Lo usual en el lenguaje
Como usuarios de este instrumento maravilloso que es la lengua española o castellana, debemos ser cuidadosos para no degenerarla, creyendo enriquecerla...
Parto de la premisa fundamental de que una lengua es un organismo vivo, que se enriquece a cada instante con el uso, que somos nosotros quienes echamos mano de ella con el lenguaje, quienes vamos consolidando cambios y variantes que con el tiempo se hacen norma. No aceptarlo, ser puritanos, o cerrarnos a esta realidad, pues sencillamente anquilosa a la lengua hasta el punto de llegar a desaparecer. Una lengua no la hacen las academias; en todo caso, son receptoras de los usos, modismos, neologismos, etcétera, y como organismos técnicos que son, deciden si los incorporan o no al diccionario, para que sean ya parte de su corpus. No obstante, como usuarios de este instrumento maravilloso que es la lengua española o castellana, debemos ser cuidadosos para no degenerarla, creyendo enriquecerla. Flaco beneficio le hacemos si nuestro lenguaje desconoce, aunque sea de manera somera, los elementos que la constituyen, las normas que la regulan, los giros inadecuados e incorrectos que la deforman, porque se va perdiendo con el uso su esencia, hasta llegar al extremo de convertirse en una suerte de saco de gatos ininteligible y grotesco.
Las redes, por ejemplo, esos portentos tecnológicos que le han dado un giro copernicano a nuestras vidas, han traído como colofón el que la lengua sea maltratada al punto de lo grave. Si bien es cierto que, por ejemplo Twitter, nos ha obligado a la necesaria síntesis, lo cual es positivo porque concentra y nos lleva a la esencialidad del pensamiento (independientemente de los famosos hilos que buscan paliar la intención inicial), muchos, azuzados quizás por la rapidez del uso de la herramienta, echan mano de manera incorrecta de la técnica de la abreviación (de forma deliberada o no), insertando abreviaturas no canónicas, lo cual distorsiona la frase o expresión. Sabemos de antemano que todas las abreviaturas son de hecho abreviaciones, pero lo contrario no. Es decir, acortamos vocablos o palabras, o quitamos letras, como nos da la gana, sin detenernos a pensar por un instante que al hacerlo torpedeamos la comunicación y vamos dejando aquí y allá pequeños Frankenstein, que otros copian hasta hacerse usuales y, por ende, aceptados por muchos. La vieja técnica del telegrama, pero distorsionada a la más elevada potencia.
Fui decano de mi facultad hace muchos años, y lo que más recuerdo como anecdotario es la rabia que cogía cada vez que recibía una comunicación oficial plagada de errores y de lugares comunes. Creo que me molestan más los segundos que los primeros, independientemente de que haga uso de ellos de vez en cuando (y de manera consciente) impelido por las circunstancias. Las frases hechas me llevan los demonios. Recuerdo haber devuelto los oficios a sus remitentes para que los corrigieran, porque de lo contrario no les daría curso. Sé que aquello era descortés, y caía en el terreno de la grosería, pero qué le voy a hacer, no soy políticamente correcto y a cada instante me echo encima un montón de desafectos. No quiero decir con esto que yo sea impoluto en el uso de la lengua, nada que ver, pero de manera consciente trato en lo posible de no echarle más leña al fuego (por cierto: aquí va una frase hecha); es decir, no dañar más a la lengua. Usualmente me llegaban al decanato oficios que iniciaban de esta manera: “Me es grato dirigirme a usted”. Ni decirlo, me reventaban, sobre todo cuando los remitentes eran profesores, doctores y científicos, cuyas hojas de vida eran tan extensas, que no cabían en las carpetas normales; y ni hablar de sus egos.
En días pasados me enviaron un video en el que se muestra a una bella muchacha hablando por celular con una amiga, y lo único que se saca en claro de todo aquello, es una pobreza lingüística tan fulminante, que provoca una mezcla de conmiseración y de rabia. El diálogo es más o menos esto (editado por razones obvias) “...tú puedes creer que literalmente este bicho me dijo quique, no y tal, que, quique yo y no sé qué, y yo que sí. ¿Es en serio...? Y el bicho que sí… Pero bueno... y yo ni le paro”.
