En la oposición se han descartado las elecciones primarias para la escogencia de los candidatos. Hay temor a que los aspirantes y sus promotores se dediquen a descalificar y disminuir a sus competidores y que ello deje heridas y resentimientos que impedirían que los ganadores de las candidaturas cuenten con el respaldo de los perdedores. Podrían terminar disminuidos, en vez de fortalecidos, de unas elecciones primarias.

 
Buena parte de los candidatos presentados por la oposición saldrán de entendimientos entre distintos partidos políticos, de acuerdos unitarios. Pero no todos los referentes opositores están afiliados a una instancia común, es decir, existen diferentes alianzas.

Por una parte, están quienes han conformado la llamada Alianza Democrática. Allí se encuentran dirigentes que han llamado a votar en los últimos procesos electorales. Los une su lucha contra la abstención, al igual que la protesta que han mantenido contra la injerencia extranjera y el bloqueo económico contra el país. Son diversos. Unos son ex chavistas. 

Otros son partidos sin tarjeta, no reconocidos por el Consejo Nacional Electoral. Pocos tienen representación parlamentaria. Unos tienen estructuras, activistas organizados en muchas regiones del país, mientras otros giran alrededor de la figura de su dirigente más notorio. Han logrado posicionar, en términos de marketing político, la idea de representar “la unidad”. Pero la cosa es bastante más complicada.

Por otra parte, se han alineado organizaciones políticas que fueron promotoras de la abstención y ahora parecieran estar resueltas a participar en las elecciones. No han hecho una autocrítica pública a su abstencionismo, pero es vox pópuli que saben que fracasaron con esa propuesta y que sacrificaron a dirigentes que pudieron haber optado a posiciones públicas y dejaron de hacerlo para nada. Allí se encuentran, entre otros, la Acción Democrática de Ramos; una tendencia del Primero Justicia de Borges; Un Nuevo Tiempo; Encuentro Ciudadano de Delsa Solórzano; Convergencia; Y La Causa R, que al parecer es la única de esas organizaciones negada a participar.

No puede dejar de considerarse el llamado grupo de los alcaldes, que han logrado fisonomía propia y tienen autonomía de acción. Destacan los alcaldes de Chacao, Baruta, El Hatillo, Los Salias, y Lechería, bajo el liderazgo de David Uzcátegui.

El nuevo partido de Eduardo Fernández, Unión y Progreso, sin estar afiliado a ninguno de los bloques anteriores, es un resuelto promotor de la participación electoral y de la promoción de figuras independientes.

Hay que agregar, en otra posición, a Henrique Capriles, quien estuvo de candidato presidencial con el activo respaldo de la mayoría de quienes hoy conforman la Alianza Democrática, de todos quienes conforman el numeroso grupo de ex abstencionistas y vinculados a la solicitud de sanciones y bloqueo económico que conforman el segundo grupo arriba mencionado, como también gozó del respaldo de Eduardo Fernández y del grupo de los alcaldes. Capriles aparece hoy separado, como un referente aparte, y pareciera que en esta ocasión si llamará a votar.

Súmenle a eso las numerosas organizaciones que el Consejo Nacional Electoral acaba de legalizar y entenderemos lo fantasioso e irreal que resulta que alguno pretenda hablar en nombre de “la unidad”. Lo que realmente tendremos serán buenos candidatos y promesas de cambio formuladas desde diferentes frentes. Corresponderá a los ciudadanos estar pendientes de la variada oferta electoral y ejercer con libertad y sabiduría la escogencia de las mejores opciones para el país.