyam era matemático, uno de los más grandes de su tiempo, un hombre al que debemos notabilísimos aportes en geometría y álgebra, y un astrónomo excepcional. Fue también uno de los más grandes maestros sufíes, y ha sido, por desgracia, muy mal leído en Occidente, gracias a las versiones más que discutibles de Fitzgerald, empeñado en presentarlo como un paradigma del epicureísmo, un hedonista desencantado, un beodo, en suma. Pero su Vino es la gracia divina, es el mismo Vino de la interior bodega de San Juan de la Cruz. Y es el vino de Hafiz, el otro gran iniciado persa en el sufismo.
Añade los nombres de “otros notables escritores que así mismo fueron matemáticos, como Lewis Carrol, especialista en lógica y álgebra, que firmaba su obra matemática con su nombre de pila, Charles Dobson, y al que le debemos, junto a otros autores, el desarrollo de la teoría de los Determinantes, de tanto uso en la matemática moderna, en álgebra y en el cálculo infinitesimal. Y no me cabe duda de que hay más. Sin ir muy lejos, acabamos de editar en Eclepsidra un poemario de Jacinto Fombona Iribarren, nieto del poeta Fombona Pachano y sobrino de la ensayista y gran traductora Julieta Fombona, primera esposa de Guillermo Sucre. Pues bien, Jacinto es Licenciado en Matemáticas, aunque sus estudios de postgrado los ha hecho en Literatura”.
“Pero debo repetir que el modelo matemático me ha servido, básicamente, para conseguir ese rigor que mi hermano Armando Rojas Guardia decía que es el gran reto del temperamento lírico. Medida, prosodia, ritmo, melodía. Si soy honesto, debo decir así mismo que tengo reservas ante la idea de escribir una poesía o incluso un solo poema que imite o quiera traducir el lenguaje matemático. Me explico: hay que volver a la División tripartita del hombre: Cuerpo, Alma y Espíritu. He allí lo genuinamente tradicional, e incluso San Pablo lo repite en Tesalonicenses, de modo que esto es también palabra de Dios. Una poesía escrita únicamente a partir del paradigma matemático, o queriendo imitar su lenguaje y procedimientos, sería sólo Espíritu, y es imposible escribir poesía dejando de lado el Cuerpo y el Alma. Volvamos a la vieja divisa: Deus, Homo, Natura. Estamos entre el Cielo y la Naturaleza, justo a la mitad. Si sólo nos ocupamos del Espíritu corremos el peligro de quedarnos con el mero intelecto que es, de todas las partes que conforman el Espíritu, la menos sutil, la más inmadura y limitada. Una poesía espiritual, si terminamos por identificar espíritu con intelecto, sería una poesía meramente intelectual. Algo así como una poesía hegeliana. Y alguien como Kierkegaard con sobrada razón diría: asco.
Matemático y poeta nacido en Caracas (1966), Luis Gerardo Mármol (CORTESÍA)
-Leo Spitzer llama “enumeración caótica” a una forma de nombrar para dar cuenta de la totalidad del mundo. Su poesía también, de alguna manera, al nombrar los objetos y relaciones, va creando el mundo.
-Uno de los grandes objetivos de cualquier hombre espiritual, sea o no poeta, es la restitución del estado adánico, la realización en sí de todas las potencialidades de los humano. Y esta no es, aún, la meta última. No creo, por otra parte, que mi propuesta sea inédita o única en nuestra poesía. No me refiero al aspecto matemático, claro está. Me refiero a la vinculación con el mundo tradicional, teniendo al símbolo como punto de apoyo indispensable para mover a la tierra. Mi amigo Igor Barreto dijo con generosidad, a propósito de mi libro, que recuerda símbolos y palabras de solera profunda. De eso se trata, justamente. Y mi amigo incomparable Santos López ha señalado en más de una ocasión que al árbol de la poesía venezolana le ha nacido una nueva rama. Con el antecedente del Juan Liscano de Myesis, allí están el propio Santos, mi esposa Carmen Verde Arocha, y mi hermano Alejandro Sebastiani Verlezza. Igualmente a un prometedor narrador y muy sólido filósofo, Erik del Bufalo, lo siento muy cercano. También yo quiero ser una hoja de esa rama. Y es precisamente Erik quien a propósito de esto habla de la Logia de San Juan, que ya era, nos dice, conocida por Heráclito. Y por Pitágoras, digo yo.
-Su libro aspira de esa manera a abarcar el mundo como totalidad. Un aporte, por cierto, muy de la poesía barroca, a la cual se aproxima desde Lezama, entre otros autores.
-Sí, el sonero mayor José Lezama Lima es otro de los poetas míos .Y nunca olvido que soy caribeño. Bien al contrario, esta es en mí una circunstancia entrañable y como diría Armando, axial, medular. Me defino como caribeño, sin duda. Caribeño y caraqueño, que es una de las formas más genuinas y bellas de ser caribeño. No olvidemos que la palabra Caribe tuvo al parecer su origen aquí en Caracas. Los indios que habitaban el valle se llamaban a sí mismos Kariña, que quiere decir hombre, persona, ser humano, y los conquistadores españoles escucharon Caribes, porque también pensaban en Calibán, aquel personaje de la tempestad de Shakespeare. Así nos lo relata Uslar Pietri.
