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¡En Venezuela debemos morir sufriendo!

La vida no es un deber sino un derecho; pero obligan a que “mueran cuando y como Dios quiera”…

  • ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS

03/09/2020 05:00 am

Por desgracia en Venezuela muy pocas personas nos atrevemos a postular la eutanasia o “buena muerte” en su etimología griega, pese a que la crueldad es hacer sufrir y su antítesis la compasión –el impulso más noble del ser humano– o “esa capacidad de sentirse herido en la herida del prójimo” (Ortega y Gasset) que inspiró el aforismo religioso “Sedare dolore divinum opus est” o “aliviar el dolor es obra de Dios”…

Empero, ni el Gobierno –que ha de dirigir e informar para que la ciudadanía ajuste sus ideas y conducta– ni el Legislativo muestran ningún interés en la eutanasia y hasta éste la rechazó en las dos veces en que se le propuso. Pruebas al canto: en 2004 y por primera y única vez en Venezuela se propuso la eutanasia activa directa en el Proyecto de Código Penal del TSJ, cuya directiva fue a la Asamblea y se lo presentó; pero una diputada dijo en la AN (se vio en TV) que no lo revisarían porque “ahí hubo escuálidos” e hicieron perder un inmenso trabajo al Supremo… El libro “Derecho a Morir con Dignidad” (2020) es del muy estudioso y destacado médico y abogado Rafael Aguiar Guevara, quien lo envió a todos los diputados de la AN y a varios de la ANC; pero ninguno le respondió ni mucho menos se incluyó el tema para su discusión en la AN ni en la reforma constitucional de la ANC…

Según tal obra la eutanasia se permite por ley en Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Quebec; Canadá y Australia. E igual la “Muerte asistida” en Suiza y USA (en Washington y cinco Estados). Y hasta en las clericales Italia y Colombia hay sendas sentencias del Supremo al efecto… ¿Y es que la eutanasia no es una muerte asistida?

El problema es que el Gobierno está muy influido por lo religioso y hasta ya en lo diaconal es más hierático que Colombia: véanse por VTV y a diario largos sermones de católicos, protestantes (desplazan a los curas católicos que es con los ricos que se alinean –sin acento ortográfico pero con acento ganoso– y “atienden” con desgano a los pobres); “cristianos”, testigos de Jehová, evangélicos; judíos y hasta brujos, astrólogos o santeros. Santos africanos y cristianos se fundieron en un sincretismo religioso: Santa Bárbara es Changó y San Lázaro es Babalú Ayé.

Hay una tendencia mundial –sobre todo en los grupos más desarrollados económicamente y emancipados de prejuicios y supersticiones– a respetar la voluntad ajena en la fase terminal de su vida. El catolicismo sostiene que nadie se debe oponer al dolor porque éste es un “valle de lágrimas”. Eso quiere decir que están mejor los animales porque todos saben que si un perro, gato o caballo están muy mal, se les sacrifica con la misericordia que no sienten por sus congéneres. En realidad, la religión católica rinde culto al dolor. Se ve en su iconografía y nombres: Dolores, Angustias y Martirio. Muchos se autoflagelan y clavan a cruces.

El punto es que respetar al ser humano principia por respetar su voluntad. Y si es de no sufrir, y de que si le duele algo muchísimo, quiere que le metan siete chutes de morfina, no tiene por qué salir nadie a obligarlo a sufrir. Es común en las religiones el ser totalitarias e imponer sus creencias a sangre y fuego o, cuando menos, so pena de condenas, excomulgaciones, calumnias (“la eutanasia es matar a inválidos”) e insultos.

Algunos justifican la eutanasia; pero niegan que eso sea eutanasia. Y creen que el retiro de medios –cuando no hay esperanza de sobrevivir– no es eutanasia sino el “respeto a la vida humana terminal”. Falso: eso sí es eutanasia; la pasiva: cesar tratamientos médicos sabiendo que produce la muerte. Otros la rechazan “porque es provocar la muerte del enfermo antes de su terminación natural”. Y es que una desconexión ¿no significa provocar esa muerte? Eso es más cruel. La desconexión de un respirador causa una de las muertes más terribles: por asfixia. Hablar de eutanasia pasiva es eufemístico porque esta desconexión no requiere menos actividad que la inyección de un veneno. No hay tánta diferencia entre la eutanasia pasiva y la activa indirecta (administración masiva de analgésicos que causan muchas veces la muerte) como para justificar la pasiva (“respeto a la vida humana terminal” y “derecho a morir”) y condenar la activa por “matar” y “asesinar”.

Me corrijo: sí hay mucha diferencia: la activa no hace sufrir y la pasiva sí y por eso es la única cruel y no “más cruel”. Y por eso la activa respeta más la vida humana terminal que la pasiva. El respeto al ser humano debe empezar por respetar su voluntad y si es de no sufrir, no tiene por qué salir un grupo a pretender obligarlo a sufrir. Respeto las opiniones contrarias; pero esto último (obligar a otros a sufrir) sí me parece muy poco respetable o, mejor y para decirlo en román paladino, nada respetable.

La verdad es que la mentalidad eutanásica promueve la vida digna e implica ideas avanzadas, propias de una élite cultural con independencia de criterio y fe en la razón. Por eso defiendo la eutanasia liberadora e inspirada en principios estoicos.

aaf.yorga@gmail.com 
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