Por fortuna, no todos los jóvenes hablan así, pero lo hace un amplio sector que no discrimina clase social ni sexo. Es más, hay viejos que ya están hablando así. Si todo esto es lo que a futuro nos aguarda como lenguaje, ya me dirán ustedes el nivel cultural. A mi edad (que no soy un anciano) me cuesta muchas veces entender lo que escucho en las redes y en mi cotidianidad, presumo que dentro de pocos años la vida en sociedad será una suerte de torre de Babel en la que cada cual hablará su pretendido “idioma”.
@GilOtaiza
@ricardogilotaiza
rigilo99@gmail.com
Las redes, por ejemplo, esos portentos tecnológicos que le han dado un giro copernicano a nuestras vidas, han traído como colofón el que la lengua sea maltratada al punto de lo grave. Si bien es cierto que, por ejemplo Twitter, nos ha obligado a la necesaria síntesis, lo cual es positivo porque concentra y nos lleva a la esencialidad del pensamiento (independientemente de los famosos hilos que buscan paliar la intención inicial), muchos, azuzados quizás por la rapidez del uso de la herramienta, echan mano de manera incorrecta de la técnica de la abreviación (de forma deliberada o no), insertando abreviaturas no canónicas, lo cual distorsiona la frase o expresión. Sabemos de antemano que todas las abreviaturas son de hecho abreviaciones, pero lo contrario no. Es decir, acortamos vocablos o palabras, o quitamos letras, como nos da la gana, sin detenernos a pensar por un instante que al hacerlo torpedeamos la comunicación y vamos dejando aquí y allá pequeños Frankenstein, que otros copian hasta hacerse usuales y, por ende, aceptados por muchos. La vieja técnica del telegrama, pero distorsionada a la más elevada potencia.
Fui decano de mi facultad hace muchos años, y lo que más recuerdo como anecdotario es la rabia que cogía cada vez que recibía una comunicación oficial plagada de errores y de lugares comunes. Creo que me molestan más los segundos que los primeros, independientemente de que haga uso de ellos de vez en cuando (y de manera consciente) impelido por las circunstancias. Las frases hechas me llevan los demonios. Recuerdo haber devuelto los oficios a sus remitentes para que los corrigieran, porque de lo contrario no les daría curso. Sé que aquello era descortés, y caía en el terreno de la grosería, pero qué le voy a hacer, no soy políticamente correcto y a cada instante me echo encima un montón de desafectos. No quiero decir con esto que yo sea impoluto en el uso de la lengua, nada que ver, pero de manera consciente trato en lo posible de no echarle más leña al fuego (por cierto: aquí va una frase hecha); es decir, no dañar más a la lengua. Usualmente me llegaban al decanato oficios que iniciaban de esta manera: “Me es grato dirigirme a usted”. Ni decirlo, me reventaban, sobre todo cuando los remitentes eran profesores, doctores y científicos, cuyas hojas de vida eran tan extensas, que no cabían en las carpetas normales; y ni hablar de sus egos.
En días pasados me enviaron un video en el que se muestra a una bella muchacha hablando por celular con una amiga, y lo único que se saca en claro de todo aquello, es una pobreza lingüística tan fulminante, que provoca una mezcla de conmiseración y de rabia. El diálogo es más o menos esto (editado por razones obvias) “...tú puedes creer que literalmente este bicho me dijo quique, no y tal, que, quique yo y no sé qué, y yo que sí. ¿Es en serio...? Y el bicho que sí… Pero bueno... y yo ni le paro”.
Por fortuna, no todos los jóvenes hablan así, pero lo hace un amplio sector que no discrimina clase social ni sexo. Es más, hay viejos que ya están hablando así. Si todo esto es lo que a futuro nos aguarda como lenguaje, ya me dirán ustedes el nivel cultural. A mi edad (que no soy un anciano) me cuesta muchas veces entender lo que escucho en las redes y en mi cotidianidad, presumo que dentro de pocos años la vida en sociedad será una suerte de torre de Babel en la que cada cual hablará su pretendido “idioma”.
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