“Más de una vez he dicho que aquí no se puede sino ser impresionista, y lo he dicho pensando en Reverón, que por algo es el mayor de nuestros artistas, y en su empeño por pintar la luz, no los objetos sino sólo la luz, que me parece aún más radical que el de los impresionistas europeos o el de antecesores del impresionismo como Turner.
“Soy impresionista, sin duda, aunque también romántico, porque, como dijo Darío, ningún ser humano puede dejar de serlo, y el tumbao del Caribe marca y marcará siempre mi lenguaje y el de mi poesía. Hasta la matemática que prefiero y me gusta hacer es barroca y caribeña.
-La pregunta también tiene un lugar protagónico, por la frecuencia con que recorre sus poemas.
-Lo de las preguntas no ha sido deliberado, créeme. Las cosas me han salido así, y punto. En días pasados Santos López me hizo saber que mi modo de escritura corresponde en realidad a un modelo realmente tradicional que tiene por nombre Erotema, y que va mucho más allá de una mera figura retórica. Consiste en emplear una interrogante como manera de transmitir conocimiento o poner de manifiesto un misterio, a veces, muchas veces, sin esperar respuesta. Ahí está, pues, despejado el significado del vocablo erotema. Erotema no es tema erótico. ¿O sí?
@weykapu
-Uno de los grandes objetivos de cualquier hombre espiritual, sea o no poeta, es la restitución del estado adánico, la realización en sí de todas las potencialidades de los humano. Y esta no es, aún, la meta última. No creo, por otra parte, que mi propuesta sea inédita o única en nuestra poesía. No me refiero al aspecto matemático, claro está. Me refiero a la vinculación con el mundo tradicional, teniendo al símbolo como punto de apoyo indispensable para mover a la tierra. Mi amigo Igor Barreto dijo con generosidad, a propósito de mi libro, que recuerda símbolos y palabras de solera profunda. De eso se trata, justamente. Y mi amigo incomparable Santos López ha señalado en más de una ocasión que al árbol de la poesía venezolana le ha nacido una nueva rama. Con el antecedente del Juan Liscano de Myesis, allí están el propio Santos, mi esposa Carmen Verde Arocha, y mi hermano Alejandro Sebastiani Verlezza. Igualmente a un prometedor narrador y muy sólido filósofo, Erik del Bufalo, lo siento muy cercano. También yo quiero ser una hoja de esa rama. Y es precisamente Erik quien a propósito de esto habla de la Logia de San Juan, que ya era, nos dice, conocida por Heráclito. Y por Pitágoras, digo yo.
-Su libro aspira de esa manera a abarcar el mundo como totalidad. Un aporte, por cierto, muy de la poesía barroca, a la cual se aproxima desde Lezama, entre otros autores.
-Sí, el sonero mayor José Lezama Lima es otro de los poetas míos .Y nunca olvido que soy caribeño. Bien al contrario, esta es en mí una circunstancia entrañable y como diría Armando, axial, medular. Me defino como caribeño, sin duda. Caribeño y caraqueño, que es una de las formas más genuinas y bellas de ser caribeño. No olvidemos que la palabra Caribe tuvo al parecer su origen aquí en Caracas. Los indios que habitaban el valle se llamaban a sí mismos Kariña, que quiere decir hombre, persona, ser humano, y los conquistadores españoles escucharon Caribes, porque también pensaban en Calibán, aquel personaje de la tempestad de Shakespeare. Así nos lo relata Uslar Pietri.
“Más de una vez he dicho que aquí no se puede sino ser impresionista, y lo he dicho pensando en Reverón, que por algo es el mayor de nuestros artistas, y en su empeño por pintar la luz, no los objetos sino sólo la luz, que me parece aún más radical que el de los impresionistas europeos o el de antecesores del impresionismo como Turner.
“Soy impresionista, sin duda, aunque también romántico, porque, como dijo Darío, ningún ser humano puede dejar de serlo, y el tumbao del Caribe marca y marcará siempre mi lenguaje y el de mi poesía. Hasta la matemática que prefiero y me gusta hacer es barroca y caribeña.
-La pregunta también tiene un lugar protagónico, por la frecuencia con que recorre sus poemas.
-Lo de las preguntas no ha sido deliberado, créeme. Las cosas me han salido así, y punto. En días pasados Santos López me hizo saber que mi modo de escritura corresponde en realidad a un modelo realmente tradicional que tiene por nombre Erotema, y que va mucho más allá de una mera figura retórica. Consiste en emplear una interrogante como manera de transmitir conocimiento o poner de manifiesto un misterio, a veces, muchas veces, sin esperar respuesta. Ahí está, pues, despejado el significado del vocablo erotema. Erotema no es tema erótico. ¿O sí?
@weykapu
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