RAFAEL GUILLÉN
MIRADA EXPUESTA | “Mi álbum familiar”
El fotógrafo barquisimetano realizó esta serie a principios de los años noventa, cuando Venezuela era un país que acogía a personas de todas las nacionalidades; diametralmente opuesto a lo que es hoy
En la década de los años noventa, casi nadie, por no caer en exageraciones, imaginaba que Venezuela terminaría convirtiéndose en un país de migrantes. Pensar que más de 6 millones de venezolanos abandonarían la que por mucho tiempo fue llamada como “Tierra de Gracia”, no pasaba ni por las mentes más imaginativas o visionarias. Claro, tampoco se avizoraba la tremenda crisis en lo político, lo económico y lo social en la que llevamos sumidos dos décadas.
Durante los tempranos años noventa, Venezuela era un país de acogida. Siempre lo fue en su historia. Europeos, latinoamericanos y caribeños encontraron aquí -todavía lo hacen, pero en circunstancias poco favorables- la hospitalidad y la aceptación inmediata, la posibilidad de mejorar las condiciones de vida que no tenían en sus respectivos lugares de origen.
El fotógrafo Rafael Guillén (Barquisimeto, estado Lara, 1967) inició en esa época la investigación y documentación de las migraciones de personas del Caribe a Caracas. “Recorrí algunos barrios de la ciudad y encontré a haitianos, trinitarios y locales que me hicieron parte de sus familias para que pudiera hacer el registro de esa realidad”, cuenta Guillén, quien realizó estudios de Artes y Cine en la Universidad Central de Venezuela.
El resultado de ese acercamiento a la cotidianidad del otro es la serie Mi álbum familiar, título que alude directamente a la complicidad que el fotógrafo estableció con sus sujetos, en este caso, habitantes de barrios de Petare como José Félix Rivas y La Bombilla, “gente de corazón noble y con un profundo agradecimiento hacia un país que los recibía y les permitía hacer vida en una ciudad que vibraba económicamente y daba oportunidades a todos”, dice Guillén, ganador del Premio Banco de Imágenes por la serie Toqué, agarré y ya no estabas, con la que documentó la diáspora incipiente de venezolanos que emigraban a Estados Unidos.
En una entrevista publicada en agosto de este año en la página web de The Wynwood Times, Rafael Guillén le dijo a Yorgenis Ramírez: “Me defino como un ser que cree en el ser humano, así que no me importa ni el color, ni la religión, ni el sexo o la raza, me importas porque eres humano, eso solo me basta. Me interesan temas documentales que tengan que ver con la pobreza, la religiosidad o creencias, lo autóctono, las costumbres, en fin, todo lo que encierran las relaciones entre los seres humanos”.
Más del trabajo de este fotógrafo en su cuenta de IG: @rafaelguillen.
@juanchi62
Durante los tempranos años noventa, Venezuela era un país de acogida. Siempre lo fue en su historia. Europeos, latinoamericanos y caribeños encontraron aquí -todavía lo hacen, pero en circunstancias poco favorables- la hospitalidad y la aceptación inmediata, la posibilidad de mejorar las condiciones de vida que no tenían en sus respectivos lugares de origen.
El fotógrafo Rafael Guillén (Barquisimeto, estado Lara, 1967) inició en esa época la investigación y documentación de las migraciones de personas del Caribe a Caracas. “Recorrí algunos barrios de la ciudad y encontré a haitianos, trinitarios y locales que me hicieron parte de sus familias para que pudiera hacer el registro de esa realidad”, cuenta Guillén, quien realizó estudios de Artes y Cine en la Universidad Central de Venezuela.
El resultado de ese acercamiento a la cotidianidad del otro es la serie Mi álbum familiar, título que alude directamente a la complicidad que el fotógrafo estableció con sus sujetos, en este caso, habitantes de barrios de Petare como José Félix Rivas y La Bombilla, “gente de corazón noble y con un profundo agradecimiento hacia un país que los recibía y les permitía hacer vida en una ciudad que vibraba económicamente y daba oportunidades a todos”, dice Guillén, ganador del Premio Banco de Imágenes por la serie Toqué, agarré y ya no estabas, con la que documentó la diáspora incipiente de venezolanos que emigraban a Estados Unidos.
En una entrevista publicada en agosto de este año en la página web de The Wynwood Times, Rafael Guillén le dijo a Yorgenis Ramírez: “Me defino como un ser que cree en el ser humano, así que no me importa ni el color, ni la religión, ni el sexo o la raza, me importas porque eres humano, eso solo me basta. Me interesan temas documentales que tengan que ver con la pobreza, la religiosidad o creencias, lo autóctono, las costumbres, en fin, todo lo que encierran las relaciones entre los seres humanos”.
Más del trabajo de este fotógrafo en su cuenta de IG: @rafaelguillen.
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