Mejor puentes que muros
El verdadero problema surge cuando nos negamos, a veces terca y rotundamente, a construir puentes que puedan ayudarnos a resolver nuestras naturales divergencias con otros
En estos días de cuarentena reflexionaba sobre como durante nuestra existencia nos la pasamos construyendo muros y puentes. Y no porque todos tengamos conocimientos de Ingeniería Civil, sino porque en nuestras relaciones con los demás eso es lo que hacemos: o construimos muros que nos separan de ellos y que por tanto dificultan, a veces gravemente, nuestras relaciones con otros; o edificamos puentes, a través de los cuales podemos reencontrarnos en medio de lo frecuente de nuestras discrepancias y diferencias. En realidad no es nada raro que en algunos momentos, debido a nuestra naturaleza esencialmente egoísta, estemos levantando muros que nos separen de otras personas; es decir, esto es algo esperable. El verdadero problema surge cuando nos negamos, a veces terca y rotundamente, a construir puentes que puedan ayudarnos a resolver nuestras naturales divergencias con otros. En lo personal desde hace tiempo me han llamado mucho más la atención, y me han parecido mucho más interesantes los puentes que los muros, quizás por lo que simbolizan desde el punto de vista espiritual y emocional.
A continuación comparto un relato que llegó a mis manos, de algo que ocurrió en la ciudad de Mostar, en Bosnia-Herzegovina. Allí existe un puente muy emblemático, llamado Stari Most, o Puente Viejo, del que toma su nombre la ciudad. En realidad es una réplica del puente original. Este tardó diez años en construirse, ya que cada una de las más de mil piedras que lo componían fueron talladas a mano para que encajaran perfectamente. Se terminó de edificar en 1566. Por más de 400 años resistió invasiones, guerras y terremotos. En 1993 se desplomó en dos días por los bombardeos, durante las guerras que al final disolvieron a la antigua Yugoslavia. Enseguida un resumen de lo que ocurrió el 23 de julio de 2004, cuando se reinauguró la réplica mencionada. Incluye entrevistas aisladas a personas presentes en ese evento:
Empieza la ceremonia de apertura. Se oyen campanadas de las iglesias. Coros infantiles entonan una canción muy difundida en toda la región. La letra es un ruego para que el amor sobreviva en los buenos y en los malos tiempos.
Algunos hombres pronuncian discursos, como estos:
«Debemos trabajar codo a
codo para propiciar una nueva
era en la que las turbulencias
del pasado den paso al diálogo,
al entendimiento y a la reconciliación».
«Por medio de este puente,
podemos demostrar algo
maravilloso: que la esperanza
triunfa sobre la barbarie».
«Que este puente nos lleve a
construir un futuro mejor».
Algunas preguntas y respuestas de personas presentes:
Zarisa Velic, pintor de 55 años:
—¿Recuerda lo que sintió cuando fue destruido el puente?
—Cuando cayó el puente, me dolió en el alma y el corazón, pero eso no logró impedir que
las personas se comunicaran unas con otras.
Borislav Sukic, un croata que trabaja para un servicio de emergencias médicas de Mostar:
—¿Cómo se siente esta noche?
—Como si hubiera nacido de nuevo, y creo que es un sentimiento que comparten todos los residentes de Mostar.
Habla uno de los arquitectos de la reconstrucción de este puente, Iván Demirovic,
de 56 años.
—¿Por qué es tan importante este puente?
—Mostar fue la Florencia del Imperio Otomano. Era una ciudad tolerante y abierta a la diversidad de culturas. El Puente Viejo era el pórtico entre Oriente y Occidente.
—¿Por qué fue destruido, entonces?
—La división existente. La guerra partió la ciudad en dos y se abatió sobre mi familia como una tempestad. Mi hijo Suleiman fue gravemente herido en combate. A mi esposa y a mi hija las deportaron al campo de concentración de Ljubuski, y yo estuve preso un año. Mi casa, del otro lado del río, fue confiscada. Pero todo eso pertenece al pasado. El futuro está en este puente. Mi hijo y yo hemos trabajado duro para reconstruirlo.
A su lado está otro arquitecto, Carlo Blasi, que vino de Italia para colaborar con este proyecto.
—¿Qué más puede decirnos del puente original?
—Todo era geométricamente perfecto. ¡Era una obra maestra!
Comenta una señora que espera cruzar el puente con sus cuatro niños:
—¿Cómo se siente con la apertura del puente?
—¡De maravilla! Ahora sé lo que es la felicidad verdadera.
—¿Qué la hizo venir?
—No pude resistirme a traer a los niños. Todos nacieron después que el puente fue destruido.
Esta es la primera ocasión que tienen de cruzarlo —dice.
