Decadencia final
En sus manos el barco de Venezuela se estrelló como el Titanic e hizo aguas. Los pasajeros escapan o cogen fuerzas para resistir lo que resta
Decadencia según el DRAE es la acción de decaer (ir a menos), y final, es el término y remate de algo. Las dos palabras juntas aplican perfectamente para describir la fase terminal en que se encuentran el Castrocomunismo y sus agentes cubanos y locales en Venezuela. Tras 22 años continuos de dominación del país que es regentado a dos manos entre La Habana y Caracas, la debacle nacional resultante de su rapacidad se devuelve en su contra. Aparte de no quedar mucho más que saquear, la base social que cautivaron y engañaron para acceder al poder, ya no los respalda y por el contrario espera impaciente su salida. De tanto sufrir miseria sabe el pueblo venezolano que los comunistas enemigos de la libertad y democracia, son la causa de todos sus males y que estos no cesarán hasta su partida.
Mientras en Cuba, resuena el “Patria y Vida” que la juventud cubana canta a coro desafiante, anunciando el ocaso de las terribles seis décadas sufridas de tiranía. Esto al tiempo que aquí prosigue la destrucción perversa de Venezuela a imagen y semejanza de la cubana. El daño es inmenso pues todo, absolutamente todo, lo han afectado. Tanto así que en lo material, la recuperación del país al estado anterior de desarrollo y progreso en que se encontraba, tomará no menos de dos décadas de cuantiosa inversión y muchísimo trabajo.
Mención especial merece el daño humano que acusa la población hambreada y empobrecida. Además la pérdida del 20% de la población por emigración forzada tiene profundos efectos sociales por la separación de las familias. Y en lo económico disminuye la fuerza laboral y empresarial que queda disponible. Además del hambre y la opresión, la falta y falla de los indispensables servicios básicos y de combustibles, hacen al país inhabitable, detenido como está el desarrollo, progreso y bienestar, y de continuar sin libertad ni democracia bajo el ideario Castrocomunista.
Habiendo durado más de lo imaginable, el régimen ilegítimo ha llegado a su decadencia final y no tiene manera de detenerla por más que trate de retrasarla. En su desventaja, la inercia lo empuja adelante y acerca más al final. El nerviosismo de perder el poder lo consume, siéndole incomprensible, pero no puede evitarlo menos disimularlo. En sus manos el barco de Venezuela se estrelló como el Titanic e hizo aguas. Los pasajeros escapan o cogen fuerzas para resistir lo que resta, al tiempo que la tripulación evalúa sus opciones entre huir a donde pueda con lo esquilmado, o continuar en el timón por la fuerza apuntando con las armas a los pasajeros para que remen y la mantengan a flote. Ciertamente la decadencia final del régimen y el Castrocomunismo en Venezuela ha llegado y es irreversible. La vuelta a la libertad y democracia nada ni nadie la detiene.
ppinate@gmail.com
Mientras en Cuba, resuena el “Patria y Vida” que la juventud cubana canta a coro desafiante, anunciando el ocaso de las terribles seis décadas sufridas de tiranía. Esto al tiempo que aquí prosigue la destrucción perversa de Venezuela a imagen y semejanza de la cubana. El daño es inmenso pues todo, absolutamente todo, lo han afectado. Tanto así que en lo material, la recuperación del país al estado anterior de desarrollo y progreso en que se encontraba, tomará no menos de dos décadas de cuantiosa inversión y muchísimo trabajo.
Mención especial merece el daño humano que acusa la población hambreada y empobrecida. Además la pérdida del 20% de la población por emigración forzada tiene profundos efectos sociales por la separación de las familias. Y en lo económico disminuye la fuerza laboral y empresarial que queda disponible. Además del hambre y la opresión, la falta y falla de los indispensables servicios básicos y de combustibles, hacen al país inhabitable, detenido como está el desarrollo, progreso y bienestar, y de continuar sin libertad ni democracia bajo el ideario Castrocomunista.
Habiendo durado más de lo imaginable, el régimen ilegítimo ha llegado a su decadencia final y no tiene manera de detenerla por más que trate de retrasarla. En su desventaja, la inercia lo empuja adelante y acerca más al final. El nerviosismo de perder el poder lo consume, siéndole incomprensible, pero no puede evitarlo menos disimularlo. En sus manos el barco de Venezuela se estrelló como el Titanic e hizo aguas. Los pasajeros escapan o cogen fuerzas para resistir lo que resta, al tiempo que la tripulación evalúa sus opciones entre huir a donde pueda con lo esquilmado, o continuar en el timón por la fuerza apuntando con las armas a los pasajeros para que remen y la mantengan a flote. Ciertamente la decadencia final del régimen y el Castrocomunismo en Venezuela ha llegado y es irreversible. La vuelta a la libertad y democracia nada ni nadie la detiene.
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