Jacob Burckhardt es un buen ejemplo de aquella aristocracia consumada a la vida intelectual. De familia suiza acomodada dedicó su vida al estudio de las humanidades. Su trabajo más célebre, Die Kultur der Renaissance in Italien (1860), es una extraordinaria obra investigativa sobre el espíritu renacentista italiano. Es realmente impresionante, puesto emplea fuentes que sus contemporáneos ignoraban por completo, lo que produce un trabajo único en su campo.
“El Estado como una obra de arte” es el titulo de uno de sus capítulos. Aquí, nos narra la construcción de los estados italianos. La misma, no es una construcción necesariamente lineal, con fechas que nos hablen de principio a fin, sino una construcción plenamente política y cultural. Exaltan, en particular, dos: Venecia y Florencia. Las mismas, fueron de importancia primordial por lo que a la historia de la humanidad se refiere. La primera tuvo una política exitosa de aislamiento del conflicto, lo que le llevó a gozar de una vigorosa economía nutrida a través del intercambio de bienes, tanto por vía terrestre como marítima.
En la segunda, Florencia, conseguimos “la máxima conciencia política y la mayor riqueza de formas evolutivas (…). En este sentido, merece en justicia el título de primer Estado moderno del mundo.
Las consideraciones de Burckhardt no se salvaron de críticas. Una de ellas, la excesiva preocupación por lo estético, lo acusaban de tener una miopía ideológica superficial que no le dejaba investigar plenamente los fenómenos propuestos de estudio.
En mi opinión, el trabajo de Burckhardt va mucho más allá de lo superficial y radica en el espíritu humanista del individuo. Así, nos enseña la importancia del individualismo tanto en el arte de gobierno como en los cambios políticos y culturales. Siempre con su método socrático que buscaba inspirar y despertar en sus estudiantes sus deseos por emular las demostraciones de excelencia del pasado, en los más elevados niveles de la naturaleza humana.
Chiara en el Uffizi
Para aquellos que hayan tenido el privilegio de ir a Florencia habrán podido constatar las apreciaciones de Burckhardt. Aislar lo estético de la ciudad, resulta realmente imposible. “Un museo al aire abierto”, algunos le llaman. Y otros la consideran la ciudad con más arte por metro cuadrado del mundo.
Pese a ello, también cuenta con una serie de museos cerrados que valen la pena ser visitados. La Galleria degli Uffizi es uno de los más célebres. Botticelli, Michelangelo, Raffaello, Caravaggio, Rubens, etcétera. Y no es por querer discriminar a otros autores, es que la lista de celebridades excederían el límite de caracteres de esta columna.
Pues esta galería fue tendencia en Twitter esta semana por la visita de Chiara Ferragni, influencer de moda italiana. El caso es que Ferragni, de la mano con Dior, hicieron una sesión de fotos en los maravillosos pasillos, con un ambiente sin igual. Pues la arremetida de las redes no se contuvo, lo que la llevó a ser insultada y calificada de “immondizia” (basura), su visita.
El patrimonio es el petróleo de Italia. Aprovechar de él, es lo sensato; sobre todo en momentos de crisis, como los actuales. Y esto no es algo nuevo. El Louvre es pionero en el rubro, alquilando sus salas para desfiles y eventos por un monto de hasta 24.000 euros. Esto ocurre en todo el mundo, Nueva York, Torino, Berlín, etcétera. Todos sitios que reinventan sus usos para percibir nuevos ingresos para mantener las inmortales obras.
No soy fanático de Ferragni, ni de los “influencers” en general. No entiendo su fama, y subestimo constantemente su trabajo. Pero si su presencia logra incrementar el interés por el arte (cosa que ocurrió con la Galleria degli Uffizi, con un aumento de más de 24% de visitas luego de la visita de Chiara), cosa que contribuye con la preservación de la eternidad, no soy nadie para quejarme.
