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Soluciones y elecciones

En Israel, como en muchos países, se consideran las elecciones como el mecanismo para solucionar crisis. Pero en ciertas ocasiones, la herramienta electoral no funciona para esto. La ley y la democracia no están facilitando el cambio necesario...

  • ELIAS FARACHE S.

23/02/2021 05:02 am

El 23 de marzo de 2021, Israel realizará elecciones por cuarta vez en algo menos de dos años. Las perspectivas de que se logre una coalición de gobierno esta vez, y que la misma sea sólida y estable, están en entredicho. Hay una posibilidad cierta de acudir a unas quintas elecciones en breve.

Los temas electorales en Israel han sido siempre los de defensa, de concesiones para acuerdos de paz, el enfrentamiento social entre laicos y practicantes, los asuntos económicos. Las relaciones con el exterior, la posición de Israel en el mundo y cosas por el estilo, también. El tema de la pandemia y sus repercusiones tienen esta vez una importancia significativa. Pero, a decir verdad, ninguno de estos delicados tópicos son los que mueven la campaña electoral.

En estas elecciones, más que en las anteriores, se trata de un Sí a Netanyahu o un No a Netanyahu. El primer ministro con más tiempo en la silla, genera simpatías y animadversiones por igual. En aras de mantenerlo o desbancarlo, se han hecho a un lado las ideologías de los partidos, y se han exacerbado los egos de muchos, demasiados ya.

El bloque que no quiere a Bibi alcanza con facilidad la mayoría parlamentaria para formar coalición. Pero es una combinación de derechas y centro, que rechaza a Bibi. Entre ellos, todos se consideran candidatos a primer ministro. Entonces, el ego de tres candidatos les impide ponerse de acuerdo, e ir a buscar los escaños que falten entre la izquierda radical, que no quiere jamás a Netanyahu, negociar con partidos religiosos o acudir a otros partidos minoritarios. Lo que se le pide a Bibi para resolver la crisis, vale decir, que se de baja y aclare el panorama, no es predicado con el ejemplo personal aun cuando hay razones válidas.

Por su parte, el primer ministro goza de un 25% del electorado como base dura. Sigue siendo el Likud a su mando el partido más votado. Y curiosamente, los escaños que conseguiría la llamada derecha, supera con creces los 61 escaños necesarios. A pesar de ser hoy Israel un país que se inclina a la derecha ideológica, esta no es capaz de formar coalición, por el No a Bibi imperante.

En Israel, como en muchos países, se consideran las elecciones como el mecanismo para solucionar crisis. Pero en ciertas ocasiones, la herramienta electoral no funciona para esto. En Israel, la ley y la democracia no están facilitando el cambio necesario, ni tampoco manteniendo la situación con la estabilidad necesaria.

El acuerdo de coalición actual, le da a Benny Gantz y su partido en peligro de no pasar el umbral electoral en marzo, la potestad de tener poder de veto sobre Netanyahu. En un momento en el cual cualquier decisión es vista como electoral, el ciudadano común se debate entre saber si sus gobernantes actúan por el bien de ellos, o para sus intereses políticos. En un país tan amenazado como Israel, esto es triste.

Las elecciones que se repiten, no solucionan. Netanyahu está bajo la ley al presentarse una y otra vez, y la petición de su renuncia o que se aparte de la vida política es una decisión personal y un sacrificio que quien se considera un líder de primera línea, no acepta. A fin de cuentas, la batalla se libra en función de egos desatados y, entre elección y elección, la provisionalidad del Ejecutivo se convierte en permanencia.

Elecciones sin soluciones… ¿será que es necesario soluciones sin elecciones?


eliasfaraches@gmail.com

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