¡Directo al estrellato!
Lanzarse al estrellato no es lo mismo que estrellarse, son escenarios diametralmente distintos, sin embargo ambos caminos tienen algo en común: dependen de las decisiones del guionista...
Los latinoamericanos somos expertos en dramáticos. Así somos reconocidos (quizá antes más que ahora); aunque las historias reales de ahora luzcan más teatrales que las telenovelas de antaño.
De tal forma, y según ese esquema enraizado en nuestro imaginario colectivo, en la medida en la que más sufrimos, mejores historias tenemos y más protagonistas seremos. Así, cargados de ese talento, hemos diseñado frases celebres, como para final de capítulo, en las que declaramos nuestra pasión por un género en el que llorar sea el equivalente a sumar popularidad.
Una de esas que debe decirse lentamente y luego de una respiración profunda, mirando con tristeza a los ojos del otro actor en la primera parte, para ir bajando la mirada poco a poco como quien se avergüenza en la segunda es: “lo que pasa es que algunos nacen para ser estrellas (mira al actor), y otros para ser estrellados (baja la mirada con desgano)”.
Justo en ese momento en el que la vista se ancla en el suelo, el cerebro ya lo tiene claro: debe programarse para perder; y tal comando comenzará tan apegado a esa instrucción como pegados están al suelo los pies que se arrastran obligados a andar.
Semejante distorsión entre el papel estelar que podemos jugar en la historia propia, y el que decidimos desarrollar, en efecto es digna de ser escrita, publicada y grabada para mostrar cómo puede sub-utilizarse una vida cargada de dones y colmada de bendiciones, cuando se permite que el entorno prepare un guión que debería ser escrito por cada quién, según sus más profundos anhelos y convicciones.
Con frecuencia se dice que no puede darse afuera lo que no se tiene adentro… Que sí no nos tratamos bien no podemos brindar calidad de servicio… Que si no nos cuidamos a nosotros mismos no podemos cuidar a los demás… No puede pretenderse ser la estrella de la historia de un tercero, si no se adueña cada quien de ese papel estelar en la más importante de sus historias.
Claro está, lanzarse al estrellato no es lo mismo que estrellarse, son escenarios diametralmente distintos, sin embargo ambos caminos tienen algo en común: dependen de las decisiones del guionista. Con semejante responsabilidad, ¿prefieres encargarte o estás dispuesto a delegarlo?
argenisangulo@gmail.com
@argenisangulo
De tal forma, y según ese esquema enraizado en nuestro imaginario colectivo, en la medida en la que más sufrimos, mejores historias tenemos y más protagonistas seremos. Así, cargados de ese talento, hemos diseñado frases celebres, como para final de capítulo, en las que declaramos nuestra pasión por un género en el que llorar sea el equivalente a sumar popularidad.
Una de esas que debe decirse lentamente y luego de una respiración profunda, mirando con tristeza a los ojos del otro actor en la primera parte, para ir bajando la mirada poco a poco como quien se avergüenza en la segunda es: “lo que pasa es que algunos nacen para ser estrellas (mira al actor), y otros para ser estrellados (baja la mirada con desgano)”.
Justo en ese momento en el que la vista se ancla en el suelo, el cerebro ya lo tiene claro: debe programarse para perder; y tal comando comenzará tan apegado a esa instrucción como pegados están al suelo los pies que se arrastran obligados a andar.
Semejante distorsión entre el papel estelar que podemos jugar en la historia propia, y el que decidimos desarrollar, en efecto es digna de ser escrita, publicada y grabada para mostrar cómo puede sub-utilizarse una vida cargada de dones y colmada de bendiciones, cuando se permite que el entorno prepare un guión que debería ser escrito por cada quién, según sus más profundos anhelos y convicciones.
Con frecuencia se dice que no puede darse afuera lo que no se tiene adentro… Que sí no nos tratamos bien no podemos brindar calidad de servicio… Que si no nos cuidamos a nosotros mismos no podemos cuidar a los demás… No puede pretenderse ser la estrella de la historia de un tercero, si no se adueña cada quien de ese papel estelar en la más importante de sus historias.
Claro está, lanzarse al estrellato no es lo mismo que estrellarse, son escenarios diametralmente distintos, sin embargo ambos caminos tienen algo en común: dependen de las decisiones del guionista. Con semejante responsabilidad, ¿prefieres encargarte o estás dispuesto a delegarlo?
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