Baudelaire y las flores del mal
Baudelaire marcó el paso del romanticismo al modernismo en la poesía, para derivar en el simbolismo. A través de sus obras él pudo cambiar probablemente sin saberlo la estética literaria del siglo XIX
El 31 de agosto se cumplieron 153 años de la muerte de Charles Baudelaire, uno de los poetas franceses que mejor ilustra con su vida esa condición humana tan especial que acompaña a toda genialidad. Pareciera que pensando en Baudelaire el intelectual austríaco Stefan Zweig una vez escribió que “La sensibilidad significa siempre vulnerabilidad, y lo que es una gracia para el arte es una miseria para el artista”. Seguramente lo hizo refiriéndose a Paul Verlaine, Stendhal, Tolstoi u otro poeta de quien escribió su biografía, pero de cualquier manera esa frase describe con precisión el perfil psicológico de Baudelaire. Su compañero de andanzas, el poeta Théophile Gautier, escribió que su amigo “Tenía un talento original y fuerte. Despreciaba hasta el exceso las banalidades que facilitan la moda, no le gustaba sino lo raro, lo difícil y lo extraño. Con una alta conciencia literaria, no abandonaba una obra hasta que la creía perfecta, pesando cada palabra como los avaros de Quinten Massys pesan un ducado sospechoso”.
Nacido en París en 1821, Baudelaire tuvo una infancia atormentada porque su padre murió cuando él tenía solo cinco años, y nunca superó que al poco tiempo su madre se volviera a casar con un militar a quien detestaba. Así comenzó una existencia plagada de pasiones, desorden e irreverencias sociales que terminaron a la temprana edad de 46 años, cuando murió por sus excesos. Baudelaire fue botado del liceo Louis Le Grand y se dedicó a frecuentar los lugares nocturnos del Barrio Latino de París, donde disfrutó al máximo de los placeres sensuales. Al mismo tiempo trabó amistad con otros artistas como Balzac, Manet, y Sainte-Beuve. Tratando de alejarlo de la vida disoluta su familia lo montó en un barco para que se fuera a la India, pero no llegó a su destino y pronto regresó a sus aventuras nocturnas parisinas que tanto disfrutaba. Se fue convirtiendo, precisamente debido a esa debilidad por la voluptuosidad, en un gran crítico de arte y en un poeta exquisito. Atribuyen a las críticas de Baudelaire los primeros reconocimientos al pintor Eugene Delacroix. Tradujo las obras de Edgar Allan Poe con una destreza especial, y comenzó a escribir sus poemas en medio de la vida licenciosa que llevaba.
Baudelaire marcó el paso del romanticismo al modernismo en la poesía, para derivar en el simbolismo. A través de sus obras él pudo cambiar probablemente sin saberlo la estética literaria del siglo XIX, liberándola de toda consideración moral o ética. La primera edición de su obra maestra “Las flores del mal”, fue publicada en París en el año 1857 y enseguida fue censurada. A Baudelaire y su editor se les abrió un proceso judicial y fueron multados. Su intención había sido escribir sobre los pecados capitales. Una segunda publicación pudo salir a la luz en 1861 sin los poemas censurados, pero con otros inéditos. En Las flores del mal podemos ver con claridad el contraste y la relación entre el poeta con sus lectores, entre la belleza y lo perverso, la rudeza y la sensualidad, la felicidad y la inaccesibilidad de lo perfecto. Muchos de esos poemas fueron escandalosos, otros melancólicos, pero todos expresaron esa sensibilidad única de Baudelaire que se forjó a través de su tempestuosa existencia. Esa vida tan enredada moldeó para beneficio del arte al genio, cuya tumba se puede visitar en el cementerio parisino del “Pére Lachaise”. Baudelaire está hoy considerado con razón como uno de los mejores poetas franceses y sus obras son patrimonio del arte universal.
alvaromont@gmail.co
Nacido en París en 1821, Baudelaire tuvo una infancia atormentada porque su padre murió cuando él tenía solo cinco años, y nunca superó que al poco tiempo su madre se volviera a casar con un militar a quien detestaba. Así comenzó una existencia plagada de pasiones, desorden e irreverencias sociales que terminaron a la temprana edad de 46 años, cuando murió por sus excesos. Baudelaire fue botado del liceo Louis Le Grand y se dedicó a frecuentar los lugares nocturnos del Barrio Latino de París, donde disfrutó al máximo de los placeres sensuales. Al mismo tiempo trabó amistad con otros artistas como Balzac, Manet, y Sainte-Beuve. Tratando de alejarlo de la vida disoluta su familia lo montó en un barco para que se fuera a la India, pero no llegó a su destino y pronto regresó a sus aventuras nocturnas parisinas que tanto disfrutaba. Se fue convirtiendo, precisamente debido a esa debilidad por la voluptuosidad, en un gran crítico de arte y en un poeta exquisito. Atribuyen a las críticas de Baudelaire los primeros reconocimientos al pintor Eugene Delacroix. Tradujo las obras de Edgar Allan Poe con una destreza especial, y comenzó a escribir sus poemas en medio de la vida licenciosa que llevaba.
Baudelaire marcó el paso del romanticismo al modernismo en la poesía, para derivar en el simbolismo. A través de sus obras él pudo cambiar probablemente sin saberlo la estética literaria del siglo XIX, liberándola de toda consideración moral o ética. La primera edición de su obra maestra “Las flores del mal”, fue publicada en París en el año 1857 y enseguida fue censurada. A Baudelaire y su editor se les abrió un proceso judicial y fueron multados. Su intención había sido escribir sobre los pecados capitales. Una segunda publicación pudo salir a la luz en 1861 sin los poemas censurados, pero con otros inéditos. En Las flores del mal podemos ver con claridad el contraste y la relación entre el poeta con sus lectores, entre la belleza y lo perverso, la rudeza y la sensualidad, la felicidad y la inaccesibilidad de lo perfecto. Muchos de esos poemas fueron escandalosos, otros melancólicos, pero todos expresaron esa sensibilidad única de Baudelaire que se forjó a través de su tempestuosa existencia. Esa vida tan enredada moldeó para beneficio del arte al genio, cuya tumba se puede visitar en el cementerio parisino del “Pére Lachaise”. Baudelaire está hoy considerado con razón como uno de los mejores poetas franceses y sus obras son patrimonio del arte universal.
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