Muchos cifran sus expectativas en recuerdos del pasado. Parecen referir a que “los tiempos pasados siempre fueron mejores”. Vivir anclados en el pasado nos enclaustra en una actitud particular o colectiva alejada de posibilidades reales de ver o verse en el futuro.

Cierto que, ni pasado ni futuro son espacios donde nos realizamos como individuos o sociedades. Solamente en el presente podemos encontrar la realización plena. Si, plena.

Expresaba el pensador español José Ortega y Gasset, a principios del siglo XX, que el medio no se puede separar de mi persona. Estoy inmerso en un tiempo y en un espacio en el que la cultura dominante me lleva a tomar unos valores y descartar otros, asumir determinadas significaciones y escudriñar en soluciones a ciertos problemas que se me muestran según las contingencias que el mismo medio me ofrece o me quita.

De esta manera, todo individuo, comunidad o cuerpo social debe mantener confianza en un futuro esperanzador –contrario al dicho que “tiempos pasados siempre fueron mejores”, como decíamos. En efecto, ver parejas jóvenes con sus niños caminar por las calles de nuestra patria, nos “regala” un mensaje consolador. A pesar de que muchos han viajado fuera, convirtiéndose en migrantes, en extraños en tierras que pudieren no hacerles grata su estadía. Así como incalculables jóvenes que partieron de Venezuela buscando situaciones y tiempos mejores.

Nuestro futuro está en las manos de esas mujeres y hombres jóvenes que construirán sus familias y el mundo nuevo, en un contexto distinto donde el amor y el respeto por el otro serán clave para un reencuentro imprescindible.

@RafaelMartinezN