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Falleció en España el crítico y poeta Salvador Tenreiro

Su nombre despuntó en los años 80 como uno de los más acuciosos investigadores del proceso literario de nuestro país

  • Diario El Universal

29/09/2021 02:09 pm

MARITZA JIMÉNEZ 
EL UNIVERSAL

Un gran vacío en la crítica y la poesía, deja el fallecimiento del crítico, poeta, ensayista y docente universitario Salvador Tenreiro Díaz, hecho ocurrido ayer en su natal Galicia, donde se había refugiado estos últimos años, empujado, como tantos otro venezolanos por la profunda crisis nacional.

Aunque nació en La Coruña, en 1952, Salvador era definitivamente venezolano. Aquí estudió en las aulas de la Escuela de Letras de la UCV, por los años 60, y desde entonces inició un proceso de seguimiento de nuestra literatura y nuestros escritores, que mantendría a lo largo de toda su fructífera vida.

Después de cursar estudios en Francia, en cuya Universidad de París VIII obtuvo en 1984 el doctorado con la tesis “El poema en prosa: los enunciados del yo y la transtextualidad en la obra de J. A. Ramos Sucre”, regresó a Venezuela, donde mantuvo un ejercicio continuado de lectura y análisis de nuestros más reconocidos escritores de los siglos XIX y XX.

En los alrededores de la Casa Andrés Bello, dirigida entonces por Oscar Sambrano Urdaneta, fue testigo de anécdotas, entrevistas y acercamientos a la vida y obra de nombres ya legendarios, como los del famoso padre J. J. Barnola o el poeta Fernando Paz Castillo, uno de los más destacados voceros de la modernidad poética de principios del siglo XX en Venezuela.

Profesor emérito de la Universidad Simón Bolívar, nos legó títulos de imprescindible lectura, como los poemarios “Los sueños fértiles” (Ediciones de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1976); “Secreta claridad” (Talleres de Fotograbado Motta, Caracas, 1979); y ensayos como “Para una poética del sujeto en la obra de J. A. Ramos Sucre” (1987) o “El poema plural. Notas sobre poesía contemporánea (Ediciones de la Casa de Bello, Caracas, 1989).

Hace un par de años, sumó su nombre al de los millones de venezolanos que optaron por el exilio, radicándose en su Coruña natal. Pero nunca perdió el contacto con este país al que llevó siempre como el centro de sus afectos. “Mi país –escribió- es una mitad/ No tiene otra fortuna/ que el desamparo”.

La existencia de las redes le permitió, no obstante, mantener el contacto permanente con su memoria y amigos venezolanos, desde su perfil en la página de Facebook, donde compartió hasta el último momento sus reflexiones, la sabiduría de su palabra y el calor de su afecto. Pero también, el decurso del mal que finalmente cegó su vida.

“Paradójicamente –escribió en sus últimos momentos- mis fuerzas por mantenerme vivo se renuevan. A pesar de que conozco la realidad en la que me muevo. Una de las razones de esta vitalidad es el contacto permanente que mantengo con ustedes y sus alentadoras palabras de apoyo. Gracias a ellas, mi entusiasmo no decae y gracias a ellas espero salir de este pozo. Mientras pueda pronunciar una palabra, será siempre para la vida, para la libertad, para la amistad, para todo aquello que nos hace seres humanos solidarios”.

Hoy, cuando Salvador ya no está, tendríamos que repetir lo que sobre otro gran poeta, Vicente Gerbasi, escribió: “ese enorme poeta que era Gerbasi, y a pesar, incluso de los cargos públicos ejercidos (entre muchos otros, embajador en Israel, en Noruega, en Polonia) era la bondad, la simpatía y la elegancia personificada”.


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