Lamentablemente son muchos los que hasta la fecha se han rendido y otros tantos los que sobre la marcha de las circunstancias se rendirán. La mayoría comprados y pagados en forma clientelar con cargo y uso abusivo y desviado de los presupuestos y recursos de todos los entes del Estado. Esto inclusive sometiendo a los rendidos convertidos en serviles, a amenazas explícitas que no dejan duda del objetivo opresor, como esa reciente de pena ajena, de “el que no vote, no come”.

Respecto a huir, quizás sea la opción de más difícil decisión ciudadana individual que se comprende y respeta, pues se trata de extrañarse de la patria por tiempo indefinido dejando atrás y renunciando a todo. Esto para iniciar una vida con libertad, democracia y estado de derecho en otro país del mundo libre que lo reciba, confiando que sea más segura y mejor. Para los casi seis millones de venezolanos que han huido, no ha sido nada fácil ser libres y estar a salvo de nuevo. Tampoco exento de peligros que incluyen hasta perder la vida en el intento de lograr su libertad escapando, como en la tragedia que enluta al país este diciembre, de los 19 jóvenes compatriotas ahogados viajando hacia Trinidad. Y es que entre tiranía y libertad los venezolanos desesperados desafían el mar más bravo. Basta ver las crudas imágenes de sus cadáveres recuperados para sentir una profunda indignación y dolor. Los que huyen para escapar de este infierno, siguen en aumento siendo estimados en un millar de personas por día, no desistirán hasta lograrlo.

En cuanto a luchar con brío que es la opción decisiva libertaria para los que no nos vamos ni rendimos, exige tres requisitos indispensables aún pendientes: unión, determinación y comando acertado. Hasta entonces es de advertir, seguirá Venezuela expoliada y dominada por el Castrocomunismo, convertida cual réplica de Cuba, en isla sin serlo, de esclavos a punta de fusil y serviles con prebendas.

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