Amanecerá y veremos
Aunque hay que luchar todas las batallas como la última, no parece que estemos frente a soluciones definitivas. Son pasos acertados en la recuperación, de la afectada personalidad política del ciudadano...
El Ovejo con su tozudez habitual, se empeñó en una consulta. El asunto no es nuevo, ya son varios años de diseño, planificación y trabajo. Luego, lo más difícil: ganar la voluntad política de los aliados. Algo tan arduo como inestable. Un acuerdo que por momentos parece tener, más detractores que promotores. Pero nada detiene al Ovejo. Que sigue aglutinando voluntades. Tal vez no del estamento político, pero si de los ciudadanos que toman conciencia del deber de organizarse y participar. Cumplir con la letra constitucional.
Para muchos de sus allegados el Ovejo, corre peligro de convertirse en cordero. Algo frecuente, en nuestra complicada fábula política. Fauna dominada por los perros y los cerdos (Orwell dixit), hace de esta granja un peligroso escenario. Donde los alacranes se arrastran con ponzoña. Verdadero teatro trágico de la más clásica raigambre. Fácilmente cualquier vivo que levante la cabeza, es tomado por fiera o por bruto y convertirse en holocausto de libación revolucionaria.
El chivo
Sin embargo, hay una figura que corre el mayor peligro. Nos referimos al Chivo. De la raza de auténticos políticos como el Ovejo, quedan muy pocos. Ellos lo saben y calculan. Preocupación de la nueva camada de activistas en ciernes, que se trata como rebaño de corderos. Persecución resuelta en violencia. Con la excusa de hacer la paz de los sepulcros. Se procede al sacrificio de los corderos. Que finalmente coincide en uno solo. El “Chivo Expiatorio”.
Aunque hay que luchar todas las batallas como la última, no parece que estemos frente a soluciones definitivas. Son pasos acertados en la recuperación, de la afectada personalidad política del ciudadano. Participación y representación. No son pasos en falso. Simplemente, pasos preliminares. Mientras tanto, el Ovejo no asume como cordero. El Chivo permanece realengo. La peste sigue su curso. Y no acabamos de salir de la senda de los hombres perversos. Esperando que llegue el invierno.
jagamez@icloud.com
@vidavibra
Para muchos de sus allegados el Ovejo, corre peligro de convertirse en cordero. Algo frecuente, en nuestra complicada fábula política. Fauna dominada por los perros y los cerdos (Orwell dixit), hace de esta granja un peligroso escenario. Donde los alacranes se arrastran con ponzoña. Verdadero teatro trágico de la más clásica raigambre. Fácilmente cualquier vivo que levante la cabeza, es tomado por fiera o por bruto y convertirse en holocausto de libación revolucionaria.
El chivo
Sin embargo, hay una figura que corre el mayor peligro. Nos referimos al Chivo. De la raza de auténticos políticos como el Ovejo, quedan muy pocos. Ellos lo saben y calculan. Preocupación de la nueva camada de activistas en ciernes, que se trata como rebaño de corderos. Persecución resuelta en violencia. Con la excusa de hacer la paz de los sepulcros. Se procede al sacrificio de los corderos. Que finalmente coincide en uno solo. El “Chivo Expiatorio”.
Aunque hay que luchar todas las batallas como la última, no parece que estemos frente a soluciones definitivas. Son pasos acertados en la recuperación, de la afectada personalidad política del ciudadano. Participación y representación. No son pasos en falso. Simplemente, pasos preliminares. Mientras tanto, el Ovejo no asume como cordero. El Chivo permanece realengo. La peste sigue su curso. Y no acabamos de salir de la senda de los hombres perversos. Esperando que llegue el invierno.
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