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Detrás de la nueva normalidad

Desde los tiempos del Tercer Reich la humanidad no había sido testigo de un proyecto hegemónico global de tal magnitud como el enunciado, que se ha puesto en marcha a paso vertiginoso desde antes de la irrupción del nuevo coronavirus...

  • RICARDO GIL OTAIZA

21/03/2021 05:03 am

Con la irrupción de la pandemia muchos gobiernos se aprovechan para conculcar los derechos de los ciudadanos, hasta el punto de plantearse sin pudor alguno el oxímoron de la “nueva normalidad”. Un oxímoron es por definición académica una figura literaria retórica, que echa mano de dos conceptos opuestos en una misma frase, y que busca generar un tercer concepto de manera tácita. No es gratuito, por lo tanto, su utilización en las actuales circunstancias, ya que esconde una intencionalidad al plantearse que la normalidad a la que tenemos que acostumbrarnos a partir de ahora, no es la que conocíamos (apenas meses atrás), sino lo que fuerzas ajenas a nuestro interés personal y colectivo nos imponen como realidad.

Lo ideal sería que el planteamiento trajera consigo la noción de transitoriedad, de excepcionalidad, luego de lo cual retornemos a la vida de siempre, pero no, eso no es lo que les interesa. El paréntesis obligado en nuestras vidas por las denominadas medidas de bioseguridad, les ha caído a los totalitaristas como anillo al dedo, de perlas, diríamos, porque sin respuesta ciudadana (no la necesaria, por lo menos) nos mantienen confinados, sumisos, presos en nuestros propios hogares, mientras caemos como borregos en sus terribles fauces. Nuestras libertades, que nos hacen más humanos, son vulneradas de la manera más atrabiliaria, al privársenos de nuestros derechos con la manida excusa de que es por nuestro bien.
 
Partamos del supuesto de que los confinamientos son temporales, mientras el letal virus circule entre nosotros (ya que se supone que con las vacunas y con los fármacos que se hallen el virus pronto será derrotado), pero entonces no cuadra lo que se nos anuncia con el oxímoron citado (que hoy es vox populi en casi todo el planeta), porque como jugada adelantada se nos está advirtiendo de manera no tan velada que, suceda lo que suceda, nada volverá a ser igual. Es decir, nuestro futuro inmediato no dependerá ya de las cepas mortales, ni de la transmisión o del contagio (porque en algún momento eso será resuelto), sino de decisiones de orden político, lo cual es peor que la pandemia en sí misma.

Como se puede observar, la frase retórica es intencional, meditada y elaborada en laboratorios del lenguaje (arma poderosa, como lo he expresado en artículos anteriores, mediante el cual nos manipulan), que nos preparan para un nuevo orden mundial, en el que entes supra y sus poderosos hilos sutiles (otro oxímoron, por cierto) se arrogarán decidir por nosotros, coartándonos en aspectos fundamentales como el libre tránsito (el paso de un país a otro), las reuniones (sociales, religiosas, políticas, académicas y familiares), así como las manifestaciones en reclamo de la conculcación de las libertades.
 
En el fondo se busca escindir el Ser, acallarlo, embozalarlo, debilitarlo en sus afectos y fortalezas interiores (amistad, solidaridad), acercarlo a la máquina o cosificarlo (el uso ineludible de la tecnología digital para poder interaccionar de manera sincrónica o asincrónica), destruir sus referentes fácticos (familia, sociedad, país, mundo), debilitar los lazos generacionales e intergeneracionales, generar el miedo y la inseguridad como armas de control social. Sin más, vivir de las apariencias y de las sombras, como en el mito de la caverna de Platón, lo que nos llevará muy pronto a creer que lo que se nos muestra desde la burda manipulación es el mundo real.

Sin duda, la denominada “nueva normalidad” es el anuncio de la batalla que tenemos por delante, y que daremos con todas nuestras fuerzas e inteligencia, si no queremos que el mundo que les aguarde a nuestros hijos y nietos sea el mero resultado del tinglado de fuerzas oscuras que pugnan por el control global, que harán de ellos meros peones de un siniestro ajedrez. Nuestra tarea como padres, profesores y comunicadores es desvelar la trampa, exponerla en sus más finos intersticios, dejarla al desnudo, hasta despertar las conciencias en el ahora. La conculcación de las libertades personales desde la excusa perfecta (la pandemia), y pretender que la excepcionalidad sea lo permanente (a pesar de la lucha que se da para derrotar al virus, y que ganaremos), es sencillamente una aberración anti histórica.
 
Desde los tiempos del Tercer Reich la humanidad no había sido testigo de un proyecto hegemónico global de tal magnitud como el enunciado, que se ha puesto en marcha a paso vertiginoso desde antes de la irrupción del nuevo coronavirus (tal vez sea éste una consecuencia de todo aquello y no una causa como algunos piensan). Se sabe que tras bambalinas hay ideólogos que gozan de gran poder mediático y económico, que mueven a su antojo los hilos de la historia: ponen y quitan gobiernos, promueven medios y redes, manipulan aquí y allá, generan matrices de opinión y se frotan las manos con ostentosa lujuria.
 
Los próximos meses serán cruciales para el mundo. Toquemos madera para que la luz venza la portentosa oscuridad que nos rodea, y que una vez superada la pandemia la humanidad pueda regresar a una normalidad a secas; sin subterfugios, sin metáforas ni retóricas.
 
Twitter: @GilOtaiza
 
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