Infraestructura venezolana
La inversión pública tiene un alto efecto multiplicador- vía demanda- sobre las magnitudes macroeconómicas, PIB, empleo e inversión. Por el contrario, puede llegar a efectos desfavorables
Las inversiones en infraestructura, constituyen un importante instrumento de política económica. La tradición política del gasto público responsable, bien dirigido y atento a los factores aceleradores del desarrollo ha demostrado a nivel mundial la estrecha correlación que existe entre la inversión pública y la productividad del sector privado. El desarrollo de la infraestructura de un país es gran medida la base de su crecimiento económico, y dicho crecimiento genera un mayor nivel de bienestar a los habitantes de ese país. Éste es tan solo uno de los requerimientos para el desarrollo de una nación, y con mayor ahínco para Venezuela.
Alcanzar nuevos niveles de competitividad requiere la articulación en cada territorio, de un conjunto de infraestructuras adecuadas y eficientes que permitan mantener o elevar la calidad de vida de sus habitantes. Este reto exige enormes recursos financieros, disponibilidad de tecnología avanzada y recursos humanos que cuenten con la preparación y la capacidad para gestionar adecuadamente los proyectos. Los agentes económicos con el pasar del tiempo han internalizado la importancia de promover esquemas de cooperación con el Estado, ya que esta coordinación cuando se da en los términos apropiados, suele experimentarse impacto significativo en el desarrollo de infraestructuras que sirven de gran apoyo para la expansión de actividades productivas. A veces los frutos de la cooperación resultan tan satisfactorios en algunas regiones que el desarrollado de proyectos de interés público bajo gerencia y supervisión permite alcanzar estándares aún más altos de bienestar.
¿Por qué se asocia el progreso con el desarrollo de la infraestructura? La respuesta a la pregunta atiende múltiples factores, que pueden ser clasificados de acuerdos los efectos, períodos de ejecución o sectores económicos. Por ejemplos, las decisiones del sector público en torno a la dirección del gasto ya sea motivado por objetivos políticos o de inversión, repercuten significativamente en el incremento de los niveles del PIB, empleo, etc., un fenómeno que termina beneficiando a diversos sectores de la economía.
Los resultados producidos por un incremento de la inversión pública suele por lo general, traer mayores retornos de los que pueden ser contabilizados, dado el efecto multiplicador que dicha inversión ejerce sobre la economía nacional. La infraestructura particularmente es quizás uno de los rubros, que junto a la educación, trae más retornos a medio y largo plazo. Por otra parte, el desarrollo de infraestructuras constituye un importante instrumento de impulso económico, pues desencadena considerables beneficios en cuanto a la producción de empleo y el aumento de ingreso per cápita, incentivando el consumo y el ahorro, ofreciendo la oportunidad de entrar en un círculo virtuoso de crecimiento y bienestar. Cabe destacar que no vale obsesionarse sólo con el crecimiento económico, hay que concentrarse en el crecimiento sostenido y sustentable, de manera que la capacidad para enfrentar las crisis (porque siempre las habrán) la sociedad se encuentre preparada para emprender una estabilización consistentes con sus objetivos de desarrollo, es decir, que los sacrificios para el retorno de la salud económica sean cada vez menores. Las economías con alto nivel de desarrollo suelen de estar mucho más conscientes de estos aspectos relevantes y particularmente en la coyuntura actual que los empuja a una recesión, saben que impulsar las inversiones en infraestructura productiva es una de las estrategias que rara vez suele faltar sobre la mesa.
La inversión pública tiene un alto efecto multiplicador- vía demanda- sobre las magnitudes macroeconómicas, PIB, empleo e inversión. Por el contrario, puede llegar a efectos desfavorables para el déficit público, el tipo de interés, la inflación y la balanza comercial. Aun así, la inversión en infraestructura constituye uno de los principales medios que dispone el sector público para promover el incremento de renta, empleo y productividad en un país, sobre todo uno donde la infraestructura se ha visto devastada producto de una severa crisis por más de cinco años ininterrumpidos, como es el caso de Venezuela.
Podría afirmarse que , dentro del stock de capital público, la inversión en infraestructura, principalmente en infraestructura de servicios públicos, turismo, energía,, salud, educación ,trasporte público, vías de penetración para los campos productores de alimentos, industrias básicas como las del acero, aluminio, petróleo gas, tienen un enorme potencial de contribuir al crecimiento de la productividad. Para ello no solo se debe retomar las alianzas con el sector productivo privado nacional sino que también es necesario mejorar las relaciones, impulsarlas y profundizarlas. La crisis que hoy nos agobia, producto de un modelo económico ineficaz exige replanteamientos y ajustes dirigidos a abrir nuevas y mejores alternativas que ofrezcan resultados satisfactorios
En fin, sí es posible cambiar a Venezuela, sí es posible tener no solo un mejor país, sino convertirnos en un modelo a seguir. Venezuela cuenta con condiciones sumamente favorables para todo el sector empresarial. La privilegiada ubicación geográfica es uno de los más importantes, pues cuenta con una larga costa al Mar Caribe, está a menos de cuatro horas en avión a Estados Unidos, y a seis horas de Europa, razones que lo convierten en un lugar estratégico de ensueño para la instalación de cualquier logística de exportación. Pero para ello es menester cambiarlo todo, acabar de raíz con el modelo que comprometió nuestro futuro; acabar con el populismo, los subsidios y toda la manipulación a través de recursos públicos. Necesitamos y tenemos el deber de cambiar, pero necesitamos del aporte, la concientización y el trabajo de todos.
