Aprendamos a ser tolerantes
Debemos educar en tolerancia, aprender a respetar la existencia de la diversidad para evitar conflictos
MARAYIRA CHIRINOS
Está claro que, en muchos aspectos de nuestra vida, debemos ser respetuosos de esas ideas, actitudes o acciones que desarrollan otras personas, diferencias que hasta podemos usarlas a nuestro favor para la sana convivencia familiar o comunitaria, mejorar relaciones entre sectores variopintos de nuestra sociedad, y hasta para la buena gobernanza de un país.
No pienso caer en la desgastante retórica. La intención es abordar el valor de la tolerancia con fórmulas fáciles para ponerla en práctica, para ello la miramos también desde la psicología social en nuestros diferentes espacios propositivos de la mano del psicólogo venezolano Gilberto Aldana, presidente de la Fundación de psicología de la salud y fundador del servicio de psicología del Hospital Vargas de Caracas, quien enfatizó la importancia de la educación en tolerancia: “Debemos educar en tolerancia, aprender a respetar la existencia de la diversidad para evitar conflictos”. Una vez lo internalicemos, podemos convertirlo en un modo de vida, impulsor de un mejor desarrollo personal que redunde en lo colectivo y use como herramienta los puentes de comprensión.
La tolerancia, no puede ser vista como indiferencia, ni como el diametralmente opuesto “aguante”, y mucho menos como conformismo; la tolerancia se trata de encontrar y reconocer en el otro la forma de complementar nuestro esfuerzo que conduzca a soluciones prácticas, eficientes y eficaces a los problemas que todos padecemos. Agrega Aldana que “mientras más dogmáticos e intolerantes seamos, menos inteligentes somos”, es por eso que aquí la inteligencia emocional también juega un rol determinante.
La confusión se hace habitual entre tolerar y aguantar. En la tolerancia nos resulta cómodo asumir las diferencias de la otra persona porque sabemos que eso nos traerá un beneficio, aguantar no implica comodidad de acción alguna por tratarse de aspectos que violan derechos de algún tipo, y rompen además con toda regla del sentido común, el ejemplo más típico es la violencia de género.
Hay casos emblemáticos que denotan altos niveles de intolerancia y que culminan en hechos repudiables. Esos episodios nos hacen entender lo sano que es ser tolerantes desde el respeto mutuo, incluyendo en el juego elementos clave como el dialogo para lograr entendimiento y negociación de soluciones; esto puede incluso llevar a una reconciliación que supone reconocernos y trabajar en los puntos de encuentro que hacen más llevadera la relación, sea del ámbito que fuere, y lo más importante, trabajar en las soluciones, ser propositivos.
La tolerancia es un elemento esencial para la coexistencia entre seres disímiles, y en casos relacionados a la política, la ausencia de esta deriva en polarización, lo que contribuye al clima de dificultades y exasperación porque además salpica lo económico. Por ello, siendo tolerantes sumamos madurez política a través de herramientas cruciales como el diálogo, pero no el de la imposición, sino el diálogo de la razón, bajo el entendimiento que de los factores en conflicto siempre dependen muchos seres humanos, en este caso, una nación.
Con esta reflexión queda claro además que en tiempo de elecciones la tolerancia debe ser uno de los protagonistas, junto a su principal aliado, el respeto. El estar o no de acuerdo con asistir a una contienda electoral es una decisión respetable en la que debemos activar al máximo la tolerancia. Nadie es dueño de la verdad absoluta, cada una de las partes tiene argumentos que sustentan su decisión, y la política no es la confrontación entre bandos enemigos que deben aniquilarse, la política también es un juego de tolerancia donde los adversarios complementen sus alternativas y propuestas en beneficio del colectivo. Todo anterior y reinante es anti política alejada de cualquier pensamiento propositivo.
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