La pandemia, con motivo del Covid-19, ha hecho replantear en todos y cada uno de nosotros, a lo largo y ancho de la geografía mundial, el sentido del tiempo, de la existencia personal, de las relaciones familiares y humanas, de la actividad laboral y comercial, así como de cuanto aspecto cotidiano vivimos las mujeres y hombres que convivimos en este apreciado y no siempre atendido adecuadamente planeta tierra.

El tiempo es un recurso natural no renovable. Una vez que se acaba, no hay vuelta atrás, se perdió para siempre. Por ello, el tiempo es efímero. De esta manera, es indispensable construir en la vida de cada uno de nosotros, una línea maestra de acción que nos permita alcanzar metas para transformar favorablemente nuestro entorno.

Si bien es cierto, que cada quien tiene un espacio en el momento histórico-concreto que vive, ello no arroja a todos a involucrarse en grandes proezas históricas como objeto de cada existencia. Sencillamente, nos moveremos en la dirección de las posibilidades humanas, de los grupos y de cada oportunidad de vida que aprovechemos para explotar los “nichos de mercado” que vayan apareciendo conforme vivimos. De esta forma, cada existencia es una maravillosa página a descubrir en el contexto personal y global. Lograr nuestras metas y concretarlas es una misión a cumplir en nuestras vidas. Para ello, debemos pararnos en el cotidiano caminar de nuestra existencia y ver de dónde venimos y hacia dónde vamos; debemos observar cómo están nuestras cosas, las de nuestro entorno; y, si éstas podrían estar de mejor forma si lográsemos ejecutar una manera nueva de presentarnos y de manifestar a los equipos con quienes podemos y debemos interactuar.

El tiempo es efímero. De nosotros está que podamos construir un futuro mejor y más justo. Está en nuestras manos lograr un espacio diferente donde todos tengamos cabida. Abramos las puertas a la construcción de ese espacio para las generaciones que vendrán y para los venezolanos de los nuevos tiempos…

@MartinezNRafael
@LecturaDeHoy