El Covid-19 no ha cesado, y las dificultades económicas de la crisis se vislumbrarán más adelante. Ante ellas, debemos de repensar cómo superar la adversidad y, para los particulares, en cómo gastar conscientemente el dinero. Para mí, el arte, es una buena excusa.
@NelsonTRangel
www.netrangel.com
nelsontrangel@gmail.com
“El Estado como una obra de arte” es el titulo de uno de sus capítulos. Aquí, nos narra la construcción de los estados italianos. La misma, no es una construcción necesariamente lineal, con fechas que nos hablen de principio a fin, sino una construcción plenamente política y cultural. Exaltan, en particular, dos: Venecia y Florencia. Las mismas, fueron de importancia primordial por lo que a la historia de la humanidad se refiere. La primera tuvo una política exitosa de aislamiento del conflicto, lo que le llevó a gozar de una vigorosa economía nutrida a través del intercambio de bienes, tanto por vía terrestre como marítima.
En la segunda, Florencia, conseguimos “la máxima conciencia política y la mayor riqueza de formas evolutivas (…). En este sentido, merece en justicia el título de primer Estado moderno del mundo.
Las consideraciones de Burckhardt no se salvaron de críticas. Una de ellas, la excesiva preocupación por lo estético, lo acusaban de tener una miopía ideológica superficial que no le dejaba investigar plenamente los fenómenos propuestos de estudio.
En mi opinión, el trabajo de Burckhardt va mucho más allá de lo superficial y radica en el espíritu humanista del individuo. Así, nos enseña la importancia del individualismo tanto en el arte de gobierno como en los cambios políticos y culturales. Siempre con su método socrático que buscaba inspirar y despertar en sus estudiantes sus deseos por emular las demostraciones de excelencia del pasado, en los más elevados niveles de la naturaleza humana.
Chiara en el Uffizi
Para aquellos que hayan tenido el privilegio de ir a Florencia habrán podido constatar las apreciaciones de Burckhardt. Aislar lo estético de la ciudad, resulta realmente imposible. “Un museo al aire abierto”, algunos le llaman. Y otros la consideran la ciudad con más arte por metro cuadrado del mundo.
Pese a ello, también cuenta con una serie de museos cerrados que valen la pena ser visitados. La Galleria degli Uffizi es uno de los más célebres. Botticelli, Michelangelo, Raffaello, Caravaggio, Rubens, etcétera. Y no es por querer discriminar a otros autores, es que la lista de celebridades excederían el límite de caracteres de esta columna.
Pues esta galería fue tendencia en Twitter esta semana por la visita de Chiara Ferragni, influencer de moda italiana. El caso es que Ferragni, de la mano con Dior, hicieron una sesión de fotos en los maravillosos pasillos, con un ambiente sin igual. Pues la arremetida de las redes no se contuvo, lo que la llevó a ser insultada y calificada de “immondizia” (basura), su visita.
El patrimonio es el petróleo de Italia. Aprovechar de él, es lo sensato; sobre todo en momentos de crisis, como los actuales. Y esto no es algo nuevo. El Louvre es pionero en el rubro, alquilando sus salas para desfiles y eventos por un monto de hasta 24.000 euros. Esto ocurre en todo el mundo, Nueva York, Torino, Berlín, etcétera. Todos sitios que reinventan sus usos para percibir nuevos ingresos para mantener las inmortales obras.
No soy fanático de Ferragni, ni de los “influencers” en general. No entiendo su fama, y subestimo constantemente su trabajo. Pero si su presencia logra incrementar el interés por el arte (cosa que ocurrió con la Galleria degli Uffizi, con un aumento de más de 24% de visitas luego de la visita de Chiara), cosa que contribuye con la preservación de la eternidad, no soy nadie para quejarme.
El Covid-19 no ha cesado, y las dificultades económicas de la crisis se vislumbrarán más adelante. Ante ellas, debemos de repensar cómo superar la adversidad y, para los particulares, en cómo gastar conscientemente el dinero. Para mí, el arte, es una buena excusa.
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