Los grandes retos del agro venezolano, pueden resumirse en suplir la demanda creciente de alimentos con más y mejores productos de nuestra tierra; y hacerlo en forma competitiva. Para ello, debemos primero resolver la apatía y falta de determinación que en materia agrícola paraliza a la nación. En segundo lugar generar un entorno favorable a la inversión privada en el campo. Tercero, olvidarnos del esquema de los grandes planes o soluciones gubernamentales que nunca se dan.

Siendo que cada año que pasa en Venezuela hay más personas que alimentar. ante la necesidad y conveniencia de producir alimentos, la disponibilidad suficiente de tierras para cultivos y pastizales junto con la infraestructura agrícola existente, indica que, si queremos podemos hacerlo. Sin embargo el carácter o condición de importador neto de alimentos que define al país, constituye un detente muy poderoso a nuestro desarrollo agrícola, dados los intereses económicos contrarios. La enorme dependencia en importaciones agroalimentarias, compromete la salida de la crisis por su impacto nocivo en la economía doméstica y el consumo de alimentos entre la población. Asi, aún disponiendo de alimentos importados , no resuelven el problema alimentario de la mayoría de la población empobrecida, por la carestía implícita ante el escaso poder adquisitivo de nuestra devaluada moneda, frente al dólar y otras principales divisas.

Por todo esto al preguntarnos lo que hay que hacer, la respuesta es hacer y dejar hacer, lo que tiene que ver con el entorno favorable necesario para la agricultura. No habiendo receta única ni pretendiendo estas breves lineas dicho cometido, lo fundamental es favorecer la inversión privada y los negocios agrícolas en general protegiendo lo necesario, y controlando las puertos.

Al respecto son de asegurar la libertad de precios agrícolas y la protección de los productores contra los abusos de posición de dominio, permitiendo el juego de oferta y demanda que necesita la agricultura y su competitividad. Y por supuesto hacer desde el sector público en apoyo a la agricultura y los productores, no para más burocracia o a los eternos contratistas del Estado, sino para producir más y mejores alimentos que satisfagan el hambre que nos acecha y en función de las metas de producción.

En cuanto a la pregunta de con quién desarrollar nuestra agricultura, la respuesta es con agricultores y técnicos capaces, que los hay y dispuestos a los grandes retos que se plantean. Esto olvidándonos de los burócratas agrícolas que viven del cuento, de la retórica y de anunciar grandes planes o soluciones gubernamentales que nunca se dan. Después de todo, desarrollar nuestra agricultura se trata de dos sencillas tareas: sembrar y criar.

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