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Retórica vs. Política

La Política constituye, reflexivamente, la ciudadanía y el buen gobierno

  • JULIA ALCIBIADES

13/11/2020 05:00 am

Un amigo, cuyo hijo ha comenzado a estudiar filosofía, me pidió ayuda para comprender al Gorgias, uno de los diálogos que culmina la primera etapa en el desarrollo intelectual de Platón. Tres interlocutores debaten con Sócrates –Maestro de Platón y, en consecuencia, del pensamiento político occidental- sobre el talento para hablar en público, el poder que se deriva del saber hablar y la moral que guiaría la correcta expresión política del lenguaje.

El primer interlocutor, Gorgias, maestro de retórica, sostiene que este arte (téchne) permite dominar a otros mediante el discurso. Sócrates rebate que, según esa definición, solo sería libre el orador y la verdadera libertad política es aquella que no se fundamente en el dominio de los oyentes, vale decir, aquella inherente a quienes participan en el espacio público.

En verdad, continúa Sócrates ante el segundo interlocutor, Polo, la retórica es una práctica para producir agrado en quien escucha, no requiere conocimiento político y solo exige a una persona sagaz. La crítica socrática a Polo es que la retórica, al proponerse agradar al oyente, apunta a las apariencias, no al bien de la sociedad política y, en consecuencia, produce engaño. Para Polo, la fascinación que constata en el ejercicio de la retórica es que le da poder al orador; el poder político deviene de hacer lo que se quiere. Sócrates argumenta que siempre se quiere el bien y, por tanto, cada orador hace lo que le parece mejor y, al orientarse a partir de ese deseo, su postura es discrecional; por ende, su actuación conducirá a la arbitrariedad.

El tercer interlocutor, Calicles, argumenta que el conocimiento filosófico es fútil, ya que no considera que la política da felicidad por la imposición de la ley del más fuerte, por volver legítimo el discurso de los hechos, por ejercer el carácter ilimitado de los deseos. La respuesta de Sócrates es un tratado sobre el contenido de la genuina política.

Perseguir placeres es un imposible, puesto que su naturaleza es ilimitada y sujeta a la ‘teoría del sifón’: hay un desbalance ante un determinado deseo, este se satisface, hay un equilibrio temporal para luego desear de nuevo. Cuando reflexionamos sobre esa teoría, encontramos que tanto placer como dolor pueden experimentarse al mismo tiempo, mientras que no puede propiamente decirse que algo sea bueno y malo a la vez.

La vida humana apunta hacia el Bien y, en consecuencia, la verdadera problemática es de qué modo hay que vivir. Dado que la retórica busca adular, es la política -fundamentada en el conocer verdadero o filosófico- la genuina encargada de concebir la propuesta pública que patentice lo conveniente para una sociedad política aun cuando no sea agradable de oír.

El ejercicio político y el gobierno genuino son guiados por la moralidad que obedece, no a un invento del individuo para su propia guía, sino a un principio de vida a ser interiorizado en las personas y en el orden político; respetado mediante la moderación y justicia, virtudes políticas fundamentales. Política es cuidar las almas para orientarlas al “convivir” mediante la persuasión, naturaleza de la verdadera retórica que; mediante la argumentación, vale decir, en dar razones en lugar de testimonios; orienta hacia un ejercicio político justo. Dos modos surgen evidentes respecto a las almas: el cuido y el servicio. El primero requiere de un sistema de educación cívica y ciudadana, el segundo de un gobierno responsable guiado por el Bien público. Estas dos características fueron recogidas durante la Ilustración e hicieron decir a Fermín Toro: “La educación moral, la enseñanza literaria y científica, las escuelas de arte, de industrias y de filosofía, la instrucción pública…todo nace y se realiza en el seno de la sociedad; y a un gobierno ilustrado no debe ser extraño ninguno de los principios que abrazan estos conocimientos” (Reflexiones sobre la Ley de 10 de abril de 1834, Imprenta de Valentín Espinal, 1845).

@juliaalcibiades juliaalcibiades@gmail.com

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