Termina la ceremonia con fuegos artificiales. Se emite la señal y miles de residentes de Mostar se apresuran a cruzar el puente. La felicidad de esta noche perdurará por largo tiempo. Rogamos que también perdure el amor. Como dice esa canción popular: «Que perdure el amor en los buenos y en los malos tiempos»
Luego de este relato entiendo por qué siempre me han gustado mucho más los puentes que los muros. Ayudan a que salga afuera lo mejor de cada ser humano, ya que simbolizan entre otras cosas la reconciliación y la solidaridad entre los humanos, valores tan urgentes en estos tiempos.
@agusal77
@viviendovalores
A continuación comparto un relato que llegó a mis manos, de algo que ocurrió en la ciudad de Mostar, en Bosnia-Herzegovina. Allí existe un puente muy emblemático, llamado Stari Most, o Puente Viejo, del que toma su nombre la ciudad. En realidad es una réplica del puente original. Este tardó diez años en construirse, ya que cada una de las más de mil piedras que lo componían fueron talladas a mano para que encajaran perfectamente. Se terminó de edificar en 1566. Por más de 400 años resistió invasiones, guerras y terremotos. En 1993 se desplomó en dos días por los bombardeos, durante las guerras que al final disolvieron a la antigua Yugoslavia. Enseguida un resumen de lo que ocurrió el 23 de julio de 2004, cuando se reinauguró la réplica mencionada. Incluye entrevistas aisladas a personas presentes en ese evento:
Empieza la ceremonia de apertura. Se oyen campanadas de las iglesias. Coros infantiles entonan una canción muy difundida en toda la región. La letra es un ruego para que el amor sobreviva en los buenos y en los malos tiempos.
Algunos hombres pronuncian discursos, como estos:
«Debemos trabajar codo a
codo para propiciar una nueva
era en la que las turbulencias
del pasado den paso al diálogo,
al entendimiento y a la reconciliación».
«Por medio de este puente,
podemos demostrar algo
maravilloso: que la esperanza
triunfa sobre la barbarie».
«Que este puente nos lleve a
construir un futuro mejor».
Algunas preguntas y respuestas de personas presentes:
Zarisa Velic, pintor de 55 años:
—¿Recuerda lo que sintió cuando fue destruido el puente?
—Cuando cayó el puente, me dolió en el alma y el corazón, pero eso no logró impedir que
las personas se comunicaran unas con otras.
Borislav Sukic, un croata que trabaja para un servicio de emergencias médicas de Mostar:
—¿Cómo se siente esta noche?
—Como si hubiera nacido de nuevo, y creo que es un sentimiento que comparten todos los residentes de Mostar.
Habla uno de los arquitectos de la reconstrucción de este puente, Iván Demirovic,
de 56 años.
—¿Por qué es tan importante este puente?
—Mostar fue la Florencia del Imperio Otomano. Era una ciudad tolerante y abierta a la diversidad de culturas. El Puente Viejo era el pórtico entre Oriente y Occidente.
—¿Por qué fue destruido, entonces?
—La división existente. La guerra partió la ciudad en dos y se abatió sobre mi familia como una tempestad. Mi hijo Suleiman fue gravemente herido en combate. A mi esposa y a mi hija las deportaron al campo de concentración de Ljubuski, y yo estuve preso un año. Mi casa, del otro lado del río, fue confiscada. Pero todo eso pertenece al pasado. El futuro está en este puente. Mi hijo y yo hemos trabajado duro para reconstruirlo.
A su lado está otro arquitecto, Carlo Blasi, que vino de Italia para colaborar con este proyecto.
—¿Qué más puede decirnos del puente original?
—Todo era geométricamente perfecto. ¡Era una obra maestra!
Comenta una señora que espera cruzar el puente con sus cuatro niños:
—¿Cómo se siente con la apertura del puente?
—¡De maravilla! Ahora sé lo que es la felicidad verdadera.
—¿Qué la hizo venir?
—No pude resistirme a traer a los niños. Todos nacieron después que el puente fue destruido.
Esta es la primera ocasión que tienen de cruzarlo —dice.
Termina la ceremonia con fuegos artificiales. Se emite la señal y miles de residentes de Mostar se apresuran a cruzar el puente. La felicidad de esta noche perdurará por largo tiempo. Rogamos que también perdure el amor. Como dice esa canción popular: «Que perdure el amor en los buenos y en los malos tiempos»
Luego de este relato entiendo por qué siempre me han gustado mucho más los puentes que los muros. Ayudan a que salga afuera lo mejor de cada ser humano, ya que simbolizan entre otras cosas la reconciliación y la solidaridad entre los humanos, valores tan urgentes en estos tiempos.
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