Humanización y deshumanización
Para humanizar el ambiente hospitalario se debe comprender que el paciente es más que una enfermedad, que tiene emociones y sentimientos con una historia personal, familiar y laboral, lo cual le confiere singularidad...
Hay palabras de uso frecuente, que en la conjugación se usan más en segunda o tercera persona que en primera persona, tanto en singular como en plural o también en oraciones sin sujeto explícito ni sobrentendido, o sea impersonal. Por ejemplo, se oye más “en determinada institución la atención es deshumanizada”, pero poco se escucha “yo trato en forma deshumanizada”: es común que una persona diga por ejemplo “fui al hospital y la enfermera se portó en forma inhumana”, pero si esa persona a su vez es un funcionario público que tiene un comportamiento inadecuado, pocas veces se hace una autocrítica y reconoce que su comportamiento es también inhumano. Las palabras humanización o deshumanización y las expresiones “ese es un trato inhumano, él es muy inhumano o este ambiente hay que humanizarlo”, aunque se usan coloquialmente, su significado generalmente es muy impreciso y acomodaticio, según sea la propia conveniencia.
Si se acepta en un intento de definición, que humanizar es individualizar en forma armónica una interrelación que tiene como protagonista a un ser humano, entonces se puede concluir que hay muchas formas de darle ese toque humano a situaciones y entornos cotidianos. Por ejemplo, un saludo, una palabra de agradecimiento, escuchar con atención o un gesto amable, una sonrisa, decir por favor, son formas sencillas de humanizar cualquier relación. Los ambientes físicos, también pueden ser humanizados, por ejemplo con un jardín, una obra de arte, un ambiente musical o buena ventilación.
Hay circunstancias especiales, como es el caso de servicios de atención médica, en los cuales los pacientes o sus acompañantes están en condiciones particulares que los hacen más vulnerables a la deshumanización. Las infraestructuras hospitalarias tenían hasta finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, patios internos y jardines, en los cuales los pacientes paseaban o se sentaban a descansar, como en el Hospital Vargas de Caracas o el Hospital de la Caridad de Barquisimeto; eran estructuras más humanas, que fueron sustituidas por los modernos hospitales de mediados del siglo XX, en los cuales se construyeron terrazas abiertas que pretendían sustituir los jardines internos de los viejos hospitales, como por ejemplo el Hospital Universitario de Caracas, el cual tiene en los servicios de hospitalización general un área para que los pacientes o los estudiantes con los docentes puedan estar al aire libre, pero estas áreas no tienen el ambiente “humano” de los viejos jardines y patios de los antiguos hospitales. Hay otras edificaciones de atención médica que para ahorrar metros de construcción, no tienen ni siquiera estas terrazas. En el caso de las Unidades de Cuidados Intensivos, el paciente permanece aún más aislado, orientándose sólo por medio de una ventana. Particularmente en la actual pandemia de Covid-19, uno de los problemas importantes es el aislamiento físico del paciente, asociado al aislamiento familiar y al trato despersonalizado, ya que por la vestimenta de las personas que lo atienden, no logran identificarlo y a veces tienen dificultad para comunicarse.
Para humanizar el ambiente hospitalario se debe comprender que el paciente es más que una enfermedad, que tiene emociones y sentimientos con una historia personal, familiar y laboral, lo cual le confiere singularidad, que lo hace merecedor de una atención individualizada, así mismo el personal de salud al atender a estos pacientes, padece al mismo tiempo por esta relación despersonalizada, lo cual es un reto exigente que pone a prueba la solidez de sus valores, su compromiso y su profesionalismo.
ascardio.coordinacion@gmail.com
Si se acepta en un intento de definición, que humanizar es individualizar en forma armónica una interrelación que tiene como protagonista a un ser humano, entonces se puede concluir que hay muchas formas de darle ese toque humano a situaciones y entornos cotidianos. Por ejemplo, un saludo, una palabra de agradecimiento, escuchar con atención o un gesto amable, una sonrisa, decir por favor, son formas sencillas de humanizar cualquier relación. Los ambientes físicos, también pueden ser humanizados, por ejemplo con un jardín, una obra de arte, un ambiente musical o buena ventilación.
Hay circunstancias especiales, como es el caso de servicios de atención médica, en los cuales los pacientes o sus acompañantes están en condiciones particulares que los hacen más vulnerables a la deshumanización. Las infraestructuras hospitalarias tenían hasta finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, patios internos y jardines, en los cuales los pacientes paseaban o se sentaban a descansar, como en el Hospital Vargas de Caracas o el Hospital de la Caridad de Barquisimeto; eran estructuras más humanas, que fueron sustituidas por los modernos hospitales de mediados del siglo XX, en los cuales se construyeron terrazas abiertas que pretendían sustituir los jardines internos de los viejos hospitales, como por ejemplo el Hospital Universitario de Caracas, el cual tiene en los servicios de hospitalización general un área para que los pacientes o los estudiantes con los docentes puedan estar al aire libre, pero estas áreas no tienen el ambiente “humano” de los viejos jardines y patios de los antiguos hospitales. Hay otras edificaciones de atención médica que para ahorrar metros de construcción, no tienen ni siquiera estas terrazas. En el caso de las Unidades de Cuidados Intensivos, el paciente permanece aún más aislado, orientándose sólo por medio de una ventana. Particularmente en la actual pandemia de Covid-19, uno de los problemas importantes es el aislamiento físico del paciente, asociado al aislamiento familiar y al trato despersonalizado, ya que por la vestimenta de las personas que lo atienden, no logran identificarlo y a veces tienen dificultad para comunicarse.
Para humanizar el ambiente hospitalario se debe comprender que el paciente es más que una enfermedad, que tiene emociones y sentimientos con una historia personal, familiar y laboral, lo cual le confiere singularidad, que lo hace merecedor de una atención individualizada, así mismo el personal de salud al atender a estos pacientes, padece al mismo tiempo por esta relación despersonalizada, lo cual es un reto exigente que pone a prueba la solidez de sus valores, su compromiso y su profesionalismo.
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