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Los hijos ingratos

Cuando un hijo menosprecia, aparta, aleja, rechaza a un padre se reniega a sí mismo y se olvida de lo que es. Sí, se olvida de quien le asistió, se olvida de quien lo acompañó, se olvida...

  • JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ

23/08/2020 05:00 am

Existe un cuento que se llama El Plato de Madera. Lo debemos leer todos, todos aquellos que tienen un padre o los que no lo tienen porque ha partido o porque por la vida injusta lo abandonan.

La historia es aleccionadora y es para aquellos que desprecian a un viejo, a un abuelo, que va perdiendo condiciones y frente al cual uno de los suyos decide que ya no debe comer con ellos en la mesa. El cuento debe ser leído con la conciencia y con el alma.

Triste es llegar a una edad y que los hijos intentan deshacerse de ti. Ocurre en una sociedad donde la persona mayor ofende, donde la persona mayor estorba, la persona mayor no debe estar allí como narra la historia.

Nuestras leyes señalan las obligaciones que los hijos tienen con respecto a los padres, en muchos casos parece necesario recordarlo. El Código Civil lo expresa. Allí están sus normas olvidadas por algunos, y existen otras, desconocidas por los que sólo conciben la vida para que su padre les ofrezca y les dé pero ellos no lo hacen. La ignorancia es supina y el corazón escaso.

Cuando un hijo menosprecia, aparta, aleja, rechaza a un padre se reniega a sí mismo y se olvida de lo que es. Sí, se olvida de quien le asistió, se olvida de quien lo acompañó, se olvida de quien lo protegió, se olvida de quien le dio la vida.

Hay una obligación moral profunda que no se puede omitir en ningún tiempo y más en los peores, en el tiempo de los que no te escuchan y te apartan, la cultura del descarte que indica el Papa. 

Cuando yo marchaba teniendo al lado a mi padre anciano me decía a mí mismo: “no voy a mirarlo” porque cuando no esté junto a mí, ese padre ejemplar, quiero seguirlo escuchando en mí como lo afirma María Antonia Rodríguez.

Entre los seres que amo está un hijo que partió y cuando señalaba que yo era el mejor padre del mundo el corazón se me oprimía e intentaba hilvanar una frase en respuesta conteniendo mis lágrimas: “y tú eres Gustavo el mejor hijo del universo”.

Jfd599@gmail.com
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