La historia de Mariel
Queremos ver una América Latina creativa, con facilidades para su desarrollo, para la expresión del talento que se transforme en obra concreta y útil, que surja de nuestra educación...
Entre las historias de quienes han avanzado con firmeza en la vida, alcanzado objetivos meritorios con esfuerzo y sacrificio, de quienes dotados de talento y formación descubren caminos, bien aprovechados los recursos para desarrollar ideas, concretar realizaciones útiles para la sociedad, hemos encontrado, en Asturias, la historia de Mariel.
En efecto, Mariel Díaz Castro es una joven colombiana -a su tierra la apreciamos y conocemos, cercana a Venezuela, con nexos permanentes y eternos, profundos en la historia y el destino- que proviene de una familia humilde del país, como tantas en América Latina, que tuvo que sostenerse sin abundancia de posibilidades solo con el trabajo cotidiano, el deseo, la voluntad de surgir y crecer.
La alternativa de estudiar ingeniería en su país en el sistema público y su propia determinación de aprovechar las oportunidades significaron un primer paso, importante sin duda, que le permitió junto a las elevadas notas universitarias en su haber abrir las puertas de España, concretamente para estudiar otra carrera y conocer las oportunidades de un país con mayores facilidades.
Cuenta ya con más de 10 años en el país que definitivamente le aportó estudios, un grado, la existencia de experiencias científicas y técnicas que como Ingeniero con dos carreras Industrial y Mecánica, combinadas las perspectivas de una y otra disciplina, se integraron en su capacidad de crear.
Diseña máquinas con efectiva utilidad, con facilidad asombrosa, como en otras áreas puede hacerlo cualquier realizador: el escritor al redactar, el artista al pintar, el músico al componer.
Agrada sobremanera que una joven latinoamericana pudo expresar su talento y recibir en un país distinto alternativas para materializar sus sueños.
Mariel observó las posibilidades de las impresiones en 3D y sus aplicaciones a la industria europea creando un equipo denominado AMCELL (Triditive) que según nos explicaba es único y le permite elaborar toda clase de piezas tanto en metal como partes en polímeros.
Nuestra reflexión se orienta no solamente a destacar el trabajo premiado y reconocido de una joven empresaria latinoamericana que triunfa en Europa, sino también en la necesidad de que nuestros gobiernos, empresas privadas y fundaciones, enfocadas mancomunadamente en torno a proyectos específicos y bien concebidos y respaldados de responsabilidad social, estimulen el talento, ofrezcan posibilidades y recursos, se vinculen con países de primer mundo y obtengan resultados concretos que favorezcan a muchos emprendedores nuestros que tienen alta capacidad y, además, el ingenio típico local acostumbrados como estamos a las dificultades, no cerrados en términos formales y esquemáticos, poseedores de esa versatilidad maravillosa producto de nuestra difíciles circunstancias muchas veces y que nos permite, más que en otros lugares, crear de la nada, inventar soluciones ante la evidencia de las necesidades apremiantes de nuestros países.
El caso de Mariel es uno que nos permite confiar en el talento de todos aquellos jóvenes cuyos horizontes se amplían cuando disponen de recursos y facilidades que les permiten, no obstante su procedencia nacional y origen personal, alcanzar sus sueños.
Queremos ver una América Latina creativa, con facilidades para su desarrollo, para la expresión del talento que se transforme en obra concreta y útil, que surja de nuestra educación, que se apoye en las mejores capacidades científicas, que contribuya efectivamente a nuestro bienestar productivo y avance tecnológico, social y humano.
En efecto, Mariel Díaz Castro es una joven colombiana -a su tierra la apreciamos y conocemos, cercana a Venezuela, con nexos permanentes y eternos, profundos en la historia y el destino- que proviene de una familia humilde del país, como tantas en América Latina, que tuvo que sostenerse sin abundancia de posibilidades solo con el trabajo cotidiano, el deseo, la voluntad de surgir y crecer.
La alternativa de estudiar ingeniería en su país en el sistema público y su propia determinación de aprovechar las oportunidades significaron un primer paso, importante sin duda, que le permitió junto a las elevadas notas universitarias en su haber abrir las puertas de España, concretamente para estudiar otra carrera y conocer las oportunidades de un país con mayores facilidades.
Cuenta ya con más de 10 años en el país que definitivamente le aportó estudios, un grado, la existencia de experiencias científicas y técnicas que como Ingeniero con dos carreras Industrial y Mecánica, combinadas las perspectivas de una y otra disciplina, se integraron en su capacidad de crear.
Diseña máquinas con efectiva utilidad, con facilidad asombrosa, como en otras áreas puede hacerlo cualquier realizador: el escritor al redactar, el artista al pintar, el músico al componer.
Agrada sobremanera que una joven latinoamericana pudo expresar su talento y recibir en un país distinto alternativas para materializar sus sueños.
Mariel observó las posibilidades de las impresiones en 3D y sus aplicaciones a la industria europea creando un equipo denominado AMCELL (Triditive) que según nos explicaba es único y le permite elaborar toda clase de piezas tanto en metal como partes en polímeros.
Nuestra reflexión se orienta no solamente a destacar el trabajo premiado y reconocido de una joven empresaria latinoamericana que triunfa en Europa, sino también en la necesidad de que nuestros gobiernos, empresas privadas y fundaciones, enfocadas mancomunadamente en torno a proyectos específicos y bien concebidos y respaldados de responsabilidad social, estimulen el talento, ofrezcan posibilidades y recursos, se vinculen con países de primer mundo y obtengan resultados concretos que favorezcan a muchos emprendedores nuestros que tienen alta capacidad y, además, el ingenio típico local acostumbrados como estamos a las dificultades, no cerrados en términos formales y esquemáticos, poseedores de esa versatilidad maravillosa producto de nuestra difíciles circunstancias muchas veces y que nos permite, más que en otros lugares, crear de la nada, inventar soluciones ante la evidencia de las necesidades apremiantes de nuestros países.
El caso de Mariel es uno que nos permite confiar en el talento de todos aquellos jóvenes cuyos horizontes se amplían cuando disponen de recursos y facilidades que les permiten, no obstante su procedencia nacional y origen personal, alcanzar sus sueños.
Queremos ver una América Latina creativa, con facilidades para su desarrollo, para la expresión del talento que se transforme en obra concreta y útil, que surja de nuestra educación, que se apoye en las mejores capacidades científicas, que contribuya efectivamente a nuestro bienestar productivo y avance tecnológico, social y humano.
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