@eccioleonr
Alcanzar nuevos niveles de competitividad requiere la articulación en cada territorio, de un conjunto de infraestructuras adecuadas y eficientes que permitan mantener o elevar la calidad de vida de sus habitantes. Este reto exige enormes recursos financieros, disponibilidad de tecnología avanzada y recursos humanos que cuenten con la preparación y la capacidad para gestionar adecuadamente los proyectos. Los agentes económicos con el pasar del tiempo han internalizado la importancia de promover esquemas de cooperación con el Estado, ya que esta coordinación cuando se da en los términos apropiados, suele experimentarse impacto significativo en el desarrollo de infraestructuras que sirven de gran apoyo para la expansión de actividades productivas. A veces los frutos de la cooperación resultan tan satisfactorios en algunas regiones que el desarrollado de proyectos de interés público bajo gerencia y supervisión permite alcanzar estándares aún más altos de bienestar.
¿Por qué se asocia el progreso con el desarrollo de la infraestructura? La respuesta a la pregunta atiende múltiples factores, que pueden ser clasificados de acuerdos los efectos, períodos de ejecución o sectores económicos. Por ejemplos, las decisiones del sector público en torno a la dirección del gasto ya sea motivado por objetivos políticos o de inversión, repercuten significativamente en el incremento de los niveles del PIB, empleo, etc., un fenómeno que termina beneficiando a diversos sectores de la economía.
Los resultados producidos por un incremento de la inversión pública suele por lo general, traer mayores retornos de los que pueden ser contabilizados, dado el efecto multiplicador que dicha inversión ejerce sobre la economía nacional. La infraestructura particularmente es quizás uno de los rubros, que junto a la educación, trae más retornos a medio y largo plazo. Por otra parte, el desarrollo de infraestructuras constituye un importante instrumento de impulso económico, pues desencadena considerables beneficios en cuanto a la producción de empleo y el aumento de ingreso per cápita, incentivando el consumo y el ahorro, ofreciendo la oportunidad de entrar en un círculo virtuoso de crecimiento y bienestar. Cabe destacar que no vale obsesionarse sólo con el crecimiento económico, hay que concentrarse en el crecimiento sostenido y sustentable, de manera que la capacidad para enfrentar las crisis (porque siempre las habrán) la sociedad se encuentre preparada para emprender una estabilización consistentes con sus objetivos de desarrollo, es decir, que los sacrificios para el retorno de la salud económica sean cada vez menores. Las economías con alto nivel de desarrollo suelen de estar mucho más conscientes de estos aspectos relevantes y particularmente en la coyuntura actual que los empuja a una recesión, saben que impulsar las inversiones en infraestructura productiva es una de las estrategias que rara vez suele faltar sobre la mesa.
La inversión pública tiene un alto efecto multiplicador- vía demanda- sobre las magnitudes macroeconómicas, PIB, empleo e inversión. Por el contrario, puede llegar a efectos desfavorables para el déficit público, el tipo de interés, la inflación y la balanza comercial. Aun así, la inversión en infraestructura constituye uno de los principales medios que dispone el sector público para promover el incremento de renta, empleo y productividad en un país, sobre todo uno donde la infraestructura se ha visto devastada producto de una severa crisis por más de cinco años ininterrumpidos, como es el caso de Venezuela.
Podría afirmarse que , dentro del stock de capital público, la inversión en infraestructura, principalmente en infraestructura de servicios públicos, turismo, energía,, salud, educación ,trasporte público, vías de penetración para los campos productores de alimentos, industrias básicas como las del acero, aluminio, petróleo gas, tienen un enorme potencial de contribuir al crecimiento de la productividad. Para ello no solo se debe retomar las alianzas con el sector productivo privado nacional sino que también es necesario mejorar las relaciones, impulsarlas y profundizarlas. La crisis que hoy nos agobia, producto de un modelo económico ineficaz exige replanteamientos y ajustes dirigidos a abrir nuevas y mejores alternativas que ofrezcan resultados satisfactorios
En fin, sí es posible cambiar a Venezuela, sí es posible tener no solo un mejor país, sino convertirnos en un modelo a seguir. Venezuela cuenta con condiciones sumamente favorables para todo el sector empresarial. La privilegiada ubicación geográfica es uno de los más importantes, pues cuenta con una larga costa al Mar Caribe, está a menos de cuatro horas en avión a Estados Unidos, y a seis horas de Europa, razones que lo convierten en un lugar estratégico de ensueño para la instalación de cualquier logística de exportación. Pero para ello es menester cambiarlo todo, acabar de raíz con el modelo que comprometió nuestro futuro; acabar con el populismo, los subsidios y toda la manipulación a través de recursos públicos. Necesitamos y tenemos el deber de cambiar, pero necesitamos del aporte, la concientización y el trabajo de todos.
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