Espacio publicitario

Paralizados por el miedo

La dramática situación que atraviesa la humanidad, producto de la pandemia, crisis económica, política y social, ha provocado pasar del miedo hacia el “terror exacerbado”

  • ECCIO LEÓN R.

20/01/2021 05:00 am

El miedo social que regula nuestras percepciones cotidianas, dolor, sufrimiento, los eventos del día a día, la dificultad para conseguir alimentos, las preocupaciones por estirar el salario, la inseguridad, el “no puedo”, “no está a mi alcance”, la preocupación, malestares físicos y psicológicos, el sufrimiento que nos acompaña, la exposición al dolor por mucho tiempo, nos empujan al comportamiento de parálisis, olvido y al dolor social, generan costumbre y tolerancia. La política del miedo tiene mucho de rancio, trata de infundir la preocupación en la ciudadanía ante un cambio que puede estar por venir, pero solo esconde el pánico de quienes llevan demasiado al frente.

Sin embargo, a partir de la idea de que las subjetividades son estados individuales que se pueden articular de manera colectiva, experiencias compartidas que al final derivan en identidades políticas, en los últimos años se registra un “giro emocional” de la historia y la economía que ha hecho que cada vez más estudios tomen como objeto de investigación la alegría, la frustración y, por supuesto, el miedo.

El tema no es, de ninguna manera, trivial o una frase hecha. Su trascendencia es mayúscula y se trata de un propósito de los círculos de poder para los pueblos en el siglo XXI. Las pandemias el hambre, el desempleo, la devastación económica, la discriminación de clases sociales, económica y religiosa, la obscena concentración de la riqueza producto de la corrupción, entre otros, son fenómenos que vivimos como si fueran una fatalidad inmutable y no una consecuencia del sistema que se nos ha impuesto tratándonos de convencer de que no hay otra alternativa.

Probablemente el más potente de los sentimientos humanos, el más destructivo y sin dudas el que ha generado más catástrofes a lo largo estos años, el miedo se vive de manera diferente entre miembros de una misma comunidad. Por eso el miedo, en tanto sentimiento colectivo, no es un tema de la psicología de masas sino de la política.

Toda relación de dominación política involucra el miedo. La gran inteligencia del político consiste en instrumentalizar el miedo a la amenaza externa para aniquilar al enemigo interno, y como enseñó después Maquiavelo, que recomendaba al Príncipe ser temido antes que amado, el miedo es inherente al poder. No hay autoridad política sin miedo porque el miedo es, en cierto modo, prepararse para obedecer.

No estamos descubriendo el agua tibia. Aunque para algunos no sea tan evidente, el miedo es uno de los recursos de mayor capital político de la era moderna. El miedo paraliza. El miedo reprime nuestras actuaciones. El miedo dicta que creer. El miedo limita nuestra libertad. El miedo como recurso político es contrario a la democracia.

La democracia es un sistema político en el que se le da al ciudadano y ciudadana opciones para elegir libremente qué quiere. Pero en momentos como el actual, donde la sociedad está polarizada y confundida, las opciones son de malo a peor. Ambos tipos de comunicación han sido, y seguramente seguirán siendo, aplicadas al ámbito político, pues intentan persuadir a su interlocutor mediante una estrategia que, en algunas ocasiones, inquieta los intereses más personales de cada ciudadano, entre ellos el financiero.

El miedo como recurso político hace que nos volvamos ciudadanos adormecidos, paralizados. El miedo nos deja a la expectativa de lo peor y nos aísla de cualquier discusión política racional y mesurada. El miedo mina la democracia. Sin importar cuál sea su predisposición emocional o política, es importante que vaya más allá en los temas que le importan.

Estamos paralizados por este miedo que nos tiene enganchados y del que nos dan nuestra dosis diaria, para mantenernos en esa apatía temerosa que domina y mediatiza nuestra vida cotidiana. La cultura del miedo es inherente al autoritarismo, es el arma intimidatoria que nos mantiene secuestrados en una realidad que nos supera. Todos contribuimos para que el escenario impuesto se perpetúe, la realidad que vivimos es reflejo de lo que somos. ¿Es posible cambiar? ¿Hay salidas? Sin duda tienen que existir posibilidades de despertar de este mal sueño, hay quien dice que las mejores vacunas son la razón y el pensamiento libre.

Los ejemplos de este mecanismo de actuación, consecuencia de una estrategia funesta y cruel aplicada por el verdadero “eje del mal”, suceden en un escenario de crisis económica continuadas, las pandemias los conflictos políticos, las guerras, el control policíaco-militar, el narcotráfico, la violencia y la corrupción generalizadas, la inseguridad y la impunidad, copan nuestra existencia diaria, son realidades.

En fin, la dramática situación que atraviesa la humanidad, producto de la pandemia, crisis económica, política y social, ha provocado pasar del miedo hacia el “terror exacerbado” ante la imposibilidad de no alcanzar sus objetivos, pese a su formación, trabajo y preparación. Esto ha motivado que los ciudadanos del mundo a huir de un sitio a otro, siempre consiguiendo el mismo miedo.

@el54r
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario