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Aceptar las discrepancias

Hay una realidad que se manifiesta cada día: que cada uno cree y acepta solo los razonamientos que quiere. Es más, usualmente uno procura razonar sobre lo que a uno le parece que debe ser

  • AGUSTIN ALBORNOZ S.

02/08/2020 05:00 am

En estos días analizaba con calma y detalle algunas actitudes que son frecuentes en nosotros. Una de ellas me indicó el hecho de cómo parece que complicamos las cosas al relacionarnos con los demás. Uno de los temas más importantes en nuestras vidas se refiere a las relaciones humanas, en parte porque todos los días nos relacionamos con otros, a veces con muchos, y además aludimos a otros más en nuestras interacciones con las personas.

Hay una diferencia enorme que se expresa cuando asumimos una perspectiva positiva o una negativa ante las dificultades y problemas que nos presenta la vida. Una resaltante sucede cuando discrepamos de otras personas, en especial cuando ellas piensan distinto a nosotros. Ante este hecho podemos asumir una perspectiva negativa, que pareciera la más común hoy día, si nos ponemos a discutir con las personas con las que discrepamos hasta el punto de llegar a la discordia y la enemistad, con tal de al final demostrarles que tenemos la razón.

O podemos adoptar una perspectiva positiva en esa misma situación, al decidirnos a aceptar las discrepancias, cualesquiera ellas sean, como algo natural en la experiencia humana. Es más, al escoger aceptar los desacuerdos como algo natural, vamos a tener la ocasión de aprender varias actitudes valiosas que nos ayudarán a crecer como seres humanos. Una de ellas es escuchar a los demás. Normalmente nos escuchamos solo a nosotros mismos, y muy rara vez estamos dispuestos a aceptar algo distinto a lo que pensamos. Aunque cuando nos decidimos de verdad a escuchar a los demás, sobre todo cuando pensamos distinto de ellos, vamos a demostrarles que sí nos interesa lo que tienen que decirnos, lo cual puede contribuir notoriamente a resolver las discrepancias que tenemos con ellos.

Otra actitud de una perspectiva positiva ocurrirá cuando agradecemos a otro por discrepar de nosotros. ¿Cómo es esto posible? Primero que cuando alguien se toma el tiempo para manifestar un desacuerdo con nosotros, al mismo tiempo está mostrando que los temas en los que ocurre(n) la(s) discrepancia(s) le interesan a esa persona tanto como a nosotros. También cuando esa persona disiente de nosotros, nos da la oportunidad de reflexionar con profundidad sobre ese asunto, y por ello podríamos descubrir algo en lo que hemos estado equivocados. Y si ese fuere el caso, este hecho hasta podría impedir que cometiéramos un error grave posteriormente. Además, si esto fuese así, aprenderemos una verdad: que deberíamos aceptar que siempre es posible que nosotros no tengamos la razón, y que otras personas, incluso las que nos caen mal, o pensamos distinto de ellas, pueden tener la razón en esa situación. Al reconocer este hecho nuestro ego recibirá una sacudida, que puede ser muy dolorosa, aunque al mismo tiempo estaríamos aprendiendo algo muy útil: a comenzar a ser más humildes, en el entendido de que la humildad es una elección cuyo fruto al final es muy positivo, y no significa que nos menospreciamos a nosotros, sino que pensamos menos en nosotros y más en Dios y en los demás.

Hay una realidad que se manifiesta cada día: que cada uno cree y acepta solo los razonamientos que quiere. Es más, usualmente uno procura razonar sobre lo que a uno le parece que debe ser, así como demostrar que uno tiene la razón en lo que piensa, y por ello todas nuestras explicaciones se dirigen hacia ese fin. Lo que quiere decir que es muy difícil que uno cambie de parecer, más aún si hay alguien que siempre nos quiere llevar la contraria, y si además lo hace con insultos y ofensas peor todavía. De hecho, algunas de las mayores tragedias del mundo y de las relaciones personales son fruto de malentendidos. Me da la impresión que por todo esto deberíamos reflexionar más sobre estos asuntos.

Además la realidad es que todas las personas somos importantes, y todos tenemos algo útil que aportar. De hecho tanto los optimistas y positivos como los pesimistas y negativos hacen aportes provechosos a nuestra sociedad. Por ejemplo mientras un optimista inventó un avión, un pesimista inventó el paracaídas (y seguro pensó algo como: "¡por si acaso!")

Finalmente un relato de lo importante que es predicar con el ejemplo y no solo con sermones, y que así es más probable convencer a otros de las ventajas de nuestras ideas: Cuando en una ocasión el polímata e inventor Benjamín Franklin quiso interesar a los habitantes de Filadelfia en la iluminación de las calles, no intentó convencerlos hablando del tema; al contrario, colgó una vistosa lámpara en un largo soporte ante su puerta. Siempre tenía el vidrio muy limpio, y cada día al atardecer encendía con cuidado y sin falta el pabilo de la vela. No pasó tiempo hasta que los vecinos de Franklin comenzaron a instalar luces similares en las puertas de sus casas, y al poco tiempo toda la ciudad descubrió la importancia de iluminar las calles y se tomó la idea con mucho interés y entusiasmo.

Un buen ejemplo a seguir.

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