Una Encava full
Que el modelo no tiene defectos, que es el fin de la historia ¡claro que no! la marcha sigue y defectos tiene, o le aparecen como desarrollos nuevos...
Cuando uno escucha a la vocera del gobierno, a la señora Delcy Rodríguez, risueñamente explicando que la ley para el tránsito hacia la “nueva normalidad” es que en los medios de transporte público sólo se utilizará el 50% de sus asientos y simultáneamente ve a una buseta llena a reventar que alegre y rauda transita por una de las avenidas troncales de la ciudad, uno entiende de qué va la cosa. Todo se puede hacer y nada puede hacer; y ello depende de con qué ojo lo mire el policía. El venezolano se está acostumbrado a eso; y, peor, eso es lo que se le propone; a eso se reducen el ejercicio de Chávez y el que hace Maduro. Y la pregunta que necesariamente debe hacerse es si así vamos bien o vamos mal, si nos conviene que la autoridad se ejerza “en nombre de la república” -como típicamente rezan, o rezaban, los actos del Estado- o si debe ser “en nombre de mi teniente”. Otra cosa que debe cuidarse es la correspondencia entre la ley y lo humanamente posible: no se le puede pedir a una muchacha que sabe que si no llega temprano al barrio se expone a ser violada, que espere a la siguiente buseta. La ley tiene que consultar la realidad.
La civilización, la inacabada e inacabable marcha del hombre hacia el descubrimiento de su naturaleza, tiene conquistas definitivas, una de ellas es la construcción de la idea del Estado como la autoridad y de éste como una estructura legal. Se pasó, hace mucho tiempo -siglos- de la autoridad encarnada en una persona humana, incluso emparentada con Dios, el rey absoluto, a la autoridad atribuida al funcionamiento de una serie de mecanismos legales, en una palabra, a la Ley. Reconocer eso tiene importancia, porque ello explica el gran avance de Europa y de la heredera que mejor lo asimiló: la América del Norte. Y no se trata que uno sea pitiyanqui o esclavo mental de la historia contada a partir de Europa, se trata de reconocer, como lo han terminado haciendo los países de Asia, que esa gente ha progresado más y vive mejor. Que el modelo no tiene defectos, que es el fin de la historia ¡claro que no! la marcha sigue y defectos tiene, o le aparecen como desarrollos nuevos; pero ello no autoriza a regresar a soluciones superadas, como de algún modo se nos está proponiendo.
SANTINUNEZ@Yahoo.com
La civilización, la inacabada e inacabable marcha del hombre hacia el descubrimiento de su naturaleza, tiene conquistas definitivas, una de ellas es la construcción de la idea del Estado como la autoridad y de éste como una estructura legal. Se pasó, hace mucho tiempo -siglos- de la autoridad encarnada en una persona humana, incluso emparentada con Dios, el rey absoluto, a la autoridad atribuida al funcionamiento de una serie de mecanismos legales, en una palabra, a la Ley. Reconocer eso tiene importancia, porque ello explica el gran avance de Europa y de la heredera que mejor lo asimiló: la América del Norte. Y no se trata que uno sea pitiyanqui o esclavo mental de la historia contada a partir de Europa, se trata de reconocer, como lo han terminado haciendo los países de Asia, que esa gente ha progresado más y vive mejor. Que el modelo no tiene defectos, que es el fin de la historia ¡claro que no! la marcha sigue y defectos tiene, o le aparecen como desarrollos nuevos; pero ello no autoriza a regresar a soluciones superadas, como de algún modo se nos está proponiendo.
SANTINUNEZ@Yahoo.com
Siguenos en
Telegram,
Instagram,
Facebook y
Twitter
para recibir en directo todas nuestras actualizaciones