El 31 de octubre de 1958, a pocos meses de derrocada la penúltima dictadura del siglo XX, apenas nueve meses y, a sólo un mes del proceso electoral de ese año, las tres organizaciones políticas más importantes de ese entonces firmaron el acuerdo en cuestión en la persona de sus principales líderes.

De esta manera, el acuerdo recogió, a grandes rasgos, la defensa de la constitucionalidad y del derecho a gobernar conforme al resultado electoral; la construcción de un gobierno de unidad nacional, considerando equitativamente a todos los partidos firmantes y a otros elementos de la sociedad en la formación del gabinete ejecutivo del partido ganador, y; el establecimiento de un programa de gobierno mínimo común.

Lo anterior permitió, al menos, un lapso de cuarenta años de democracia y de establecimiento de instituciones que, resaltaron el valor ciudadano dentro de un mundo que se desarrollaba dentro de coordenadas complejas de miseria y desigualdad. En el caso criollo, no fue así, al menos al principio. La renta petrolera diferenció a Venezuela del resto de Latinoamérica. Aunque ya es historia, en este mundo político y social actual, lo relatado trae a nuestras mentes muchas reflexiones.

Hoy por hoy, existe mucho dibujo libre. Hay actores que, procediendo por su cuenta, consiguen resultados notables. Sin embargo, visto en un contexto general, no encajan más que en un “gran show” donde cada quien parece buscar su promoción y no una estrategia de conjunto.

Requerimos un nuevo y urgente pacto dentro de nuestra sociedad a fin de empezar a promover la patria que exigimos. De nuestros líderes, de las organizaciones políticas y sociales esperamos, la construcción de este espacio reconfortante para todos. También, esperamos de ti, amigo lector, tu incorporación activa al trabajo por esa Venezuela, mejor y más justa. ¡Adelante!

@MartinezNRafael
@LecturaDeHoy