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El blanqueo de la mala praxis

Hoy, en Venezuela, la gente sólo se muere por Covid-19. La imposibilidad de no saber a ciencia cierta lo que ocurre en las áreas quirúrgicas, las habitaciones y salas de emergencia de los hospitales, abre las oportunidades para justificarlo todo...

  • DAVID BITTAN OBADÍA

09/05/2021 05:06 am

Al inicio de la semana el Covid-19 reportó 153 millones de casos y 3,2 millones de fallecidos, lo cual nos puede hacer la idea de cuántas personas han visitado hospitales y centros de salud.

Adicionalmente a lo traumático de esta enfermedad, de lo que se sufre sin poder respirar, una vez que ingresa al hospital, el paciente pierde todo contacto con sus seres queridos, convirtiéndose de inmediato en objeto muchas veces de una medicina deshumanizada, quizás también en presa de algún médico de esos que se gradúan en el Caribe, o en universidades sin ningún tipo de reconocimiento de donde egresan como “churros”.

Una vez dentro del centro de atención ya no hay control de nada y es allí donde muchos pacientes han sido víctimas de la mala praxis médica.

En líneas generales, la mala praxis médica no es otra cosa que el ejercicio inapropiado de la profesión que se materializa en la imprudencia, negligencia y/o impericia del galeno, la responsabilidad extensible a todos los profesionales de la salud, enfermeras, auxiliares e instituciones médicas. Esto abarca igualmente el diagnóstico, tratamiento, intervención o procedimiento quirúrgico y, finalmente, la etapa de convalecencia.

Estoy más que convencido por casos cercanos a mi entorno que algunos “profesionales de la medicina” -me refiero a una minoría muy pequeña-, han violado durante la pandemia los códigos de deontología médica y han incurrido en todo tipo de errores injustificables; sería inaceptable que estos casos quedasen impunes, también por un elemental respeto a aquellos galenos que sí, lo han hecho bien. Ya llegará el momento de sentarlos en el banquillo, mientras tanto ojalá sus conciencias estén haciendo lo suyo.

Seguramente miles de casos se han producido por una errónea intubación endotraqueal: un procedimiento que tan solo lo debe realizar un intensivista o alguien con experticia; ni hablar de los procesos de anestesia donde, a más de uno se le fue la mano.

La disminución de los casos de mala praxis médica, con el aumento de tantos pacientes circulando por los hospitales a nivel mundial, es una ecuación ilógica; la única explicación para ello no es otra que el amparo de miles de errores en la pandemia. Hoy, en Venezuela por ejemplo, la gente sólo se muere por Covid-19. La imposibilidad de no saber a ciencia cierta lo que ocurre en las áreas quirúrgicas, las habitaciones y salas de emergencia de los hospitales, abre las oportunidades para justificarlo todo; si unimos ésto a la complicidad mal entendida en el gremio medico, ni hablar: el resultado es precisamente el que estamos apreciando. En algún momento sin embargo, al pasar la crisis actual, irán apareciendo las historias...

Esta pandemia nos deja tristeza y nos demuestra nuestra fragilidad como seres humanos; la falta de previsiones ante una gran catástrofe, lo deficiente de muchos gobiernos, lo inútil de entes como la OMS, la complicidad política internacional, pero también una gran impunidad frente a unos cuantos nuevos criminales, silentes quienes, por falta de experiencia, o, mera negligencia, blanquearán sus crímenes. Anhelo que la expresión en los rostros de sus víctimas les interrumpa la tranquilidad de su sueño.

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