¿Cómo está mi corazón?
Cabría preguntarnos cada uno de nosotros: cuando la adversidad toca nuestra puerta ¿cómo reaccionamos y por tanto cómo se afecta nuestro corazón?
Como seres humanos es habitual que cometamos errores, y si aceptamos esa condición como algo natural en nosotros, ello debería ayudarnos a cada uno a ser más indulgentes y clementes cuando otros cometen errores, ya que ese es el trato que nos gustaría que nos dieran cuando nos equivocamos nosotros. Aunque en el mundo de hoy esta no es la actitud más común, al contrario, la tendencia es a juzgar (muchas veces con rigor) a la primera ocasión, usualmente sin que dispongamos de todos los elementos para hacerlo; asimismo, hoy día hay una propensión a ser intransigentes y severos en nuestros juicios sobre los demás, además con una actitud que con frecuencia es agresiva e injuriosa, en especial cuando ellos piensan distinto. Todo esto es muy serio, ya que poco a poco y sin darnos cuenta, estas actitudes van haciendo mella en nuestro corazón, al punto que este se va tornando en uno resentido y amargado.
Cabe destacar que usualmente pensamos en el corazón como en el centro de nuestras emociones, pero en realidad es más que eso. Es la fuente de nuestros pensamientos y deseos, de nuestras motivaciones e intenciones. Por otro lado, en varias ocasiones nosotros mismos nos permitimos cometer ciertos errores, algunos de ellos siendo los mismos y de forma repetitiva, a través de varias pequeñas actitudes o mentalidades erróneas. Y muchas veces no nos percatamos de que estas al pasar tiempo comienzan a "sumar" entre todas, al punto de que llegan a afectar nuestros corazones seriamente. Un ejemplo de estas actitudes erróneas ocurre cuando nos empeñamos en enfocarnos en ver todo lo negativo en otras personas, en especial en quienes piensan distinto a nosotros. Por ello también ocurre que a nuestros ojos los errores aumentan en la medida en que el amor hacia el otro disminuye, es decir, cuando por alguna razón alguien nos cae mal, o piensa distinto a nosotros, o le tenemos ningún o poco afecto, sucede que uno le ve más errores y defectos de los que realmente tiene.
Otro ejemplo de actitud errónea es cuando criticamos frecuente y ácidamente a otros. Al respecto la Madre Teresa dijo en una oportunidad: Las críticas no son otra cosa que orgullo disimulado. Un alma sincera para consigo misma nunca se rebajará a la crítica. La crítica es el cáncer del corazón.
Entonces cabe preguntarnos con frecuencia cada uno: ¿cómo está hoy mi corazón? ¿me molesto con facilidad? ¿comparo y me resiento continuamente?... cuando oigo chismes, ¿los hago callar o los divulgo? ¿qué clase de pensamientos albergo? nuestras respuestas a estas preguntas revelan el estado actual de nuestro corazón. También de nuestro corazón es de donde salen malos pensamientos, malas intenciones, mentiras, engaños, etc.
Es tan importante este tema que muchas veces Dios permite que ocurran circunstancias adversas en nuestras vidas porque, a través de ellas, Él busca en nosotros una transformación de los motivos e intenciones de nuestros corazones. De hecho cuando sufrimos nuestra tendencia es a quejarnos y resentirnos, aunque en esos momentos Dios está, más que nunca y si lo buscamos de verdad, dispuesto a apoyarnos de todo corazón, de modo que al mismo tiempo nosotros aprendamos a apoyar de todo corazón a otros que sufren.
El rey Salomón dijo una vez algo que refleja cómo Dios ve todo este asunto; quedó registrado en el libro de los Proverbios, versículo 4:23 (versión NTV): Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida. Nada más y nada menos que el estado de nuestro corazón va a definir nuestro destino en la vida ¡cualquier cosa!
A continuación una anécdota que muestra muy bien el punto de cómo nuestras reacciones ante los eventos que vivimos hacen una gran diferencia en el resultado de cómo se afecta nuestro corazón:
"Una muchacha se quejaba a su padre de que la vida a veces le resultaba difícil. No sabía cómo sentirse mejor para seguir adelante. Su padre, que era chef, un día la llevó a su sitio de trabajo. Allí llenó tres recipientes con agua y los puso en el fuego. Al hervir el agua, en uno puso unas zanahorias, en otro huevos y en el otro granos de café. El café comenzó a oler con su rico aroma. Él explicó que los tres habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo. Pero reaccionaron en forma muy distinta. La zanahoria llegó al agua dura y fuerte; pero al pasar por el agua hirviendo se volvió débil, tanto que se deshacía. El huevo era frágil, con su cáscara fina protegiendo su líquido interior; pero al hervir, su interior se endureció. El café sin embargo era único; después de estar en agua hirviendo, logró su mejor sabor. "¿Cuál de estos tres eres tú?", le preguntó a su hija".
