La frontera sur de Estados Unidos, la que lo divide y separa de México, se ha convertido en las últimas semanas en un verdadero escenario de miseria, tristeza y desolación.

Los coyotes, criminales a quienes no les importa la vida de las personas, son un ala del narcotráfico y del crimen organizado; poseen una logística mejor que la de cualquier empresa de transporte masivo y cuentan con sistemas avanzados de comunicación. Cada emigrante es censado y se le asigna un brazalete con códigos, que determina a qué grupo mafioso está asignado.

Antiguamente el negocio del contrabando de personas pertenecía a unas pocas familias. Hoy está en manos del “hampa seria”, como lo refieren algunos que han cruzado la línea. Si alguien se lastima, o se deshidrata, lo abandonan a su suerte y sin agua; evidentemente no sobreviven más de dos días.

El coyote se justifica así: "ayudamos a cumplir el sueño americano”. Su trabajo comienza en algún país de origen, básicamente en Centroamérica, donde se captan a los futuros viajeros; muchos de ellos van abonando por años cantidades de dinero, hasta cumplir con su cuota, para luego prepararlos a la travesía.

Ante mayor cantidad de controles policiales los traficantes de personas se aventuran por rutas mucho más peligrosas, con el fin de burlarlos. La gran tragedia es que tan solo en el mes de marzo pasado han llegado a EEUU más de 18.000 niños, solos. En días recientes se han visto imágenes terribles, donde se aprecia a unos coyotes que han soltado a dos niñas de cinco años por encima de la barrera metálica, de más de cuatro metros de alto, la cual divide EEUU de México: una escena conmovedora que ha tocado la fibra hasta de la propia patrulla fronteriza. ¿Cuán grave ha de ser la desesperación de unos padres para abandonar a su suerte a niños de tan corta edad? Pensaran seguramente que, del otro lado, alguien se ocupará de ellos y podrá ofrecerles una vida mejor.

El Río Bravo se ha convertido actualmente en uno de los pasos de mayor flujo de emigrantes hacia Estados Unidos, sin embargo, este río es el verdadero “cementerio del sueño americano”; a lo largo de sus 3000 kilómetros de longitud reposan miles de personas fallecidas. Diariamente, muchos pierden la vida en el intento de atravesarlo. Se trata de una zona sumamente peligrosa por las corrientes cruzadas, además de encontrarse llena de grandes cocodrilos. Las imágenes de familias ahogadas son verdaderamente dantescas.

Adicionalmente a combatir a las grandes mafias, que es una tarea urgente de Estados Unidos, se hace necesario, a mediano plazo, invertir recursos en los países de Centroamérica y generar condiciones de vida para evitar que la gente emigre. Todo emigrante sueña con regresar a su terruño y no hay un sitio mejor para vivir que su país de origen; cuando salen, el rumbo es desconocido y, en la mayoría de los casos, de ser exitosa su travesía, durante muchos años son sometidos a explotación laboral y discriminación, algo que marcara sus vidas.

Si esto es así en EEUU, ¿cómo será en todas las demás fronteras del mundo de donde no llegan las imágenes? ¡Basta de tanta desigualdad!

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