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La Primavera de Praga

El legado de la extrema izquierda obviamente ha sido un legado de extrema mediocridad, un legado de desconfianza total hacia todo y hacia todos, con carencia de hospitales eficientes, sin medicinas y sin equipos médicos, un legado de terror vivido por todos los países comunistas que estaban del otro lado de la famosa cortina de hierro

  • PAOLO MONTANARI TIGRI

05/05/2018 05:00 am

En estos días se ha celebrado el quincuagésimo aniversario de la “Primavera de Praga”, período en el cual un “comunista malo” como Novotny,  fue substituido por un “comunista bueno”, como Dubcek como presidente de Checoslovaquia, tan bueno como para provocar la invasión de la Armada Soviética con el apoyo de los tanques  de la Alemania comunista. Luego, en 1989, con la caída del muro de Berlín, los soviéticos finalmente renunciaron a sus pretensiones imperialistas y Europa entera vivió un momento de gloria.

La Primavera de Praga entonces ha sido una breve etapa de liberalización política que ocurrió en Checoslovaquia justamente en el período durante el cual el país estaba bajo el dominio esclavizante de la Unión Soviética, así como algunos años antes había ocurrido en la Hungría comunista y luego salvajemente dominada por la armada soviética después de la Segunda Guerra Mundial. Ese intento de liberalización, que asumió el nombre de “Primavera de Praga”, comenzó en enero de 1968 hasta agosto del mismo año, o sea hasta cuando un cuerpo punitivo soviético de una manera poco menos que deshumana y brutal  invadió el país para someterlo de nuevo al control despótico de las fuerzas armadas comunistas

El legado de la extrema izquierda obviamente ha sido un legado de extrema mediocridad, un legado de desconfianza total hacia todo y hacia todos, con carencia de hospitales eficientes, sin medicinas y sin equipos médicos, un legado de terror vivido por todos los países comunistas que estaban del otro lado de la famosa cortina de hierro, con  un profundo y arraigado desprecio hacia la utopía del comunismo. Hoy día, los bohemos, los eslovacos y todos los países ex socialistas finalmente han recobrado completamente su identidad pero han pasado cincuenta años, cincuenta años de miseria, de hambre, de privaciones, de perdida de dignidad… cincuenta años de historia. Sin embargo, contrariamente a lo que decían los antiguos romanos, para nosotros “la historia no ha sido maestra de vida” y así, de una forma completamente pasiva, aquí en nuestra Venezuela hemos permitido que el castro-comunismo cubano instalara un régimen parecido al que hay, desde hace casi sesenta años, en la Cuba de los Castro, donde siempre ha habido un presidente que, con el pretexto de luchar por la dignidad de Cuba, terminó acabando con la dignidad de los cubanos con la agravante de que esa invasión de personal cubano, ocupando puestos clave en la vida social, política y administrativa de nuestro país se ha realizado con el beneplácito de nuestros gobiernos -el de Chávez y el de Maduro- que, no solamente han permitido esa vergonzosa incursión, sino que la han facilitado.

Yo no sé hasta qué punto la trágica situación económica que vive esa Cuba castrista, fruto de casi sesenta años de social-comunismo, pueda condicionar la forma de pensar de los venezolanos, pero una cosa es cierta: “Venezuela no está dispuesta a seguir aceptando ese vulgar atropello a su soberanía por parte del castro-comunismo cubano”. No hay propaganda, no hay populismo, no hay demagogia disimulada bajo una máscara de falsa solidaridad, en fin ¡no hay dinero para comprar nuestras conciencias! “Venezuela no está en venta” y creo que es justo y patriótico que también para nosotros llegue la primavera de Caracas, nuestra “primavera de ¡LIBERTAD!

Desde Italia

p.montanaritigri@fastwebnet.it      


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