Cabría preguntarnos cada uno de nosotros: cuando la adversidad toca nuestra puerta ¿cómo reaccionamos y por tanto cómo se afecta nuestro corazón?
Cuando Dios no cambia una circunstancia, Él puede cambiar nuestros corazones sabiendo que puede cambiar todas las cosas para bien. Nick Vujicic
@agusal77
@viviendovalores
Cabe destacar que usualmente pensamos en el corazón como en el centro de nuestras emociones, pero en realidad es más que eso. Es la fuente de nuestros pensamientos y deseos, de nuestras motivaciones e intenciones. Por otro lado, en varias ocasiones nosotros mismos nos permitimos cometer ciertos errores, algunos de ellos siendo los mismos y de forma repetitiva, a través de varias pequeñas actitudes o mentalidades erróneas. Y muchas veces no nos percatamos de que estas al pasar tiempo comienzan a "sumar" entre todas, al punto de que llegan a afectar nuestros corazones seriamente. Un ejemplo de estas actitudes erróneas ocurre cuando nos empeñamos en enfocarnos en ver todo lo negativo en otras personas, en especial en quienes piensan distinto a nosotros. Por ello también ocurre que a nuestros ojos los errores aumentan en la medida en que el amor hacia el otro disminuye, es decir, cuando por alguna razón alguien nos cae mal, o piensa distinto a nosotros, o le tenemos ningún o poco afecto, sucede que uno le ve más errores y defectos de los que realmente tiene.
Otro ejemplo de actitud errónea es cuando criticamos frecuente y ácidamente a otros. Al respecto la Madre Teresa dijo en una oportunidad: Las críticas no son otra cosa que orgullo disimulado. Un alma sincera para consigo misma nunca se rebajará a la crítica. La crítica es el cáncer del corazón.
Entonces cabe preguntarnos con frecuencia cada uno: ¿cómo está hoy mi corazón? ¿me molesto con facilidad? ¿comparo y me resiento continuamente?... cuando oigo chismes, ¿los hago callar o los divulgo? ¿qué clase de pensamientos albergo? nuestras respuestas a estas preguntas revelan el estado actual de nuestro corazón. También de nuestro corazón es de donde salen malos pensamientos, malas intenciones, mentiras, engaños, etc.
Es tan importante este tema que muchas veces Dios permite que ocurran circunstancias adversas en nuestras vidas porque, a través de ellas, Él busca en nosotros una transformación de los motivos e intenciones de nuestros corazones. De hecho cuando sufrimos nuestra tendencia es a quejarnos y resentirnos, aunque en esos momentos Dios está, más que nunca y si lo buscamos de verdad, dispuesto a apoyarnos de todo corazón, de modo que al mismo tiempo nosotros aprendamos a apoyar de todo corazón a otros que sufren.
El rey Salomón dijo una vez algo que refleja cómo Dios ve todo este asunto; quedó registrado en el libro de los Proverbios, versículo 4:23 (versión NTV): Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida. Nada más y nada menos que el estado de nuestro corazón va a definir nuestro destino en la vida ¡cualquier cosa!
A continuación una anécdota que muestra muy bien el punto de cómo nuestras reacciones ante los eventos que vivimos hacen una gran diferencia en el resultado de cómo se afecta nuestro corazón:
"Una muchacha se quejaba a su padre de que la vida a veces le resultaba difícil. No sabía cómo sentirse mejor para seguir adelante. Su padre, que era chef, un día la llevó a su sitio de trabajo. Allí llenó tres recipientes con agua y los puso en el fuego. Al hervir el agua, en uno puso unas zanahorias, en otro huevos y en el otro granos de café. El café comenzó a oler con su rico aroma. Él explicó que los tres habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo. Pero reaccionaron en forma muy distinta. La zanahoria llegó al agua dura y fuerte; pero al pasar por el agua hirviendo se volvió débil, tanto que se deshacía. El huevo era frágil, con su cáscara fina protegiendo su líquido interior; pero al hervir, su interior se endureció. El café sin embargo era único; después de estar en agua hirviendo, logró su mejor sabor. "¿Cuál de estos tres eres tú?", le preguntó a su hija".
Cabría preguntarnos cada uno de nosotros: cuando la adversidad toca nuestra puerta ¿cómo reaccionamos y por tanto cómo se afecta nuestro corazón?
Cuando Dios no cambia una circunstancia, Él puede cambiar nuestros corazones sabiendo que puede cambiar todas las cosas para bien. Nick Vujicic
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