Espacio publicitario

¿Una semana si y otra no: 7 X 7?

Nuestros líderes deberían escuchar más al pueblo y buscar maneras de canalizar sus obsesiones hacia valores superiores. La obsesión debe ser para servir y no para servirse

  • ALEJANDRO J. SUCRE

01/11/2020 05:02 am

La política de 7X7 para enfrentar el Covid-19 debe ser re-evaluada. No existe país en el mundo desarrollado que la aplique. Es imposible para ningún sector económico sobrevivir trabajando 26 semanas al año, o interrumpiendo las actividades la mitad del año, y mucho menos si viene de una recesión económica que ha causado la pérdida del 60 % del PIB en los últimos 6 años.

Esta paralización que significa el 7X7, o trabajar una semana sí y otra no, a la actividad económica es especialmente demoledora en nuestro país debido no sólo a la caída tan gigantesca del PIB durante 6 años seguidos previos a la pandemia, sino que se aúna a obstáculos gigantescos adicionales como: las sanciones de EEUU sobre los principales sectores económicos del país, a la gravísima falla de electricidad, gasolina, gas, internet, comunicaciones telefónicas colapsadas, hiperinflación, carencia hospitalarias, inseguridad personal, corrupción burocrática gigantesca para cualquier tramite normal, carreteras y vías colapsadas y una población sumida a una disputa entre lideres políticos que han dividido el país en dos donde no hay fluidez con el mundo exterior por no haber institución Ejecutiva, Legislativa o Judicial reconocida universalmente. Además hay que agregar que Venezuela debido a sus lideres político se hundió en una batalla geopolítica que no asoma un fin próximo y que la paraliza totalmente al perder su soberanía a las decisiones de otros estados que en realidad nos ven como fichas más que como seres humanos en el pleno desarrollo.

Lo interesante de la política de aislamiento por el Covid-19 es que presenta similudes a la política de controles y estatismo en cuanto al frenazo que implica a la actividad de los ciudadanos y como consecuencia a la actividad económica. Así como el control de precios y de cambio impiden que los ciudadanos aglutinados en empresas compren las materias primas que requieren en el momento adecuado, así como impiden contratar personal y colocar precios a los productos que cubran sus costos de producción y como consecuencia paraliza la actividad creadora y la somete a burocracias, la política de 7X7 paraliza la actividad productiva entre los ciudadanos de la misma manera y hasta deja menos espacio para las labores informales.

Lo que han hecho en otras economías más avanzadas es abrir las puertas de todas empresas, incluso restaurantes, y les autorizan a actuar siempre y cuando se guarde 2 metros de distancia entre las personas y se usen mascarillas. Hacer un mayor freno a la economía significa sepultarnos en vida y sin necesidad de estar infectado de Covid-19.

Estoy seguro que ni los líderes de la oposición ni del oficialismo tienen el deseo de hundir en una fosa a todos los venezolanos sino lo contrario. Hay veces que nuestras propias obsesiones perjudican a quienes nos rodean. Se han abierto rendijas importantes para que el país progrese. La eliminación de los controles de precios y de cambio, la apertura de las empresas del Estado al sector privado, el reconocimiento de la importancia del ciudadano productor es ya evidencia que hasta el oficialismo que tanto promovió los controles ha rectificado. Sin embargo, esa obsesión por el poder político de parte del oficialismo y de la oposición que les impide respetar principios básicos constitucionales ha hecho de toda Venezuela una sociedad completamente disfuncional. Vivir en Venezuela hoy es un peso para el desarrollo individual humano y no una catapulta. El grado de enconamiento entre la oposición y el oficialismo, la falta de respeto a las reglas de la convivencia básicas y a la Constitución Nacional para dirimir diferencias, el encadenamiento a sus propios argumentos sin mirar al contrario para edificarlo sino para destruirlo, ese querer ganar argumentos y enfrentamientos a cualquier costo los coloca en una batalla permanente que impide que 30 millones de venezolanos y de inversionistas internacionales se inclinen invertir en el país, a pesar de la gran apertura que las nuevas políticas económicas están promoviendo. Cada parte del conflicto político se encadena en sus propias lógicas que terminan justificando sus acciones y aislándose de la opinión y del voto del pueblo.

La obsesión es destructiva cuando atropella el derecho de los demás. 
 
La obsesión nos hace sentir potentes, capaces y decididos. Además, tenemos que reconocer que es difícil, si no a menudo imposible, lograr algo grandioso sin estar un poco obsesionado con ello. De hecho, cuando se aprovecha correctamente, el aumento de energía, impulso, determinación y obsesión por la resiliencia que trae consigo puede ser altamente adaptativo. La obsesión, cuando se hace para servirnos, puede sacar a relucir nuestro yo más capaz, motivándonos a encontrar la creatividad y el ingenio para resolver problemas increíblemente difíciles. La obsesión, en definitiva, puede llevarnos a la grandeza.

No estoy argumentando aquí que debamos buscar extinguir la obsesión; estoy argumentando que nuestros líderes deberían escuchar más al pueblo y buscar maneras de canalizar sus obsesiones hacia valores superiores. La obsesión debe ser para servir y no para servirse. 

twitter@alejandrojsucre
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario